La mayor motivación —en medio del luto y dolor que vive en el exilio— para Nelson Lorío, de 38 años, es poder ofrecerle una mejor vida y futuro a su hija mayor, la hermana de Teyler Lorío Navarrete, el bebé asesinado en junio de 2018 por parapolicías en el barrio Américas 1, en Managua, durante la llamada Operación Limpieza. Teyler hubiese cumplido cinco años el 7 de abril pasado.
“Tratando de cambiar la vida de mi hija (mayor) quien también fue afectada por el asesinato de su hermanito porque el gobierno le arrebató la vida. La dificultad en este caso es tratar de llevar el día a día con una cara que no es, esa cara de tristeza, de dificultad, de dolor, de saber que no podemos estar cerca de la tumba de nuestro hijo y al final tenemos que saber sobrellevar este dolor en el exilio”, dijo Lorío a LA PRENSA.
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Lorío decidió migrar a EE. UU., junto a su esposa Karina Navarrete Sánchez e hija mayor (de 12 años) en julio de 2021 emprendiendo una larga travesía que duró al menos cinco meses, después de haber regresado de su primer exilio en Costa Rica en octubre de 2019.
Actualmente se encuentran en Miami, Estados Unidos y recién compartió en Twitter que cerca de año y medio logró obtener su permiso de trabajo para laborar de manera legal en el territorio norteamericano, por lo que pidió a la comunidad nicaragüenses en esa ciudad a hacerle saber si conocen alguna oportunidad de trabajo.
“En diciembre que viene cumplo dos años en este país donde toca adaptarse. Ahorita ya con un permiso estoy buscando un trabajo estable para seguir luchando en este país, tratando de cambiar la vida de mi hija mayor, quien fue afectada por el asesinato de su hermanito. Estamos aquí luchando por el futuro de mi hija. Mi esposa y yo no estamos aquí por nosotros, sino por nuestra hija”, dijo Lorío.
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En Nicaragua trabajaba como repartidor de productos en supermercados. En EE. UU. afirma que aspira a tener un trabajo estable en el área de construcción que le permita una estabilidad económica para su familia.
“Yo comencé como ayudante de construcción, obviamente soy un obrero, aquí la maquinaria es diferente, y yo quiero aprender a usar esas maquinarias para poder trabajar”, mencionó Lorío quien pone a disposición su cuenta de Twitter para contactarlo.
“Salimos para salvaguardar a la hija que nos queda”
Reconoció que tras el asesinato de su hijo su vida dio un giro, especialmente estar lejos de su país, de su familia. “Estoy muy golpeado sentimentalmente al ver que mi mamá cada vez que me llama se pone a llorar, eso me duele, ver así a mi mamá porque yo sé que de su parte ella me tendría en su casa, pero no se puede”.
Sobre los desafíos que le ha tocado enfrentar con su familia están adaptarse a un país muy diferente al suyo, al clima, a las necesidades económicas que se les han presentado. “Tenemos el desafío de adaptarnos a todo, desde el idioma, de tener una estabilidad familiar en algún hogar, aunque sabemos que no es fácil, yo no tengo familia aquí, y uno tiene que adaptarse sí o sí a los cambios de este país. El desafío más grande es que mi familia no pase ninguna dificultad y por eso me propuse tramitar mis documentos legales para poder trabajar”, dijo.
Régimen culpa a una persona inocente
Lorío reconoce que migrar a Estados Unidos nunca estuvo en su plan de vida, sobre todo después de haber retornado de su primer exilio en Costa Rica.
“Desde que regresé de Costa Rica a Nicaragua yo había dicho que no quería salir del país, pero al ver que la persecución se puso más cruda y más directa hacia las voces disidentes tuvimos que salir porque nosotros no nos íbamos a callar”, manifestó.
En la lista de los más de 30 presos políticos que aún quedan en Nicaragua se encuentra el opositor Beyker Enrique Ferreti Hernández, a quién afirma Lorío, el régimen lo acusa de la muerte de su hijo.
Sin embargo, dice que como padres “desmentimos y negamos (eso), sabemos que el régimen busca chivo expiatorio para deslindar responsabilidad”.
La única intención que tiene el régimen, afirmó Lorío, es “callarnos y acusar a una persona que no tiene ninguna responsabilidad del crimen (…) lo que el gobierno está haciendo es callar las voces familiares de las víctimas”.
A pesar de que en su país no existe la posibilidad de que la pareja dictatorial, Daniel Ortega y Rosario Murillo, el padre de Teyler espera que en algún momento sean “sentados en el banquillo de la justicia internacional”.
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Su voz, en demanda de justicia y no impunidad, “sigue firme, yo no voy a callar, pase lo que pase el régimen tiene que responder por los crímenes de lesa humanidad. El responsable del asesinato de mi hijo es el gobierno”.
El 23 de junio de 2018 Nelson se bajó de un bus colectivo de Managua en el sector del mercado Iván Montenegro, llevando en brazo a su hijo Teyler, y cuando caminaba por el barrio Américas Uno paramilitares le dispararon y la bala entró en la cabeza del niño. Ese día el país había amanecido con ataques de fuerzas paramilitares y policiales en el barrio y los alrededores, que estaban llenos de barricadas.
En marzo de este año la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), otorgó medidas cautelares a Nelson Lorío y su núcleo familiar tras consideras que están en situación de riesgo a raíz de su búsqueda por justicia en el alegado asesinato por policías y paramilitares de su hijo.