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La evidencia de vida del obispo Álvarez

El sábado 25 de marzo por la noche, el obispo Rolando Álvarez Lagos —quien se encuentra preso en condición de prisionero político o de conciencia—  fue mostrado en imágenes fotográficas y de video acompañado por sus hermanos, Vilma y Manuel Antonio Álvarez Lagos, compartiendo con ellos una comida en una sala especialmente arreglada de la prisión de Tipitapa.

Como parte del montaje de la autoridad penitenciaria, monseñor Álvarez dio una breve declaración al reportero de un canal de televisión oficialista, en la que dijo estar bien, “con mucha fuerza interior, con mucha paz en el Señor y la Virgen Santísima”. Y señaló el hecho religiosamente muy significativo de que ese día era la festividad católica de la  Anunciación del Ángel Gabriel  a la Virgen María, “la Madre  —aseguró el obispo cautivo— que siempre nos protege y nos cubre a todos con el mismo amor materno”.

La presentación del obispo Álvarez fue como una prueba de vida ofrecida por el régimen actual, del prisionero político y de conciencia más importante que tiene y ha tenido en sus cárceles. Fue presentado después de mucha angustia e incesantes oraciones de los fieles católicos de Nicaragua y el mundo, así como de intensas presiones políticas y diplomáticas de la comunidad democrática internacional.

Prueba de vida se le llama habitualmente a la verificación por medio de la informática, de la identidad de alguien para comprobar que es una persona real y no una simulación con ánimo de cometer fraude, mostrando una foto u otras imágenes que se manipulan gracias a las modernas tecnologías de la información.

 En Nicaragua también se le llama prueba o fe de vida a la presentación de manera personal ante un funcionario de la institución de seguridad social, que una persona pensionada está obligado a hacer cada seis meses, o un año, para probar que está viva y a fin de que nadie trate de cobrar fraudulentamente la pensión que le corresponde.

Pero igualmente, una prueba de vida es un documento, comunicación telefónica o videollamada, mediante la cual se comprueba que continúa con vida una persona que ha sido secuestrada por delincuentes o encarcelada y hasta entonces hecha desaparecer por autoridades públicas.

 Ahora bien, la verdad es que no habiendo cometido delito el obispo Álvarez debería ser liberado inmediatamente. Pero como por razones obvias eso no es posible, al menos tranquiliza verlo vivo y sano, aunque con las inevitables huellas del martirio de la cárcel en su rostro.

Cuando se conocieron las declaraciones contra el régimen de Nicaragua que dio el papa Francisco a un medio argentino, pensamos que al menos por un tiempo se esfumaba la posibilidad de que monseñor Rolando fuera excarcelado y desterrado, igual que se hizo con los 222 exprisioneros políticos que el 9 de febrero pasado fueron enviados a Estados Unidos.

Sin embargo, ante la presentación de imágenes de su persona en la cárcel el sábado 25 de marzo, y el inusitado tratamiento respetuoso que le fue prodigado, a nuestro juicio esa posibilidad ha renacido.

 El obispo mártir Rolando Álvarez es una personalidad gigantesca, cada vez más prestigiosa y admirada, muy incómoda para tenerla presa hasta para un régimen como el de Nicaragua.

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