Vacaciones y salud mental 

¿Se dan cuenta que vivimos en una sociedad en donde todo el tiempo se trata de pensar, pensar, pensar; hacer, hacer y hacer? Es como si el silencio es imposible y detenerse fuese un delito. 

Nos cuesta encontrar un espacio en nuestras vidas para el descanso, todo lo vamos dejando para después. Es como cuando nos enfermamos, vamos al médico, nos manda medicamentos, pero no nos detenemos a descansar el tiempo que el cuerpo necesita, simplemente seguimos dándole y dándole, sin siquiera detenernos a analizar al cuerpo y ver cuáles son sus necesidades.  

Vivimos una vida acelerada, llena de responsabilidades, preocupaciones del día a día, las metas laborales que debemos cumplir y como resultado de esto: constantemente vivimos ansiosos, estresados y esperemos que no lleguemos al síndrome del Burnout (síndrome del trabajador quemado). 

Créanme que sé que tomarse pausas y descansos es un gran privilegio que no todas las personas tenemos. Sin embargo, a veces no tomamos vacaciones porque no somos conscientes de la necesidad que tenemos de parar, de darle silencio a nuestra mente, de detener nuestro cuerpo que es quien nos mueve día a día y no solo eso, sino que también es quien recibe y aloja todas nuestras emociones, pensamientos, preocupaciones y traumas.  

¿Para qué descansar? 

Si no hay descansos y vivimos bajo presión todo el tiempo, nuestra mente se agotará y perderá la productividad, creatividad y conexión con nuestro entorno. Cuando nos relajamos, reducimos la activación del sistema nervioso simpático (esta es la parte del sistema nervioso que aumenta nuestra frecuencia cardiaca, presión arterial, frecuencia respiratoria, hasta del tamaño de nuestras pupilas) y activamos el sistema nervioso autónomo parasimpático (para regular el aparato digestivo, cardiovascular, y aparato uterino) y esto lo hacemos mediante la meditación, el descanso, el darle pausas a nuestro cerebro, a darnos tiempos con nosotros mismos, relajarnos, hacer yoga también. 

El descanso provoca en nuestro cerebro, a través de actividades placenteras y la conexión genuina con nosotros mismos, la liberación de dopamina y serotonina, y esto nos ayuda a disminuir la ansiedad, el estrés, pensamientos rumiantes y, sobre todo, nos ayuda a combatir enfermedades físicas.  

Creatividad y pensamiento 

Por supuesto que el descanso nos ayuda con la creatividad, imagínense nosotros tomando un descanso, fuera de distracciones, realmente enfocándonos en alejarnos y desconectarnos, esto no significa que el cerebro esté inactivo para estos días, sino que no está enfocado en pensamientos repetitivos, ni en preocupaciones ni problemas del día a día, sino que hay espacio para pensar y sentir otras cosas. De esta forma nuestro cerebro tiene momentos para crear, para idear, para hacer, para ver para otro lado y pensar en lo que estamos viviendo en el presente. 

Bajemos al cuerpo 

Por otro lado, es una forma amable de escuchar a nuestros cuerpos y poner atención cuando nos está pidiendo que nos detengamos y reposemos en silencio. Es importante desconectarse para volver a conectarse. Cuando estamos tan llenos de estrés, cansancio y ansiedad, nos sucede que sufrimos enlentecimiento mental y físico. ¡No lleguemos hasta ahí! 

A mí, en lo personal, me funciona estar en contacto con la naturaleza, escuchar pájaros, caminar en montañas, dormir en medio de la nada, meditar en el patio de mi casa con los pies descalzos, abrazar árboles, manejar por horas escuchando música y cantando a todo pulmón, jajaja.

¿A vos, qué te funciona? ¿Cuándo fue la última vez que decidiste tomarte un descanso de las redes sociales, de las pantallas, del ruido de la ciudad, de tus rutinas?  

Recuerden que pueden seguirme en mis redes sociales de Instagram y Facebook como @telocuentamanda y si quisieran escucharme en Spotify lo pueden hacer por @CadaLocaConSuTema. ¡Hasta pronto, les mando abrazos! 

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