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Neurorradiología en Nicaragua

Se vivía febrero de 1978, cuando en nuestra Nicaragua, particularmente en el ambiente médico hospitalario, se comenzó a escuchar el nombre de la neurorradiología, como una especialidad con fisonomía propia. En ese mes había llegado de Colombia de realizar mi postgrado en neurorradiología en el lnstituto Neurológico de Colombia, en Bogotá, dirigido por el doctor Jaime Gómez González y con la tutoría personalizada de mi maestro, doctor Ricardo Patiño Méndez, neurorradiólogo entrenado en Escocia por el célebre doctor Donaldson. Como primer neurorradiólogo en el país se trataba de implantar la especialidad con identidad propia en nuestro mundo médico. Era un reto grande… y lo asumí.

Empecé a trabajar en los hospitales Oriental que luego sería Manolo Morales y ahora Dr. Roberto Calderón y en el 14 de Julio, ahora Antonio Lenín Fonseca; en ambos centros se atendían los pacientes neurológicos y neuroquirúrgicos, con referencia nacional. Al poco tiempo fui contratado en el Hospital Fernando Vélez Paiz.

Desde el inicio hacía los diagnósticos neurorradiológicos usando los equipos disponibles de radiología convencional. En el Hospital Oriental había un aparato de 500mA con intensificador de imágenes y una mesa que basculaba 90 grados en ambos sentidos (craneal y caudal ) que contaba con los soportes adecuados, por lo que en él realizaba las mielografías, y en el Hospital 14 de Julio que tenía el “telegen”, primer equipo telecomandado que hubo en el país y que contaba con un circuito cerrado de televisión, hacía las angiografías cerebrales por cateterismo, particularmente las de fosa posterior, usando la técnica de Seldinger. En el Vélez Paiz, mi servicio lo prestaba estudiando a los niños con patología neurológica, mediante estudios convencionales y neumoencefalogramas que aún tuve que hacer, pese a mis estudios y entrenamiento en tomografía axial computarizada, ya que en Nicaragua no se contaba con ningún tomógrafo.

Al Hospital Militar acudía inicialmente a solicitud del doctor Sócrates Flores, realizando allí arteriografías carotídeas y vertebrobasilares y mielografías. Ahí tenían un equipo con un intensificador de imágenes aceptablemente bueno. El doctor Flores, neurocirujano vascular entrenado en Colombia y Suiza, hacía cirugía de aneurismas y malformaciones vasculares; yo estudiaba a esos pacientes con angiografía de 4 vasos (pan-angiografía cerebral) procedimiento que realizaba también en el telegen, del 14 de Julio.

Sí, debido a la falta de seriógrafo o “cambiador de placas” que me permitiera obtener información de arterias, capilares y venas con una sola inyección, tenía que hacer los estudios con disparos de varias inyecciones calculando los tiempos para precisar el diagnóstico; conté para esto con el auxilio de los técnicos de radiología, un grupo de ellos abrazaron la mística necesaria para impulsar el establecimiento de la especialidad y me acompañaron siempre en la práctica de los estudios, asumiendo el riesgo de exposiciones mayores a los rayos X.

Con este reconocimiento que es para todos mis técnicos colaboradores, quiero mencionar a tres y en el entendido que ellos los representan justamente a todos: Zacarías Romero, Aquiles Centeno y Marvin Salinas. Gracias por su entrega desinteresada, profesional y visionaria.

El telegen que contaba además con tomografía lineal me permitió colaborar a los otorrinos en los diagnósticos de colesteatoma o laberintitis. Este equipo daba muy buen detalle, permitiendo buena definición de las estructuras del oído.

La práctica institucional la acompañé con docencia. Inauguré una sesión semanal de neurorradiología los miércoles a las 11:00 a.m. en el Hospital Oriental que fue promovida con interés y entusiasmo por parte de los doctores Guillermo Martínez Reyes, César Amador Kühl y César Martínez Molina, prestigiosos maestros de neurología y neurocirugía de nuestro país. A estas sesiones asistían los médicos en entrenamiento y especialistas en neurocirugía, medicina interna y otras especialidades como ortopedia, otorrino y maxilofacial.

