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Cuidar las aguas oceánicas para salvar la vida humana

Este jueves 8 de junio —tres días después del Día Mundial del Medioambiente— la Organización de Naciones Unidas (ONU) celebra el Día Mundial de los Océanos.

Pareciera una duplicación innecesaria, porque ambas celebraciones se refieren al mismo tema medioambiental. Pero en realidad no es así. La problemática de la inmensa y profunda parte oceánica del planeta tiene sus particularidades y debe ser tratada de manera especial.

LA PRENSA, en su sección de opinión de este día publica un artículo importante sobre el tema, escrito por el experto José Aguilar-Manjarrez quien es  oficial de Pesca y Acuicultura de la FAO para América Latina y el Caribe.

El artículo hace sonar las alarmas ante el impacto letal  de la basura plástica que se acumula en las aguas marítimas. Para cobrar conciencia de esto basta conocer el dato de que actualmente la producción mundial de plástico ha llegado a cerca de 400 millones de toneladas, de las cuales entre 19 y 23  millones se acumulan en el mar donde estarán durante siglos.

“La basura plástica marina procedente de los sectores del transporte marítimo, la pesca y la maricultura —advierte el funcionario de la FAO— afecta gravemente a los hábitats, las poblaciones de peces y otras especies marino-costeras”. Pero como sucede con todos los problemas que son de todos y por lo mismo no son de nadie, por el gravísimo daño que causa la basura plástica a las aguas y a los recursos vivos de los océanos, solo se interesan los especialistas, los ambientalistas y algunas personas más.

Hoy, con motivo del Día Mundial de los Océanos la ONU recuerda —e informa a quienes no lo saben— que las aguas oceánicas cubren más del 70 por ciento del planeta y que son “nuestra fuente de vida y sustento de la humanidad y de todos los demás organismos de la tierra”.

Ciertamente, en las aguas de los océanos comenzó la vida y de su protección depende que continúe a través del tiempo. Los océanos —dice la ONU— producen “al menos el 50 por ciento del oxígeno del planeta, albergan la mayor parte de la biodiversidad de la tierra”.

Pero la misma humanidad que se originó de las aguas marítimas y vive gracias a ellas, la está destruyendo por inconsciencia, ignorancia y falta de sentido de responsabilidad.

Todos los nicaragüenses se deberían preocupar y actuar por la conservación de las aguas oceánicas que pertenecen al país. Nicaragua es un país marítimo por excelencia. Tiene costas en los dos mayores océanos del mundo —el Pacífico y el Atlántico— y posee su mar territorial, las aguas marítimas interiores, las llamadas zona contigua, zona económica exclusiva y plataforma continental. Pero además la sentencia de la Corte Internacional de Justicia dictada en noviembre de 2012 le reconoció casi 75,000 kilómetros de territorio marítimo que Colombia tenía como suyo.

Inclusive, el inmenso territorio marítimo que ya tiene Nicaragua podría aumentar mucho más, si el mismo tribunal de La Haya le da la razón en su demanda de que “desde sus costas hay una prolongación natural ininterrumpida del continente que se extiende más allá de las 200 millas náuticas”.

La gran pregunta es si la gente y los gobiernos de Nicaragua tendrán la capacidad y la voluntad de cuidar apropiadamente la enorme territorialidad y  riqueza marítima que ya poseen y que podría aumentar en mucho más. Y no solo explotarla y aprovecharse de ella, sino también cuidarla y preservarla.

Por el bien y el futuro de Nicaragua y de toda la humanidad ojalá que pudieran y quisieran hacerlo. Comenzando por reducir el uso de plásticos y controlar sus desechos para que no vayan a depositarse al fondo del mar.

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