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Juan Guaidó: Daniel Ortega usó a Nicaragua para “lavar” oro de Venezuela

El expresidente del gobierno interino de Venezuela, Juan Guaidó, denunció una millonaria operación de “lavado de oro” en la que Daniel Ortega usó durante años a la empresa estatal minera de Nicaragua

*El expresidente del gobierno interino de Venezuela, Juan Guaidó, en entrevista con Expediente Público, denunció que Daniel Ortega “sin abrir una sola mina” en Nicaragua, aumentó en un 100 por ciento las exportaciones de oro.

*“Estaban sacando oro de Venezuela a Nicaragua para lavarlo”, denunció Guaidó.

*Las exportaciones de ese metal en Nicaragua pasaron de US$370 millones en 2018, a US$846 millones en 2022.

*Guaidó le recuerda a la oposición de Nicaragua: No hay mejor herramienta en un país en dictadura que la unificación de todos los sectores del país”.

En una entrevista a Expediente Público, el expresidente del gobierno interino de Venezuela, Juan Guadió, denunció una millonaria operación de “lavado de oro” en la que Daniel Ortega usó durante años a la empresa estatal minera de Nicaragua para sacar toneladas de oro de Venezuela y evadir las sanciones internacionales que pesan contra el Gobierno de ese país por reiteradas violaciones de derechos humanos.

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En 2018, las exportaciones de oro en Nicaragua llegaron a US$370 millones, pero para 2021 mágicamente y sin que se hubiera hallado o reportado algún yacimiento rico en este metal, las exportaciones superaron los US$867 millones, es decir, US$497 millones de dólares más.

Sin embargo, en esto no había magia ni suerte. Ortega y el presidente venezolano Nicolás Maduro, “estaban sacando oro de Venezuela a Nicaragua para lavarlo y financiar todo este proceso. Afortunadamente, EE. UU. sancionó a la empresa minera nicaragüense, y bloqueó ese lavado”, denunció Guaidó ante Expediente Público, en referencia a la Empresa Nicaragüense de Minas (Eniminas) que fue sancionada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en junio de 2022.

Todavía para noviembre de 2022 se reportaban exportaciones por el orden de los US$846 millones de dólares, pero ya el negocio se les había acabado.

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Guaidó recibió a Expediente Público en las oficinas de Voluntad Popular, el partido fundado por el exalcalde del municipio Chacao, Leopoldo López, ahora exilado en España. Son los mismos espacios que fueron objeto de allanamiento por agentes del régimen madurista, en noviembre de 2019.

Esta sede ubicada en un edificio del este caraqueño es para él un punto de estadías momentáneas. Llega, y se va apenas finaliza su actividad. La noción de saberse perseguido le obliga a no ofrecer un blanco fijo.

Esta es la primera de dos entregas de una entrevista exclusiva de Guaidó a Expediente Público, una de las figuras más importantes de Venezuela durante los últimos años, en las que habla sobre Nicaragua, su país y el futuro de la democracia.

“Maduro sigue siendo dictador”

—¿Cómo evalúa la decisión del G3 (partidos políticos Primero Justicia (PJ), Acción Democrática (AD) y Un Nuevo Tiempo (UNT) que impulsaron la medida) que llevó a su destitución la primera semana de enero?

-Es una decisión del ejercicio parlamentario, derivado de una política tomada por tres partidos que dominan la mayoría de la Asamblea Nacional. A Venezuela le resta una herramienta de lucha. Maduro sigue siendo un dictador, señalado por crímenes de lesa humanidad, con recompensa en EE. UU. de US$15 millones por terrorismo y narcotráfico.

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Eso (la destitución) no cambia esa situación. Varían las herramientas de lucha que tomamos en estos cuatro años, basadas en la Constitución, para enfrentar a esta dictadura. Seguimos siendo mayoría. Esta fue una decisión desacertada de tres partidos, y debe ser recompuesta.

—¿Le sorprendió?

-No. Ya venía de un año en ciertas diferencias, empezando por la destitución por la Asamblea Nacional de la junta directiva de un activo venezolano como es Monómeros. Había ciertas diferencias, que deben resolverse no con tres o cuatro personas, sino de cara a las fuerzas vivas del país, incluidos los partidos.

Monómeros es una fábrica de insumos agrícolas ubicada en Barranquilla (Colombia). Es una filial de Petroquímica de Venezuela (Pequiven), cuya administración fue delegada por el Departamento del Tesoro estadounidense al gobierno interino. El actual presidente neogranadino, Gustavo Petro, ha reconocido la importancia de esta empresa, pues representa 40 % del suministro de fertilizantes al agro de ese país.

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Con la eliminación de la Presidencia Encargada, crece la incertidumbre sobre la actitud que tomarán en Washington con respecto al futuro de Monómeros. Petro ha manifestado su intención de adquirirla por completo, o asumir el control de todas sus operaciones. Sería el primer activo entregado a la oposición venezolana que pasa a manos de terceros.

—¿Cómo analiza la posición del Gobierno estadounidense a propósito de lo ocurrido en el Parlamento, en lo que fue la remoción de su cargo?

-Fue respetuosa, como debe ser. Se puede o no estar de acuerdo con la decisión del Parlamento. Muy bien, EE. UU. acompaña esta decisión, o más bien, la respeta.

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Esta experiencia de lucha ha sido muy importante y referencia para otros países del área, como Nicaragua o Cuba. Pero también más allá, como en Bielorrusia o Myanmar. También hemos conversado con los líderes de esos países.

La importancia de tener un interlocutor

—Pero estos países, que habían reconocido al Interinato, y hasta cierto punto habían servido de sostén, ahora carecen de un interlocutor que consideren válido. Una figura que se haga responsable ante ellos, ¿qué está pasando allí?

