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La Cumbre de las Américas

Demasiado revuelo causó el presidente mexicano al pedir que se invite a la Cumbre a los países que EE. UU. considera no democráticos. Se han sumado otros países que pertenecen a la misma ideología, de los que por el momento están en suspenso pero han manifestado su deseo de asistir, porque es, según ellos, un derecho como países americanos. México y sus seguidores están chantajeando su participación si no se les invita.

Llama poderosamente la atención que estos presidentes quieran y exigen un derecho a participar, seguramente para ir a gritar que es un triunfo de unidad americana, sin embargo, exigen un derecho que se lo niegan a sus pueblos, e incluso tienen leyes más que intimidatorias, pues niegan a sus ciudadanos el derecho a elecciones libres, justas y trasparentes. Exigen un derecho de libertad de expresión cuando a sus ciudadanos los encarcelan por hablar con la verdad. Exigen unidad para los países de sus ideologías, pero niegan el derecho a la organización a sus pueblos.

Ningún presidente democrático americano lleva más de 10 años en el poder, a como sí lo llevan los presidentes de los países que hasta el momento no se consideran invitados. Tampoco en los países democráticos hay presos políticos, como en el trío de países izquierdistas.

Si al presidente mexicano le duele tanto que no inviten a sus amigos ideológicos, ¿por qué no les dice a esos mandatarios que liberen a los opositores para demostrar que son democráticos? O bien, que realicen elecciones justas, sin trampas en la Ley electoral.

El presidente de México, cuyo nombre no escribo para no perder espacio en este escrito, argumenta la no intromisión en los asuntos de la libre determinación de los pueblos, es decir, que en esos países se pueden violar los derechos humanos de los ciudadanos y a él no le importa para nada en absoluto, pero sí le preocupa que esos presidentes no asistan a una Cumbre que se supone es solamente de países demócratas, que respetan el derecho internacional y que en todo lo posible, funciona un sistema de Estado de derecho, en donde el respeto a la propiedad privada es sagrado, así como la libertad de pensamiento y el derecho a querer optar a un cargo público sin temor a ser encarcelado bajo el argumento de ser acusado por traidor a la patria.

Quiero que estos presidentes asistan, pero que también se comprometan a lo inmediato a levantar el estado de facto existente en cada país, a que se liberen los presos políticos, y que se restaure el Estado de derecho.

En ninguno del trío de países, hasta el momento no invitados, debe utilizarse las fuerzas armadas para reprimir, torturar y secuestrar, solamente por pensar diferente a ellos; la Policía debe respetar a sus ciudadanos, pues a ellos se debe.

El presidente mexicano debe entender que no se trata de una simple no invitación a una Cumbre, la cual pasará y vendrán otras, se trata de defender la vida en estos países. Quiero hablar sin temor de que voy a sufrir represión por decir lo que pienso, quiero hablar con la libertad que lo hacen los gobernantes, que cuando quieren ofender a sus opositores indefensos hasta son aplaudidos por sus seguidores.

El autor es comentarista político.

Opinión Cumbre de las Américas Estados Unidos México archivo
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