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Juan Guaidó: “Maduro es un asesino y criminal, que ha utilizado la fuerza para mantenerse” en el poder 

A pesar de su destitución de la Presidencia Encargada del país, el 5 de enero, Guaidó reivindica su rol como diputado del Parlamento elegido en diciembre de 2015

*El expresidente interino de Venezuela, Juan Guaidó en entrevista para Expediente Público, analiza que Nicolás Maduro sigue en el poder porque “decidió matar y robar” y “generó élites corruptas para sostenerse”. 

*Sobre las futuras elecciones presidenciales de 2024, Guaidó alertó de que “no esperemos buena fe de una dictadura”.

A partir de enero de 2019, comenzó a gestarse en Venezuela una situación sin precedentes en la región latinoamericana. Por una parte, los poderes públicos formales se habían plegado en torno a la principal figura del Ejecutivo, Nicolás Maduro. 

El año anterior, el llamado “heredero” de Hugo Chávez había extendido su mandato presidencial por un segundo período, en unos comicios que fueron rechazados por la gran mayoría del mundo occidental. 

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Simultáneamente, los miembros del único poder que gozaba de legitimidad reconocida internacionalmente, el Parlamento, escogieron para su Presidencia a un discreto activista opositor del estado Vargas (ahora llamado La Guaira). 

Entonces, Juan Guaidó apenas tenía 35 años de edad. Su figura era opacada por la de Leopoldo López, líder del partido donde él militaba, Voluntad Popular. Uno podía coincidir con Guaidó en seminarios, grupos de discusión o, simplemente, tomándose un café en la esquina, ajeno de escoltas y de la parafernalia que tradicionalmente rodea al poder.

Guaidó pertenecía a una generación de estudiantes universitarios que salió a las calles del país para plantarle cara a Chávez, en la primera década del siglo. El detonante inicial de su participación en protestas —según su propio relato— fue el secuestro y posterior asesinato de tres niños en Caracas, a manos de un grupo conformado por policías y delincuentes comunes. 

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El caso de los hermanos Faddoul Diab mantuvo en vilo a la sociedad venezolana durante dos meses. Hasta que, en abril de 2006, se desató la ira popular al conocerse el hallazgo de sus cadáveres y el del conductor que los llevaba al colegio. Luego, en 2007, fue el rechazo al cierre impuesto por el Gobierno contra Radio Caracas Televisión, la principal cadena de comunicación privada del país.  

Los estudiantes lograron ponerse a la cabeza de la indignación, y transformarla en los votos que sirvieron para derrotar a Chávez en el referéndum aprobatorio de una nueva Constitución, en diciembre de ese año.  

A partir de 2019, el ingeniero Guaidó se erigió en la figura más relevante de lo que ya entonces comenzó a ser descrito como “Estado dual”.

Además de tener dos presidentes, en Venezuela hubo dos poderes legislativos, dos tribunales supremos y dos fiscales generales. Una situación de difícil comprensión, que evidenciaba una profunda crisis institucional. 

Esta es la primera parte de la entrevista exclusiva de Expediente Público con Guaidó, figura clave en la historia reciente de Venezuela. A pesar de su destitución de la Presidencia Encargada del país, el 5 de enero, Guaidó reivindica su rol como diputado del Parlamento elegido en diciembre de 2015, que todavía intenta hacer un contrapeso a la Asamblea surgida de los comicios de 2021. La dualidad del Estado venezolano aún no ha sido superada del todo. 

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—En 2020, el gobierno estadounidense lanzó una propuesta marco para la transición política en Venezuela. Algo que llamaba la atención era que esa transición sería dominada por un grupo colegiado, en el que participaban elementos de la Fuerza Armada Nacional. Tres años después, ¿cuál puede ser el rol de los militares a los efectos de producir un cambio político? ¿O son más bien una especie de lastre? 

