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Esa violencia en el beisbol no es aceptable

Uno de los espectáculos más deplorables fue la batalla campal entre Toros y Tiburones con cascos, bates y golpes en medio de la trifulca

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No se trata de esperar comportamientos serenos en medio de ambientes muy nerviosos. En un país como el nuestro, con serios problemas de concordia, es difícil que haya ámbitos que no tengan algún tipo de afectación. Incluso el deporte, que debería hacernos converger a todos más allá de cualquier diferencia, es a ratos escenario de reacciones inapropiadas.

Desde Rivas se informó que el mánager Adalid López hizo un airado reclamo a un árbitro y tras no ser satisfecha su demanda, tuvo contacto físico con el umpire y ha sido suspendido por tres meses. En el juego San Fernando-Dantos, Sandor Guido no se mueve del cajón de coach en tercera y Ofilio Castro le pega un codazo mientras fildea un elevado en zona foul.

Y el espectáculo más deplorable se dio en el desafío entre Granada y Chontales, en el que se dio una expulsión masiva de jugadores tras una batalla campal en la que volaron cascos, bates y golpes, con Jimmy González y Julio Raudez (hijo) como protagonistas iniciales de una situación que no debió llegar a esos niveles y que seguro traerá muchas sanciones.

Ningún comportamiento así tiene justificación y aunque nadie está exento de reacciones revestidas de ira y frustración de vez en cuando, no es aceptable resolver las diferencias de una forma violenta. Queda claro que hay que trabajar mucho para fortalecer la gestión de las emociones, dicen los psicólogos, mientras que la Biblia habla del dominio propio.

En fin, se trata de fortalecer nuestra inteligencia emocional, esa arista que nos permite el aprender a convivir en medio de las diferencias y dentro de relaciones que no siempre van en el sentido que deseamos, pero la violencia no debe ser un recurso para dilucidar lo que no nos agrada y mucho menos en el deporte donde se promueven una serie de valores.

En particular, me llama la atención el caso de Ofilio Castro, un extraordinario jugador que debería estar más empeñado en fortalecer su legado ahora que se encamina al cierre de su carrera, que en estar saltando de una dificultad a otra. Eso afecta drásticamente su imagen. Lo misma pasa con Jimmy, otro gran jugador, que quizá salga por la puerta equivocada.

Ningún tipo de violencia tiene justificación y menos en el deporte, donde se espera que los atletas transmitan un buen ejemplo y que impacten positivamente dentro de una sociedad que convulsiona a menudo. Y cuando vienen las sanciones, nos parecen severas porque también hay dificultades para reconocer las fallas y comprender que existen reglas.

Definitivamente, así no se puede seguir.

Edgard Rodríguez está en Twitter: @EdgardR

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