La próxima Cumbre de las Américas se celebrará el próximo mes de junio y tendrá lugar en la ciudad estadounidense de Los Ángeles en California. En esta ocasión, informó el gobierno anfitrión que dicha cumbre lleva el lema “construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo para nuestro hemisferio”.
El sistema de las cumbres de las Américas se estableció en Miami en 1994 y se realizan cada tres o cuatro años. Hasta ahora se han celebrado ocho cumbres ordinarias: la de Miami (1994), Santiago de Chile (1998), Quebec (Canadá, 2001), Mar del Plata (Argentina, 2005), Puerto España (Trinidad y Tobago, 2009), Cartagena de Indias (Colombia, 2012), Panamá (2015) y Lima (2018). Además, se han celebrado dos cumbres extraordinarias, la de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en 1996, convocada para ratificar los acuerdos de la Cumbre de la Tierra (1992) de la ONU sobre medioambiente, y la de Monterrey (México) en 2004, a iniciativa de Canadá por los cambios de gobierno en varios países.
En esta ocasión la Cumbre está teniendo un protagonismo inesperado por dos razones. La primera, la negativa del gobierno anfitrión de invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, y la segunda, las declaraciones del presidente mexicano Andrés López Obrador de no participar, si se mantiene el veto a estos tres países. A esta posición se han adherido el presidente de Bolivia, algunas islas caribeñas aglutinadas en lo que se conoce como Caricom y más recientemente la presidenta de Honduras, quien manifestó que una cumbre sin la presencia de todos los países no es en realidad una cumbre.
La pregunta del millón es ¿qué va a hacer la Administración Biden ante esa posición? Las opiniones al respecto no se han hecho esperar y hasta la fecha han obligado a la Casa Blanca a dar a conocer que todavía no se han girado las invitaciones, en un claro mensaje que todavía no hay decisión oficial sobre el tema.
Antes de expresar mi humilde opinión, me gustaría que quede claro que a las Cumbres de las Américas, en principio los invitados son los jefes de Estado (presidentes) aunque ha habido casos en que se acepta la participación de delegaciones. En estas cumbres es usual que se toquen temas de interés regional sociales, de salud, política etcétera. Como dije antes, mi humilde opinión es que se debería invitar a todos los países independientemente de sus posiciones políticas. Recordemos que estas reuniones son parte de las actividades de la Organización de Estados Americanos (OEA) la que se podría decir que es la hermana menor de la ONU, y a ella no solo asisten todos los países del planeta. Algunos identificados por su falta de democracia e irrespeto absoluto a los derechos humanos de sus pueblos, no solo asisten sino que tienen poder de veto sobre las resoluciones que toma ese organismo que afectan según ellos a sus políticas dictatoriales.
Hay muchas maneras de evitar el protagonismo de invitados no muy deseables, por decirlo de alguna manera. Mal haría el gobierno norteamericano en empañar su cumbre insistiendo en una posición que al fin de cuentas acepta en la ONU. En la OEA participan 34 países, no creo que la participación de tres empañe dicha reunión, más bien si estos asistieran podrían darse cuenta de primera mano lo que piensan de ellos y sus regímenes los presidentes de los países de la región.
Por ello es que considero que aun sin estar muy de acuerdo con los motivos de los presidentes de México y Bolivia. Opino que no se debería excluir a los tres países en cuestión. Estoy consciente que más de un compatriota de los que viven actualmente fuera de nuestras fronteras deseara freírme en aceite hirviendo, pero la política y la diplomacia muchas veces exigen el máximo de ecuanimidad, una cualidad de la que padecemos muchos en la “oposición”.
El autor es comentarista político y directivo nacional de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense.