Un día después de haber regresado a su sede episcopal bajo asedio policial, el obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando Álvarez, celebró misa la mañana de este martes desde el templo San Isidro Labrador, perteneciente a la parroquia María Auxiliadora, en Las Sabanas, municipio de Cusmapa, departamento de Madriz.
La celebración litúrgica es dedicada a la ordenación presbiteral del diácono Orlan Antonio López Ramírez.
“Nuestra debilidad humana no es obstáculo cuando la sabemos reconocer y la ponemos fiel y confiadamente en las manos de Dios, somos barros en las manos del alfarero, Jesús resucitado nos dice su presencia estaré con ustedes, por esto es posible cumplir la misión del Señor adonde quiera que vayas, adonde quiera que Él te envíe, adonde quiera que yo te envíe, irás”, expresó en su mensaje monseñor Álvarez al ordenado.
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Monseñor agregó que “se puede temer la debilidad humana, pero a la llamada que viene de Dios nunca se le tiene miedo”, (pues) “esta indica siempre un camino, llama a una participación en las grandes cosas de Dios, cuando reconocemos la propia debilidad, entonces somos fuertes, te basta mi gracia, mi fuerza actúa mejor donde hay debilidad”.
A la vez destacó que la vocación sacerdotal es un don del corazón de Cristo. “En la vocación sacerdotal se experimenta el contraste entre la fuerza y la santidad del maestro que llama, y la fragilidad y pequeñez de quien es elegido. Es Jesús quien te llama, Él te dará siempre las energías y la alegría para ser fiel a sus servicios, al servicio de todos sin exclusión, sin exclusividades, pero preferencialmente de los más pobres, de los desprotegidos, de los descartables del mundo”, manifestó.
“Cristo no abandona nunca a los suyos”, reiteró.
Persecución y asedio policial
Álvarez denunció el jueves 19 de mayo que la Policía del régimen lo persiguió durante todo el día e invadió la casa de sus familiares, por lo que decidió resguardarse en la parroquia de Santo Cristo de Las Colinas, en Managua.
Monseñor inició “un ayuno de agua y suero indefinido hasta que la Policía, a través del presidente o del vicepresidente de la Conferencia Episcopal, únicamente, me haga saber que van a respetar mi círculo de privacidad familiar”.
Este lunes, monseñor logró salir de la parroquia Santo Cristo de Las Colinas, sin embargo, tal como ocurrió en Managua, en Matagalpa se encontraba un fuerte dispositivo policial en los alrededores de la Curia Episcopal, su domicilio.