Roy Ramos llegó a España en 2018, iba huyendo de la persecución que sufría de parte del régimen de Daniel Ortega, tras desertar de las filas del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y de su cargo como secretario judicial, que ejerció por diez años, en los Juzgados Centrales en Managua.
Ramos, de 43 años, es abogado de profesión y tiene tres años y medio viviendo en España. Vivió en Madrid un mes, luego se mudó a Lorca, en Murcia. Ahí trabajó como jornalero en el campo hasta que la pandemia del covid-19 lo llevó al confinamiento.
La situación lo obligó a moverse a Sevilla, en mayo de 2020, donde empezó a trabajar como conductor de Uber. Después estuvo sin empleo. Buscó apoyo en la Asociación Nicaragüense Sevilla-España, que brinda asistencia humanitaria a migrantes nicaragüenses.
Visitó las oficinas y fue beneficiado con un programa de alimentos, con el que cuenta la organización, y que otorga paquetes de comida a nicaragüenses que residen en esa ciudad y que no tienen empleo o se enfrentan al hambre. Durante los dos meses en el desempleo, Ramos recibió la ayuda alimentaria y también ayudó a la asociación en la elaboración de los mismos. “Estoy muy agradecido con la asociación”, dice el nicaragüense quien actualmente trabaja como repartidor.
Casas de acogida
El nicaragüense José Daniel Rodríguez es presidente de la asociación y uno de los fundadores. Asegura que está constituida legalmente desde 2017 y tiene fines humanitarios. En este tiempo han realizado varios proyectos. Dos de los proyectos más representativos de la asociación se dieron en el año 2018, con el inicio de la crisis sociopolítica de Nicaragua, y en el año 2020 con la pandemia del Covid-19.
En 2018 —cuenta Rodríguez— recibieron llamadas de nicaragüenses que habían llegado a España huyendo del régimen orteguista y les comentaban que no tenían familia o dónde alojarse. “Como una respuesta rápida, nosotros abrimos un proyecto que se llamaba casas de acogida. Iniciamos con uno en diciembre del 2018 y durante enero y febrero (de 2019) nos vimos en la necesidad de llegar a abrir hasta tres casas de acogida”, dice Rodríguez, quien contabiliza en 300 la cifra de personas que han llegado a las casas desde el 2018.
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El segundo proyecto fue de emergencia alimentaria y apoyó durante el confinamiento por covid con paquetes alimentarios y alojamiento a dos familias migrantes que estaban en situación de calle. El proyecto sigue vigente y hasta la fecha ha beneficiado a unos 3,000 nicaragüenses a los que tras una entrevista y revisión de su situación económica se les entrega de forma mensual un paquete alimentario como beneficiarios del proyecto hasta que se estabilice su situación.
La casa de acogida también sigue activa, y se convirtió en una residencia universitaria, que aloja a cuatro jóvenes que retomaron sus estudios en Sevilla. También está preparada con ocho camas para recibir a migrantes que llegan al país europeo y mientras se estabilizan les brindan estadía y alimentación.
Cultura y asesoramiento
La asociación también ha apoyado a los migrantes con becas y empleos, así como capacitaciones con cursos públicos o privados. Además, crearon un grupo de danza folclórica: Sacuanjoche. Han hecho presentaciones en Zaragoza y en Sevilla, y han mostrado la cultura y danza folclórica de Nicaragua.
Trabaja con financiamiento de la Iglesia católica y Cáritas diocesanas y parroquiales. “Nos dan prácticamente el 80 por ciento de nuestro proyecto y la otra parte, el otro 20 por ciento, son personas particulares o ciertas organizaciones que también nos colaboran”, explica.
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Rodríguez asegura que además ofrecen asesoramiento a los nicaragüenses que recién llegan a ese país y los atienden los domingos por la tarde. Y en el caso de las repatriaciones, crean campañas para apoyar a las familias afectadas con la recaudación de los fondos, ya que no disponen de un fondo específico para atender ese tipo de emergencias.