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Crisis diplomática con el Vaticano

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua aclaró que no es cierto que haya roto relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano, como lo informó originalmente la revista en línea Confidencial y fue reproducido por diversos medios de comunicación, nacionales y extranjeros.

“Ante la información que ha sido divulgada por fuentes aparentemente vinculadas con la Iglesia católica” —se dice en el comunicado oficial divulgado el domingo 12 de marzo— el Gobierno “precisa que entre el Estado Vaticano y la República de Nicaragua se ha planteado una suspensión de las Relaciones Diplomáticas”.

El comunicado pareciera dar a entender que el Gobierno de Nicaragua y el Estado Vaticano coinciden en suspender sus relaciones. Sin embargo, la agencia de noticias oficial del Vaticano, Vatican News, informó que “el Gobierno de Nicaragua ha solicitado a la Santa Sede el cierre de sus respectivas sedes diplomáticas”. Por su parte, la periodista argentina Elisabetta Piqué, corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires  en el Vaticano, informó que la Santa Sede “dio instrucciones al actual encargado de negocios monseñor Marcel Diouf, que se encuentra en Managua, de cerrar la Nunciatura y dejar el país”.

En el derecho internacional sobre las relaciones diplomáticas se reconoce la retorsión como el acto de devolver o inferir un Estado a otro, el mismo agravio que habría recibido de él, o porque no está satisfecho con su comportamiento y quiere demostrarlo de manera pública. La ruptura y la suspensión de las relaciones son casos típicos de retorsión, una forma de sanción diplomática del Estado que se siente ofendido al otro Estado que considera o califica como su ofensor.

Obviamente, la suspensión de las relaciones diplomáticas es menos drástica que la ruptura, porque claramente es temporal y deja abierta la posibilidad de una fácil normalización cuando el Estado que las suspendió lo considera oportuno y necesario. Cabe señalar que en ambos casos, ruptura o suspensión, los Estados que las rompen o suspenden deben cumplir sus obligaciones en materia de protección de las personas, locales, bienes y archivos de la misión diplomática que ha sido cerrada.

 En la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas no está previsto ningún procedimiento a fin de que dos Estados se pongan de acuerdo para romper o suspender sus relaciones, aunque tampoco está excluido. Podría haber alguna razón para que dos Estados soberanos consideren que sus relaciones son inútiles e innecesarias, y si quieren ponerse de acuerdo para ponerles fin de manera definitiva o temporal, nadie se los puede prohibir ni impedir.

 Pero en el caso de las relaciones del Estado Vaticano con el de Nicaragua, no parece posible que el papa Francisco quiera suspenderlas y acordar con el gobierno de Daniel Ortega el cierre de la Nunciatura Apostólica en Managua y de la embajada nicaragüense en el Vaticano.

Cabe recordar que el 19 de diciembre del año pasado, en unas declaraciones al diario español ABC, al explicar su prudencia en el manejo de los casos de Venezuela y Nicaragua el papa Francisco reiteró que el “arma” de la Santa Sede “es el diálogo y la paciencia” e indicó que “la Santa Sede siempre trata de salvar a los pueblos”.

Refiriéndose al hecho de que a pesar de su prudente silencio el Gobierno de Nicaragua expulsó en marzo del año pasado al nuncio Waldemar Sommertag, el papa Francisco dijo que el Vaticano “siempre trata de salvar las relaciones diplomáticas y salvar lo que se pueda salvar con la paciencia y el diálogo”. “La Santa Sede nunca se va, la echan”, sentenció el santo padre católico.

Es obvio que el Gobierno de Nicaragua ha decidido suspender las relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano, como reacción a las declaraciones que dio el papa Francisco a Infobae, la semana pasada, en las cuales lo comparó con la dictadura comunista soviética en Rusia en 1917 y la hitleriana en la Alemania de 1935. Después de esas declaraciones políticas del jefe del Estado Vaticano era de esperarse una dura reacción del régimen de Nicaragua, incluyendo la ruptura o suspensión de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede y el empeoramiento de la situación del encarcelado obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez.

Sin embargo, el hecho de que no ha habido ruptura de las relaciones y que el Ministerio de Relaciones Exteriores se ha esforzado por convencer de que las dos partes se han planteado la suspensión, podría indicar que en algún momento se restablecerían los vínculos entre las dos partes y que por fin habría un diálogo constructivo entre ellas.

Al fin y al cabo, los conflictos diplomáticos y políticos pueden ser muy duraderos, pero no son infinitos.

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