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La educación permanente y sus repercusiones en la educación superior contemporánea

Concebida la educación permanente como un marco globalizador constituido por el aprendizaje formal, no formal e informal, que aspira a la adquisición de conocimiento para alcanzar el máximo desarrollo de la personalidad y de las destrezas profesionales en las diferentes etapas de la vida, veamos ahora cómo repercute el concepto de educación permanente en la educación superior contemporánea.

La educación superior, y las universidades como parte de ella, deben ser capaces, como lo ha señalado Henri Janne, de llevar a cabo la permanencia de la educación a su nivel.  Y advierte: “La necesidad es tan urgente que si la universidad fallara en esta nueva misión surgirían sustitutos funcionales para hacer lo que ella no habría sido capaz”.

La masificación por un lado, y la introducción del concepto de educación permanente, representan los dos acontecimientos llamados a modificar la imagen de la educación superior.  Hoy, como lo ha hecho ver la Asociación Internacional de Universidades, es imposible toda discusión sobre las innovaciones en la educación superior sin tener en cuenta la educación permanente.

En los países avanzados comienzan a estudiarse con todo detenimiento y cuidado las consecuencias que para la educación superior tiene la aceptación del concepto de educación permanente. Se examinan así sus repercusiones en términos del cambio que experimentará la población de las universidades, con un creciente porcentaje de gente madura en sus aulas. Las modificaciones estructurales académicas y administrativas que supondrá el diseño de nuevos currículos compatibles con el uso cada vez mayor de sistemas basados en el autoaprendizaje; sus efectos en el trabajo del personal docente, en los calendarios académicos y en las labores de investigación; sus consecuencias para las facilidades docentes de las universidades (uso de bibliotecas, centros de cómputo, laboratorios, salas de conferencias, etc.)  y para la planta física en general, etc.

Se repite con frecuencia, que las universidades nada podrán hacer frente a estas nuevas responsabilidades si no echan mano de la moderna tecnología educativa, de modo especial de los métodos de la educación a distancia. Pero también se argumenta que no es conveniente que toda la educación permanente sea “a distancia”. La presencia en la universidad de esta población adulta y madura, con toda su experiencia vital, puede ser un valioso ingrediente enriquecedor de la vida universitaria que no debería desaprovecharse. 

Los programas de educación permanente en las universidades de todas las regiones del mundo son cada vez más una realidad. Todo hace suponer, por las razones a las cuales deben su existencia, que se generalizarán, por lo mismo que representan una respuesta a necesidades sociales evidentes. Las instituciones de educación superior no podrán eludir su participación en esta nueva dimensión de la educación contemporánea.

Incluso, se argumenta que la educación permanente juega, al nivel superior, el rol de “instrumento igualitario”, en el sentido de que permite ofrecer una “segunda oportunidad” a las personas que por razones económicas, o por cualquier otro motivo, no pudieron tener acceso en la edad normal a la educación superior. Esto como señala Malcom S. Adiseshiah “exigirá la remoción de las actuales barreras educativas para la transición normal de una experiencia de aprendizaje a otra.  No puede haber en lo sucesivo desertores en el sistema, como tampoco puede haberlos en la vida. Una segunda o tercera oportunidad de asistir a la escuela o a la universidad será normal y no será llamada erróneamente repetición”.

Philip Coombs describe así el impacto de la educación permanente en los sistemas de educación superior: “Un diploma universitario, no importa a qué nivel, es esencialmente la certificación de que un individuo ha sido preparado para que siga aprendiendo en el futuro.  No es ciertamente una certificación de que el graduado ha adquirido todos los conocimientos requeridos para el resto de su vida”… “Pareciera que, más que nunca, la educación va a tener que ser un proceso verdaderamente permanente para todos los individuos, lo que quiere decir que debe ser algo más que la educación formal como la conocemos actualmente, porque debe continuar mucho después de que la gente haya finalizado su preparación formal a tiempo completo”.

La educación superior tiene que evolucionar de la idea de una educación terminal a la incorporación en su seno del concepto de educación permanente. Esta evolución es una consecuencia de los cambios que se dan en la sociedad contemporánea así como de la naturaleza misma del conocimiento contemporáneo, que crece y se vuelve obsoleto con extraordinaria rapidez.  Todo esto repercute en el quehacer de las instituciones de educación superior y las obliga a modificar sus currículos y métodos docentes y centrarlos en los procesos de aprendizaje más que en los de enseñanza y en una amplia formación general más que en la demasiado especializada.

En análisis del impacto de la educación permanente en la educación superior contemporánea, está ligado con otro tema importante en el debate sobre las tensiones o dilemas de la educación superior, como lo es el referente a la educación general versus especialización.

La sociedad contemporánea, cada vez más compleja, requiere que en el universitario se conjuguen una alta especialización y capacidad técnica con una amplia formación general que le permita encarar, con mayores posibilidades de éxito, el cambiante mundo que le rodea.

El equilibrio entre la formación general y la especializada es uno de los objetivos de la educación superior que en diversos países se trata de alcanzar mediante el  reconocimiento de la educación general como tarea universitaria.  Si la educación superior, ante lo complejo de las demandas que le plantea la sociedad contemporánea, reconoce que su formación no se agota en la simple preparación de profesionales, sino que su misión consiste fundamentalmente en formar mujeres y hombres cultos, adiestrados científica y técnicamente en una determinada rama del conocimiento, capaces de continuar su propio proceso de formación al egresar de las aulas universitarias, es evidente que dará la educación general un papel de mucha importancia en la organización de sus estudios. 

La educación general se ubica dentro de los propósitos más altos de la institución: formar al ser humano y difundir la cultura.

El autor es académico. Fue rector universitario y ministro de Educación de Nicaragua

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