-A eso lo denominamos el marco para la transición. Incluía amnistía y garantías para todos los sectores. Lo hemos mantenido vigente. A diferencia de lo que muchos creen, Maduro no está en mejor posición. Sigue siendo minoría, sin respaldo popular. En lo económico, cada vez peor. No tiene cómo pagar a los maestros (…) En ese contexto, los militares siguen siendo un factor de poder en Venezuela. 

El aparato represivo de Maduro 

—¿Son el sostén de Maduro? 

-Hay dos: la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) el aparato represivo, y el aparato económico. Aunque, paradójicamente, cada vez el país depende menos de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Por lo cual el sector privado y empresarial tiene algo que decir en este momento. 

Hay el fenómeno de los “enchufados”, empresarios afectos directamente a la renta o que dependen de favores de la dictadura para operar. Tienen un anclaje tan sencillo como el uso de la moneda. En Venezuela, la dolarización es de facto, no legal. El régimen la permite para tener control de las operaciones comerciales. 

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En el caso de los militares, ese respaldo a Maduro les ha costado también. Hay señalamientos ante la Corte Penal Internacional. Tuvieron que hacer un rebranding de la FAES, que sigue existiendo, solo le cambiaron el nombre. Es un aparato de exterminio. Pero según HRW, son responsables de 20 mil asesinatos en cinco años.  

Maduro es un asesino y criminal, que ha utilizado la fuerza para mantenerse, y ahí tiene mucho que ver la FANB. (…) En el caso venezolano, hay que entender la dimensión de la FANB, hoy y mañana en democracia. Hay presencia del ELN y las FARC en la frontera. Hemos perdido control territorial. Respecto de la FANB, habrá mucho que hablar en el corto y mediano plazo. 

—¿Qué posibilidad ve de nuevos avances en la negociación en Ciudad de México? ¿Dónde está el dinero del fondo humanitario que exige el Gobierno? 

-Maduro tiene los mismos incentivos que tenía hace tres meses para lograr un acuerdo. Lo han dicho muy vocalmente. Lo han gritado: levanten las sanciones y vamos a elecciones libres. Es decir, reconocen que no hay elecciones libres en Venezuela, y que las pueden dar a cambio del retiro de las sanciones. Hay una paradoja en esto. 

Estamos dispuestos a un levantamiento progresivo, condicional, si hay avances en la democracia. Ahora, que salgan a gritar por los tres millardos de dólares… En primer lugar, no son de ellos. Están protegidos de ellos, que es distinto. Es para atender la emergencia humanitaria compleja que ellos crearon en Venezuela, manejados por multilaterales, para inversión directa en materia de alimentación, y la respuesta humanitaria de la ONU. 

—¿Por qué el afán de que les den el dinero ahora? 

-Puede ser una excusa. El llamado de la alternativa democrática es que dejen las excusas. Ese dinero va a progresar, no para bien de ellos ni la excusa política de la dictadura, sino para atender precisamente la emergencia humanitaria. Nadie más interesado que la alternativa democrática en que prospere el acuerdo social, pues significa atender la crisis que la dictadura creó. Ahora, que digan la verdad: no hay ninguna prelación en el acuerdo firmado para avanzar en lo político mientras se ejecuta lo social. Pareciera una nueva excusa, como lo fue Emtrasur y Alex Saab. 

Más de 17 años de protestas 

—Esta referencia a los militares se da en un momento en que se incrementan las protestas de los maestros y personal de salud. ¿Saldrán los militares contra estos gremios? ¿Los ve dándoles palos en las calles? 

-Para un dictador, la represión es siempre una tentación. 

—¿Pero ve la disposición? 

-No la veo tan clara. No veo tanta disposición como en años anteriores. Por eso hablo de la tentación represiva. Ahora, nuestro acompañamiento tiene que ser con los maestros. Pero no es que estemos viendo protestas solo en 2023. Tenemos diecisiete años ininterrumpidos de protestas. 

—Pero no hay duda que ahora hay un resurgir de las protestas… 

-Las hemos visto desde 2014. Lo que queda claro es que no hay resignación en Venezuela. Que tres o cinco personas, que han dirigido suficientes años, se hayan resignado, no quiere decir que lo haya hecho la sociedad venezolana. 

