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Las expectativas de la oposición nicaragüense

LA PRENSA publicó el martes 4 de enero un artículo informativo titulado “¿Cuáles son los retos de la oposición en 2023, pese al  encarcelamiento, el exilio y el asedio?”

     Como siempre que se habla o escribe sobre este tema, los políticos opositores  consultados por los periodistas enfatizan el punto de la dispersión que debilita e inclusive neutraliza sus acciones. Y señalan reiteradamente la necesidad de unificarse, lo que viene a ser siempre  como una tarea pendiente.

     Desde el punto de vista de la doctrina política en Nicaragua no hay oposición. Ni la podría haber, mientras no se puedan organizar los partidos políticos y realizar sus actividades cívicas y pacíficas dentro del país, no solo en el exilio y la diáspora.

     Decimos que actualmente no hay oposición en Nicaragua, porque en su real y estricto sentido esta no solo es “la acción y efecto de oponerse a un gobierno… de impugnar su conducta por razones de conveniencia, oportunidad, honestidad o juridicidad… La oposición tolerada —dice el enciclopedista político Rodrigo Borja— es una de las características básicas del régimen democrático, que es una forma de organización política esencialmente pluralista y poliárquica. Dentro de ella el ejercicio de la oposición es un derecho político de las minorías que están al margen del gobierno, a las que se ofrece la posibilidad de desplegar todas sus acciones dentro y fuera del parlamento”.

     De manera que para que haya oposición en el sentido estricto del concepto, se necesita que los partidos políticos puedan organizarse dentro del país y tener la oportunidad de realizar sus actividades propias de la oposición.

     Pero no es absolutamente necesario que un país sea plenamente democrático, como por ejemplo Costa Rica o  Chile, para que exista la oposición. También en un Estado autoritario, como el de Venezuela, se tolera aunque con restricciones la existencia de los partidos opositores. Estos, con todos sus problemas y conflictos se están preparando para aprovechar la oportunidad de participar en las elecciones del próximo año, luchando para que sean justas y libres.

     En Nicaragua eso no es posible, por ahora. Aunque existen los partidos nicaragüenses de todos los signos ideológicos, aunque sin reconocimiento legal, no pueden hacer actividad en el interior del país, solo en el extranjero con todas las limitaciones del caso.

     En el mencionado artículo informativo de LA PRENSA publicado el martes de la primera semana de enero, la representante de la Alianza Cívica, señora Daysi George, opinó que la principal tarea de la oposición actualmente es la lucha por la libertad de todos los presos políticos. Y dijo que en vez de hablar de unidad de la oposición, que según ella está “satanizada”, hay que plantearse la articulación de los diversos sectores alrededor de objetivos comunes.

     En realidad, siempre, desde la época de la dictadura somocista se ha hablado de unidad de toda la oposición. Pero nunca se ha logrado, porque es prácticamente imposible unir a personas y grupos que tienen diversos intereses, visiones políticas y apegos ideológicos. Lo que se ha podido lograr no es

la unidad, sino la alianza de partidos, movimientos y grupos afines, que han querido encontrar puntos de entendimiento y de acción común.

     Y es lo que realistamente se podría lograr y se necesita ahora.

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