Aumentó mi entusiasmo cuando empezaron a llegar a estas sesiones, casos de otros hospitales. Los residentes de la época llegaban cargando las bolsas de las radiografías y expedientes clínicos.

La dinámica empleada en estas sesiones eran discusiones clínico-radiológicas y presentación de casos, en un ambiente de respeto y cordialidad. Daba docencia comentando estudios realizados durante la semana, haciendo hincapié en la anatomía y en los hallazgos neurorradiológicos.

También di conferencias con diapositivas ilustrando todo el espectro que comprendía la especialidad de la neurorradiología, con particularidad en las angiografías cerebrales de fosa posterior mediante cateterismo de las arterias vertebrales con la técnica de Seldinger, además de las bondades de la tomografía. Estas conferencias eran dirigidas tanto a especialistas, médicos generales y en formación, profesores y autoridades hospitalarias, cuyo propósito era promover el conocimiento e interés en adquirir los equipos necesarios en nuestros hospitales.

El doctor Roberto Calderón, presidente de la Sociedad Nicaragüense de Radiología y el doctor Jacinto Espinoza, secretario, con su presencia e intervenciones en esas conferencias fueron un apoyo indiscutible a la consolidación de la especialidad de la neurorradiología y su futura extensión en el país. Seis años después, en 1984, el doctor Calderón fundaría la especialidad de radiología en Nicaragua.

Desde un principio visualicé que la docencia era medular en el reto de darle identidad propia a la neurorradiología, por lo que me empeñé en un recorrido itinerante por los distintos hospitales del país, para difundir el conocimiento de los nuevos métodos de imágenes compartiendo docencia y mi experiencia.

Mi alma mater, la UNAN León y como hijo de esa Facultad de Medicina, más la presencia en el Hospital Escuela Dr. Oscar Danilo Rosales Argüello de los prestigiosos neurólogos y neurocirujanos: doctor Marco Tulio Cifuentes, doctor Manuel Antonio Sacasa y doctor Nerio Cabrera; me llevaron a dar sesiones clínico-radiológicas que programaba periódicamente en el Auditorio Dr. Uriel Guevara de ese hospital.
El doctor Amador Kühl me invitó a dar charlas de neurorradiología al cuerpo médico de Matagalpa, que siempre fueron muy concurridas.

En el Hospital de Chinandega periódicamente tenía una sesión docente, con presentación de casos e interconsultas. También el Hospital San Juan de Dios en Estelí acogió la docencia con la misma dinámica, al punto que tiempo después fue la sede del “1er Simposio de Imagenología del Norte”.

A los médicos de Juigalpa y Boaco impartí docencia de la especialidad, en varias ocasiones y diferentes centros. En las sociedades médicas y hospitales de Masaya, Granada, Carazo y Rivas también hablé y mostré las aplicaciones e importancia de la neurorradiología y los nuevos métodos de imágenes.

Para el comienzo de la década de los noventa la brecha estaba abierta, asfaltado el camino, pasaron 12 años de trabajo continuo que marcan el primer período de la neurorradiología en nuestro país y que he dado en llamar como la era pretomografía.

La semilla había sido sembrada, solamente quedaba esperar… Al Señor de la vida y la civilización y la historia confié que germinara y diera frutos.

Y lo hizo… y me ha permitido ser protagonista y testigo.

El autor es médico neurorradiólogo.

Opinión medicina Neurorradiología Nicaragua archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 2 años

    Uds trabajaron con las unas y con el corazón,con mucho carino para la profesión ,nunca hubo un apoyo para la medicina.. me refiero a presupuesto para salud etc etc, creo que nos han usado solamente para fines oscuros. muy bonito escrito, articulado e inmensamente histórico.

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