—¿Ud. saldrá a protestar? 

-Siempre lo he hecho. Fue mi inicio desde 2005. 

—Es que ahora, en este resurgir de la protesta, hemos visto episodios en que los líderes rechazan la presencia de políticos profesionales. 

-Lo vi en 2007, cuando estaba en el movimiento estudiantil. Luego se entiende que todos sumamos a la causa. Siempre hay un elemento diferenciador, cosas distintas, depende de la protesta.  

Es interesante (…) A la dictadura le encantaría que nos hubiésemos callado, que bajáramos la cara. Una lección aprendida es acompañar a la gente, como uno más. No tienes por qué liderar el proceso. Esto es de los maestros, en un proceso reivindicativo. 

Los millones regalados a Cuba 

—¿Y si esta reivindicación se da, la calle se desinflará? 

-Siempre está la tentación. Pero los maestros y las enfermeras saben que así les suban 1,800 % el sueldo, y utilizo esta cifra porque fue la de 2018, el margen de uso efectivo de ese dinero no pasará de seis meses. Se depreciará. Por eso, parte de la exigencia es que les paguen en moneda fuerte. Si el Gobierno cobra impuestos y multas en dólares (…) es lógico que le exijan pago en esa moneda.  

Y la dictadura no tiene cómo cumplir. No porque no haya dinero, sino porque se lo robaron. En solo tres casos, como el de Alex Saab, el tuerto (Alejandro) Andrade y la enfermera (Claudia Díaz) hay 5.1 millardos de dólares, ya juzgados. Sin contar los regalos por más de $16 millardos a Cuba y Petrocaribe. 

—Pasemos al tema político electoral. Ud. anunció la decisión de participar en un proceso primario. Pero dentro de la propia oposición, en incluso en sectores de la comisión electoral se evalúa una propuesta de contar con asistencia del Consejo Nacional Electoral. ¿Cuál es su posición al respecto? 

-No hay mejor herramienta en un país en dictadura que la unificación de todos los sectores del país. Y eso es lo que representa la primaria. No es solo un evento electoral, porque estamos en dictadura.  

Hay que unificar, simplificar el mensaje, tener las herramientas para hacerlo llegar, porque carecemos de medios de comunicación. No podemos depender de un tercero. Imagínese que dependamos de la dictadura para unificar a la alternativa democrática. Eso es el CNE.  

El CNE está absolutamente cooptado y tutelado por la dictadura. La propuesta es montar una primaria ciudadana y cívica. Y si contamos con herramientas como centros de votación, que son de Venezuela, no del CNE (…) Es un falso dilema decir si esto es con el CNE o no. Tiene que ser la unión, la movilización y organización. Las herramientas a disposición hay que emplearlas, para simplificar el proceso y las reglas de juego en esa primaria. 

—Ante la indefinición de los lapsos y las acciones para hacer de las primarias un hecho, gana terreno la propuesta de llegar a una decisión menos costosa, que es la del consenso a través de una encuesta o de un pool de encuestas. ¿Ud. apoyaría el resultado de esa decisión? 

-No puedo apoyar nada ineficiente en el camino de reunificar a los venezolanos. El más reciente ejercicio de consenso fue de cara a las regionales de noviembre de 2021. Casos como Anzoátegui, Caracas y Nueva Esparta. No se les puede decir que fue el resultado de consenso. 

Movilización y organización 

—Barinas se ganó por consenso… 

-Y algunos otros. Pero fueron más los que se perdieron. Ahora, lo que sí ha demostrado eficiencia en el pasado ha sido la primaria. No solo en 2012 sino en 2015. La movilización y la organización ya es ganancia. Además, hay una legitimación por la base. Algo que el consenso no puede hacer.  

No hay forma de que un consenso hoy, con el estado de la alternativa democrática en Venezuela, luego de la decisión parlamentaria reciente, produzca confianza en los venezolanos. La invitación es que el ejercicio de voluntad, de manifestación, represente el gran consenso de todos.  

