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Los orígenes del imperio ruso

¿Eres demonio plebeyo, o de los de nombre? (Luis Vélez de Guevara, siglo XVII).

Cuando en el siglo XIII los mongoles invadieron los territorios del Rus de Kiev, que había sido el primer gran reinado eslavo oriental (862-1242), Moscú era un pequeño pueblo en el Principado de Vladimir-Súzdal, uno de los principados que surgieron de la división del Rus de Kiev por herencias dinásticas, luchas entre príncipes rivales y las invasiones de la Horda de Oro.

El Rus de Kiev surgió después de que tribus eslavas del noreste de Europa acordaran poner fin a sus diferencias, nombrando como único gobernante a un varego (vikingo sueco), quien se estableció inicialmente en la ciudad de Nóvgorod, a orillas del río Vóljov. La ciudad prosperó y se expandió hacia el norte, el sur y el este en territorio de la Rusia actual, como núcleo de una importante ruta comercial fluvial debido a la alianza entre eslavos y varegos.

Por tres décadas Nóvgorod fue la capital del pueblo rus (como los eslavos llamaban a los pueblos suecos) hasta que los varegos conquistaron Kiev, a orillas del río Dniéper en la actual Ucrania. Su objetivo fue intensificar el comercio con el Imperio bizantino y diversificarlo desde los mares Negro, Azov y Caspio hasta el Mar Báltico, vía los ríos Dniéper, Don y Volga.

Kiev se convirtió así en el centro político y económico del Rus, cuya máxima extensión la alcanzó en los siglos XI y XII, siendo entonces el reinado eslavo más grande de Europa y uno de los más prósperos. A finales del siglo XIII el arzobispo de Kiev se trasladó a la ciudad de Vladimir, capital del principado de Vladimir-Súzdal, por aquello de la anterior toma y saqueo de Kiev por los mongoles. Iván I trasladó en 1325 la sede del arzobispado al principado de Moscú que había heredado de su padre, quien después de la disgregación del principado de Vladimir-Súzdal por causa de los mongoles, había asumido el gobierno de una insignificante Moscú, ganando influencia tras lograr la paz entre vecinos rivales y la obtención de territorio adicional.

A Iván I, por la alianza con Uzbeg Kan (de la Horda de Oro) por matrimonio con su hermana, el kan lo nombró Gran Príncipe de Moscú y lo autorizó a recaudar tributos de otros principados. La intención de Iván I sin embargo era la expansión de su propio principado y el aprovechamiento de la posición favorable de Moscú para el comercio entre Nóvgorod y el río Volga.

Esos fueron los orígenes del Rus de Moscú después del Rus de Kiev, que desde el siglo X había pretendido tomar Constantinopla, la capital del Imperio bizantino. Kiev no lo logró pero posteriormente firmó un tratado de libre comercio y una alianza militar con el emperador, hasta que los cruzados tomaron, saquearon y diezmaron Constantinopla a finales del siglo XII. Kiev había ya adoptado el cristianismo ortodoxo como religión y mucho de la cultura bizantina, que luego pasó al Rus de Moscú.

Con la Horda de Oro en decadencia, el Gran Principado de Moscú se liberó de la tutela mongola después que los rusos vencieran a los mongoles por primera vez en 1380. Iván III, también llamado Gran Príncipe de Moscovia (1462-1505), aumentó considerablemente la extensión territorial del principado, derrotó de manera definitiva a la Horda de Oro en el este –que se dividió en kanatos–, hizo construir suntuosos edificios civiles y religiosos en el centro de Moscú (Kremlin), adoptó el título de Soberano de Toda Rusia, y proclamó a Moscú como la Tercera Roma.

Por su parte Iván IV el Terrible (1547-1584), se hizo coronar zar de Rusia, conquistó el kanato de Siberia y los kanatos al sureste de Moscú sobre el río Volga, centralizó el poder de manera autocrática y despótica, pero no logró conquistar Livonia (Letonia y Estonia) para tener una salida al Mar Báltico y por tanto acceso al comercio marítimo; fue vencido por Suecia, Lituania y Polonia, rivales de Rusia.

 Iván el Terrible se volvió paranoico y psicótico después de la muerte de su esposa, y el resultado de conspiraciones, reales o no, fueron los asesinatos, comenzando un período de terror y sangre. Mató igualmente a varios de sus amigos, volviéndose aún más psicópata. En su locura llegó a refugiarse en creencias paganas y brujeriles. En un ataque de ira mató incluso a su hijo predilecto, el heredero al trono. (tomado de es-academic.com).

Volviendo a Kiev, los mongoles no lograron conquistar Lituania ni Polonia, y en el siglo XIII un noble lituano logró unir a diferentes tribus bálticas para conformar un ducado que llegó a ser el Gran Ducado de Lituania, al expandirse por grandes partes del anterior Rus de Kiev —incluyendo a Bielorrusia y a Ucrania—, después de vencer a la Orden Teutónica. Lituania fue el último reinado pagano de Europa puesto que esa orden militar tuvo el objetivo de conquistar y cristianizar a los pueblos bálticos. El Gran Ducado de Lituania alcanzó su máxima extensión en el siglo XV y rivalizó con el Zarato de Rusia, igual que el Imperio turco otomano que había sustituido al Imperio bizantino.

A inicios del siglo XVII se conformó la Mancomunidad Lituano-Polaca que llegó a ser el reinado más grande de la Europa de la época, hasta que comenzó su declive por las guerras con Suecia y Rusia en los siglos XVII y XVIII. El Zarato ruso logró así quedarse con el este de Ucrania. De regreso a Rusia, Pedro I el Grande de la dinastía Romanov (1682-1725) se extendió al Mar Báltico tras derrotar a Suecia después de décadas de guerras, y fundó San Petersburgo como puerto marítimo y nueva capital de Rusia. Pedro I proclamó el Imperio ruso en 1721, envió una expedición a Alaska e inició las guerras –sin éxito– contra el Imperio otomano para lograr el acceso al Mar Negro, entones impedido por los turcos otomanos que ahora controlaban la totalidad de sus riberas y las del Mar de Azov.

El mérito de derrotar a los otomanos y apropiarse de territorios al sur de Rusia igual que al oeste a expensas de la Mancomunidad Lituano-Polaca, le correspondió a Catalina II la Grande (1762-1796). De esta manera los rivales del Imperio ruso pasaron a ser Prusia y Austria, después lo serían Francia y Japón. Rusia ganó la guerra contra Napoleón en 1812 y la perdió contra Japón en 1905, cuando pretendió apoderarse de Manchuria en el norte de China.

 A mediados del siglo XIX el imperio ruso comenzó a expandirse en el Asia Central islámica, donde pueblos túrquicos habían fundado kanatos en tierras que antes fueron del Imperio mongol. El resto de la historia de la Rusia imperial es bien conocida, y hoy los ucranianos recuerdan el Rus de Kiev como estímulo para seguir luchando por su libertad e independencia.

El autor es doctor en Derecho.

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