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Trato abominable a reos políticos y sus familiares

Hay quienes pueden ver caer las estrellas del cielo y ni se inmutan; hay quienes pueden ver secarse las aguas del mar y ni se conturban; y hay quienes pueden ver a la madre de un preso o de una presa política con abundantes lágrimas en sus ojos y ni se conmueven.

A estos últimos pertenece, sin duda alguna, el binomio dictatorial de los Ortega-Murillo, que con su manera de proceder con los secuestrados políticos, con sus madres y familiares, han demostrado tal grado de crueldad que parece llegaron a este mundo sin ese órgano vital que todos conocemos como el corazón, en el cual se cree es dónde anidan los más nobles sentimientos de la progenie humana.

Se me ocurre esto, porque después de conocer del maltrato de que son víctimas los reos de conciencia y sus familiares, tanto en el Chipote como en las demás prisiones de la dictadura, he llegado a esa conclusión, ya que quien humilla a humildes y dignas señoras, obligándolas a desnudarse como previa condición para poder ver a sus seres queridos en injusta prisión, me parece que además de ser un acto de la más vil cobardía, es una acción solo propia de perturbados mentales.

Aunque en la Nicaragua actual ya queda poco de qué sorprendernos, a mí sí me sorprende que el dictador Ortega actúe con ese sadismo propio de la SS de Himmler en la Alemania nazi o de la NKGB de Lavrenti Beria en la URSS, por cuanto, en la lucha contra la dinastía somocista él también fue un reo político, que sufrió los abusos —no comparables con los de ahora— de parte de los esbirros de aquella dictadura.

Está fresca en mi memoria, cuando un grupo de ciudadanos nos reuníamos en las oficinas del doctor Aquiles Centeno Pérez, su abogado defensor, de Telcor 1 ½ abajo, Managua, para solidarizarnos con su mamá, doña Lidia y su hermana Germania, por los abusos de que estaban siendo víctimas los reos políticos del FSLN en las mazmorras somocistas. Lo hacíamos, valga la aclaración, no por razones ideológicas sino por razones humanitarias.

Es entonces cuando algunos nos preguntamos: ¿No es lógico que si uno ha estado preso y ha sido vejado, torturado y visto el mal trato que los verdugos han dado a sus familiares, una vez en libertad, si tiene la oportunidad de hacerlo y aún siente alguna pizca de amor por la humanidad, va a tratar de enmendar lo que ha visto y sentido, por ser esas prácticas alienantes y contrarias a la decencia y a la dignidad humana?

Por otro lado, quiero señalar que las condiciones para la inevitable caída del régimen imperante son cada día más favorables para el restablecimiento de la república.

Vean como todo lo que era la intelligentsia del FSLN: Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez Mercado, Hugo Torres, Gioconda Belli, Dora María Téllez, Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, Mónica Baltodano, Silvio Prado, Édgar Parrales, Óscar René Vargas y varios más, han abandonado las filas rojinegras decepcionados totalmente de la cleptocracia orteguista. Ahora solo están quedando los testaferros, que estoy seguro serán los primeros en abandonar el barco cuando llegue la hora, que pronto ha de llegar, del naufragio total.

Vean el desmoronamiento de las estructuras de poder del FSLN, que se pone en evidencia con las purgas que los Ortega-Murillo están realizando en la Corte Suprema de Justicia (CSJ), donde la espada de Damocles pende sobre las cabezas de varios magistrados, que están en el umbral de ir a parar a la cárcel sin remisión alguna.

Vean el aislamiento casi total en que está quedando la dictadura, en el campo internacional, por su violación flagrante a los derechos humanos de los nicaragüenses.

Por todo esto, sin incurrir en acciones temerarias, pues ya sabemos que la dictadura con tal de conservar el poder están dispuesta a seguir derramando torrentes de sangre, los nicaragüenses debemos de prepararnos para cuando llegue el momento oportuno, contribuir con lo que esté a nuestro alcance hasta lograr el cambio democrático que todos deseamos, para que la tranquilidad y el sosiego vuelvan a prevalecer en los hogares de nuestra nación.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

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