Y atención con esto: no podemos dar por sentada la elección presidencial de 2024. Hay que exigirla y luchar por ella. La primaria es un ejercicio de exigencia. Veinte personas en un salón decidiendo por treinta millones de personas no es mejor que esos treinta millones movilizados. 

—¿Si la decisión es por consenso, cree que Ud. saldría favorecido, a la luz de los resultados de las últimas encuestas? 

-No veo una decisión beneficiosa por consenso hoy. 

—¿Qué esperanzas hay de una elección presidencial en 2024? 

-No esperemos buena fe de una dictadura. No demos por sentada la elección presidencial de 2024. Utilicemos la primaria como catalizadora de ese proceso. Es una falacia decir que la elección debería ser en 2024. No, la verdadera elección era en 2018, y las robó. 

—¿Y un adelanto de elecciones? 

-No lo descarto. Por eso debemos estar preparados. De nuevo, no ha cambiado la caracterización de la dictadura. Ha sofisticado sus métodos. El famoso “Venezuela se arregló” no es más que un ardid de propaganda para relativizar la culpa por lo que pasa en Venezuela. 

—Ud. ha referido la situación de cuarenta diputados que están en el exilio. ¿Cómo hacer para que ese grupo siga amalgamado en torno a un objetivo?  

-La esperanza aplica en ese sentido. El arraigo que sentimos es poderoso. Todos tenemos a un familiar en el exilio, a un amigo y queremos que vuelvan. Se debe mantener la conexión. Una herramienta que queremos aplicar es la primaria, para que participen donde estén (…)  

En el caso de los diputados, ellos participan de manera remota, en línea. No es sencillo. Para un político, es un gran reto sostenerse en otro país, mantener la vigencia y el cable a tierra. 

Lo difícil del exilio 

—Pareciera un gran reto, tomando en cuenta la necesidad de cumplir con los compromisos cotidianos… 

-Muchos han tenido que sobrevivir. Cuando se habla del exilio, no es una vacación. Es muy duro. Cuando es forzado, más. Empezar de cero, reinventarse a juro. 

—¿Cree que algunos puedan volver, seducidos por alguna propuesta que les deslicen desde el oficialismo? 

-Esa tensión es constante. Si algo han demostrado Maduro y su dictadura, es que no solo aplican los métodos tradicionales, como la tortura, persecución y censura. También usan métodos alternativos, de propaganda, principalmente, para dividir.

En Venezuela se dio el fenómeno de los alacranes, financiados mediante sobornos, por cierto, de Alex Saab, hoy preso en Miami. No se puede subestimar el gran espectro que usan estas dictaduras. No es nuevo. Hemos visto cómo hay dictadores que se crean su oposición. En Venezuela también hemos estado en tensión constante. Pero no podemos caer en la resignación. 

—Maduro sigue en el poder después de lo que Ud. denomina como un robo de las elecciones. La emergencia humanitaria sigue siendo acuciante. La inflación va por tres dígitos otra vez. Toda esta presión social sigue, y Ud. ya no está en el Interinato. Entonces ¿qué faltó? 

-Habría que analizar veinte años, no solo cuatro. Sería restar responsabilidad a criminales. Maduro sigue allí porque decidió matar, robar. Sigue porque generó élites corruptas para sostenerse. Los venezolanos hemos hecho todo y más. No solo creamos una nueva herramienta de lucha, como el Gobierno Interino. Obviamente hemos cometido errores. Pero la mayoría son materiales, no forzados. Era difícil evitar el exilio de 30 o 40 diputados. Pues hubiesen estado presos. Eso dificultó el accionar de la Asamblea Nacional. 

—¿Ha pensado en el exilio? 

-Todos lo hemos pensado en Venezuela. Todos. En mi caso, mi decisión es estar aquí en Venezuela. El exilio es válido. Hay 7.5 millones afuera, atravesando el Darién. Es la crisis migratoria más severa del planeta. Por eso digo que todos lo han pensado. Pero mi decisión es estar aquí con la gente, pues lo considero la mejor relación con un futuro posible.

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