En la edición final de su sección Lecturas de Verano, la prestigiosa revista bimensual estadounidense Foreing Affairs ha reproducido un artículo de doña Violeta Barrios de Chamorro, publicado el 1 de diciembre de 1986 y titulado The Death of La Prensa (La muerte de La Prensa).
Se refería aquel escrito al cierre indefinido de LA PRENSA ordenado por la primera dictadura sandinista el 26 de junio de 1986. Doña Violeta era entonces directora de este Diario como legítima heredera intelectual y moral de su asesinado esposo, el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
Ahora la emblemática revista estadounidense ha vuelto a publicar el artículo de doña Violeta, en el contexto de que LA PRENSA ha sido confiscada, desmanteladas sus instalaciones y cerrada definitivamente la publicación impresa, por disposición de la nueva dictadura sandinista encabezada por Daniel Ortega, que también lideraba la de los años ochenta.
La situación de los años ochenta y la actual son muy parecidas o prácticamente iguales. Es que, como sentenció el eminente filósofo alemán George Wilhelm Fiedrich Hegel, la historia siempre se repite; y su compatriota Karlx Marx agregó que, al repetirse la historia, lo que la primera vez fue una tragedia en la otra es una farsa. Sin embargo, la historia de Nicaragua —y la de LA PRENSA en particular— es una demostración de que los hechos históricos también se repiten como otra tragedia incluso peor que la anterior.
De manera que lo que escribió en aquel artículo de 1986 doña Violeta tiene ahora una poderosa actualidad, razón por la cual suponemos que Foreing Affair lo ha sacado de sus archivos para publicarlo de nuevo.
Basta citar algunos párrafos del artículo de doña Violeta para apreciar su palpitante actualidad.
“Con esta acción (escribió, refiriéndose al cierre de LA PRENSA) las autoridades nicaragüenses institucionalizaron el desprecio del Estado por la libertad de pensamiento, expresión, propiedad privada, religión y todas las normas del gobierno democrático”.
“Estamos viviendo un nuevo somocismo con los sandinistas —agregó—. Los resultados prácticos del sandinismo han sido un resurgimiento y crecimiento del militarismo, otra confusión entre Estado y partido, corrupción, censura de prensa, elecciones fraudulentas, encarcelamientos y un pisoteo de los derechos humanos…”
“En el fondo —explicaba doña Violeta— siempre ha habido una determinación por parte de los comandantes sandinistas de imponer una dictadura total e impedir la más mínima expresión del libre pensamiento. Al igual que el general Anastasio Somoza, que despreciaba a cualquiera que le contradijera, los sandinistas no pueden tolerar una voz disidente o la expresión de una idea política contraria”.
Y agregaba: “Esta es nuestra situación hoy. En Nicaragua no hay más libertad que la ejercida por el Frente Sandinista. No sabemos qué pasará mañana… Las democracias occidentales necesitan ser decididas y firmes en coordinar sus esfuerzos para exigir un gobierno civilizado en Nicaragua, basado en el derecho a elecciones libres y el respeto a los derechos fundamentales del hombre”.
Sostuvo entonces doña Violeta el concepto de que “la libertad de prensa es un criterio básico para determinar si hay democracia en un país. Mi marido solía decir: ‘Sin libertad de prensa no hay libertad’. Y hoy, sin libertad en Nicaragua, no puede haber paz en Centroamérica…”
La entonces directora de LA PRENSA de Nicaragua y única mujer presidenta de Nicaragua en la historia nacional, concluyó su artículo en Foreign Policy con unas palabras que perfectamente podemos suscribirlas ahora:
“Por eso nosotros, los de la prensa libre, leales a nuestros principios, creemos que ante todo hay que devolver el país a la normalidad. Creemos que el primer paso adecuado debe ser iniciar el diálogo nacional e internacional que hemos deseado durante tanto tiempo, por el que mi marido luchó hasta el momento en que dio su vida, por el que todos hemos luchado con profunda convicción durante los últimos sesenta años”. Solo habría que agregarle por los últimos 96 años, los que tiene LA PRENSA de publicarse con algunas intermitencias, y ahora solo en el formato digital.
Estamos seguros de que si no fuera porque su situación de salud no se lo permite, doña Violeta sostendría y repetiría hoy los conceptos que escribió en aquel artículo de 1986. Porque ella siempre fue una abanderada de la paz, del diálogo y la reconciliación nacional para lograr la libertad y establecer la democracia republicana con sus atributos fundamentales de Estado de derecho y respeto a los derechos humanos.