Este 14 de septiembre, en Nicaragua se conmemora el 167 aniversario de la batalla de San Jacinto y el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, abogó en sus redes sociales por soñar y luchar por una patria sin tiranos.
“Si pequeña es la patria, uno grande la sueña” (Rubén Darío). Soñemos y luchemos por una patria sin tiranos ni víctimas, sin lágrimas ni sangre, con libertad y justicia. Dios bendiga a Nicaragua. ¡Felices fiestas patrias!”, escribió el obispo quien se encuentra exiliado en Miami.
De igual manera, la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), desde Miami, emitió un mensaje por motivo de las fiestas patrias en el cual denuncian que el dictador Daniel Ortega ha entregado la soberanía del país a otros regímenes autoritarios.
En el comunicado también señalan que el discurso que mantiene el régimen de Ortega sobre la “soberanía”, no es más que un “falso patriotismo sandinista” y un “falso discurso oportunista que pretende mantener contenta a las pocas bases que los siguen. Es un alimento que les llena, pero no nutre”.
La CPDH valora que Ortega ha convertido a Nicaragua en “territorio de espionaje e intereses extranjeros” y que el régimen ha entregado la soberanía del país “y nos han acercado a regímenes de quienes no tenemos nada que aprender”.
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Por otro lado, la CPDH también criticó el despojo de la nacionalidad de más de 300 nicaragüenses por parte del régimen de Ortega. “Ser nicaragüense es llevar la patria al hombro, es tener el derecho de establecernos en nuestra tierra, construir futuro. Algo que ha sido cercenado por la dictadura de Daniel Ortega”, detalla la organización en su mensaje.
“No se puede ser patriótico y expulsar a tus ciudadanos, tampoco habla de patria el robo de propiedades y desnacionalización de tu sociedad”, agrega.
167 aniversario de la batalla de San Jacinto
Ambas declaraciones se dieron el contexto de las fiestas patrias. Este jueves, Nicaragua conmemora la histórica batalla ocurrida en 1856, que tuvo como escenario la hacienda San Jacinto, a unos 42 kilómetros al norte de Managua, en la que tropas del Ejército del Septentrión (nicaragüense) vencieron a las fuerzas del filibustero estadounidense William Walker (1824-1860), que pretendía apoderarse de Centroamérica
Esta fue una de las batallas más cruentas documentadas en Nicaragua. El general José Dolores Estrada Vado y sus 180 hombres derrotaron a unos 300 estadounidenses encabezados por el coronel Byron Cole, lugarteniente de Walker, quien pretendía imponer su dominio en Centroamérica, según los registros históricos.
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Esta batalla también fue escenario de los sucesos patrióticos más trascendentales de Nicaragua, protagonizado por el sargento Andrés Castro, quien al verse desarmado tomó una piedra y la lanzó a uno de los filibusteros, matándolo en el instante, lo que supuso un golpe moral para los invasores, que terminaron huyendo, de acuerdo al parte militar de Estrada.
Aunque Walker logró proclamarse presidente de Nicaragua en 1856, no se repuso de la derrota en la batalla de San Jacinto, un punto de tránsito clave entre los grandes lagos Cocibolca y Xolotlán en el siglo XIX.
Walker murió ejecutado en Honduras por un pelotón del Ejército hondureño el 12 de septiembre de 1860, tras insistir en conquistar Centroamérica.