-Por eso digo que fue una decisión desacertada. Bien quisieran nuestros hermanos en Nicaragua tener esa interlocución y la posibilidad de frenar a Ortega en el Fondo Monetario Internacional. Lo propio en Cuba, el movimiento San Isidro que continúa con muchos presos políticos. Esto nos resta una herramienta que era muy útil para la interlocución y el reconocimiento diplomático. La mayor sanción a Nicolás Maduro era su desconocimiento, que radicaba precisamente en la Presidencia Encargada.

—Ahora, en perspectiva, ¿qué ve como lo más trascendente de su gestión en el Interinato que comenzó en 2019?

-El reconocimiento a la lucha democrática venezolana, no solo a Juan Guaidó. Y la otra cara de esa moneda, que Maduro es un dictador que se robó una elección. Caracterizar las cosas como son (…) Es lo que pasa con Putin en Rusia, que hoy lo caracterizan como lo que es. Ya no es una aproximación amable a Rusia.

En nuestro caso, hubo un reconocimiento de la emergencia humanitaria, para movilizar recursos del mundo para atender a los migrantes o caminantes, como los denominaron en América Latina. Pudimos detener el saqueo a los activos, como Citgo o el oro en Londres.

También pudimos atender a la población vulnerable en Venezuela directamente, con el caso Héroes de la Salud, cuando la dictadura no tenía ni cómo entregar guantes en la pandemia. También lanzamos el plan País y un relacionamiento internacional para la reconstrucción de Venezuela. Son muchas aristas. Además, los venezolanos nos reconocimos como una mayoría.

Nicaragüenses deben unirse contra la dictadura

—¿Si estuviese frente al liderazgo de la oposición nicaragüense, por decir alguna, qué les recomendaría hacer o no hacer, para evitar llegar al punto en que Ud. está hoy?

-Lo he conversado con ellos. La primera palabra que hablamos, previo a las detenciones masivas de dirigentes en Nicaragua (…) fue unión. Dada nuestra experiencia, no puede ser únicamente en el área electoral. No es suficiente, dadas la dictadura que vive Nicaragua o que vive Cuba.

Debe tener patrones claros de toma de decisiones. La unidad no solo puede ser política, sino social. Hay que ampliarla. No puede ser nada más de partidos. Hay que incorporar a los gremios y a otros sectores en la toma de decisiones. Canalizar el sentimiento de la gente, bombardeada sistemáticamente para desmoralizarla y generarle miedo y evitar que se movilice. Son muchas las lecciones aprendidas en esta etapa.

También está el ejercicio de las sanciones. La efectividad y el período de eficacia de una sanción; cómo utilizan a terceros países para saltarlos, en caso de Rusia e Irán.

—¿Y aquello de que iban a venir 5,000 soldados para llevarse a Maduro… eso no desmoviliza a la población?

-Nunca podemos delegar nuestra propia responsabilidad. La posibilidad de organización y movilización a gran riesgo, como en Nicaragua y Cuba, Bielorrusia, es costosa, dolorosa. Hay presos políticos, perseguidos, torturas, depresión, muerte. Lo hemos vivido en carne propia. Yo mismo tengo heridas de la represión de 2017. Pero nunca puedes delegar tu responsabilidad en terceros. Eso pudiera tender a la desmovilización, cosa que no es buena ante una dictadura.

El millonario negocio del oro entre Ortega y Maduro

—¿EE. UU. pudiera aprender alguna lección de su experiencia también?

-EE. UU. es la primera potencia, en PIB, capacidad militar, como lo veamos. Washington y la comunidad internacional tienen varias cosas que aprender. Una de las lecciones en este momento, cuando el autoritarismo gana terreno, es que no se puede subestimar la maldad, un entramado muy intenso de intereses económicos, de lavado de dinero, tráfico de armas, en esta red de países en autocracia.

Es el caso de Venezuela y Nicaragua o Cuba, con el financiamiento a estos países a través del petróleo venezolano. Para hablar únicamente del continente.

Nicaragua subió 100 % su exportación de oro o más. No abrieron ni una mina nueva. Estaban sacando oro de Venezuela a Nicaragua para lavarlo y financiar todo este proceso. Afortunadamente, EE. UU. sancionó a la empresa minera nicaragüense y bloqueó ese lavado.

Maduro usó a Rusia antes de las sanciones para traficar. Hay muchas lecciones. De cara al futuro cercano, el mundo libre debe pensar en qué herramientas está dispuesto a utilizar para frenar, contener o derrotar a tiranos y autócratas. Vale para Maduro, Ortega y Putin.

Lo peor que pudiera pasarle al mundo libre es que Putin gane la guerra. Hay que emplear todos los recursos para derrotarlo. Lo mismo pasa con Maduro. ¿Qué pasaría si se invierte el flujo, y Rusia empieza a lavar dinero y petróleo con Venezuela, o con Irán? Lo han intentado. No son pocos los retos como latinoamericanos y defensores de la democracia global.

—¿Es que los autoritarismos siempre encuentran un camino verde para eludir las sanciones, aún más en este mundo globalizado?

-Lo paradójico es que la democracia tiene sus tiempos, contrapesos y alcabalas. Los autoritarismos, no. ¿Qué le cuesta a Putin la decisión de enviar dinero a Venezuela? ¿Eso pasaría por el Congreso? No.

Pasaría por una decisión. En cambio, en las democracias hay alternabilidad, controles naturales. Hay un debate que tenemos en corto plazo de cómo la democracia puede ser más ágil para protegerse. La democracia siempre está en riesgo. Hoy deberíamos tener un continente libre. Pero hay un retroceso.

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