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Así fue el nacimiento de Rubén Darío según un testimonio

Las biografías de Darío, incluyendo la más completa de todas que es La dramática vida de Rubén Darío del profesor Edelberto Torres, ofrecen poca información sobre las circunstancias que rodearon el nacimiento del renovador del idioma español. Don Edelberto alude al viaje en carreta de la madre de Darío, Rosa Sarmiento, al pueblo de Metapa, en compañía de su tía Josefa Sarmiento, debido a las dificultades surgidas en su matrimonio con don Manuel Darío. “Josefa Sarmiento reside desde hace algún tiempo en Metapa, nos dice el profesor Torres, llamada también Chocoyos, en el departamento de Matagalpa y allá lleva a Rosa para alejarla del mal esposo y procurarle tranquilidad y atenciones en el parto que ya no tarda.  En efecto, el 18 de enero de 1867, Rosa es madre de un niño, que ciertamente no viene a la vida en circunstancias que auguren felicidad”.

El propio Darío, en su Autobiografía, es muy escueto acerca de su nacimiento, sobre el cual tan solo dice que nació “en un pueblecito, o más bien aldea, de la provincia, o como allá se dice, departamento de la Nueva Segovia, llamado antaño Chocoyos y hoy Metapa”. En realidad Metapa pertenecía y sigue perteneciendo, ahora con el nombre de “Ciudad Darío”, al departamento de Matagalpa.

Es del conocimiento de los estudiosos de Darío que la mujer que asistió a Rosa Sarmiento en su parto se llamaba Cornelia Mendoza y que Darío nació en la casa de esta. De ahí que resulta sumamente interesante el documento aparecido en la biblioteca que perteneció al periodista y dariano Juan Ramón Avilés (1886-1962), que contiene el testimonio, en papel sellado rubricado por el presbítero Pío M. González Mendoza, con detalles sobre el nacimiento del Padre del Modernismo. Juan Ramón Avilés fue un devoto admirador de Darío. Coleccionó recuerdos y libros de Darío y sobre Darío durante toda su vida. El testimonio sobre el nacimiento de Darío, lo firman María Ester Mendoza y Rosario Inocentes Mendoza, madre y tía respectivamente, del presbítero Pío M. González Mendoza. Está fechado en Managua, el día 26 de mayo de 1955.

María Ester Mendoza Ruiz, nacida en 1877, en el año 1955, a los 78 años de edad, pero muy lúcida por la forma en que se expresa, asegura en su testimonio que vivió en Metapa hasta el año 1898. De sus padres y familiares supo lo que narra. Así nos dice que Cornelia Mendoza era prima de su padre don Félix Mendoza: “Las casas de ambos eran esquineras y quedaban frente a frente. La de mi tía Cornelia era pequeña, más o menos de ocho varas de largo al lado de la calle, con su cocina anexa y corredorcito interior. En esa casa, mejor dicho, en el aposentito de tía Cornelia, según ella me lo contó muchas veces, fue donde nació el niño Rubén (nombre que recibió después, cuando fue bautizado en la ciudad de León), o sea Rubén Darío. Tía Cornelia me contó que una señora de nombre Rosa, llegó procedente de León, en estado muy adelantado de embarazo, a Metapa, en un tren de mulas de comercio, que era la clase de transporte acostumbrado entonces. Dicho tren de mulas, con cargamentos que acarreaba desde la ciudad de León, pertenecía a unos comerciantes de apellido Luque y otros. Doña Rosa, quien iba puede decirse como pasajera, y había contratado los servicios de Luque y compañeros para que la condujeran, al llegar a Metapa fue informada por ellos que como no había hotel ni posada pública, más que los corredores de la Casa Cabildo, donde pernoctaban los viajeros transeúntes, le indicaban que el mejor lugar donde podría hospedarse era donde doña Cornelia Mendoza, mi tía, la cual gustosamente le dio albergue, y poco después ocurrió el nacimiento del niño Rubén, habiendo ayudado a mi tía Cornelia, que actuó como improvisada comadrona, una familiar o amiga suya a la cual llamó y que tenía alguna práctica en partos”.

La familiar o amiga, a quien Cornelia Mendoza llamó para que la ayudara atender el parto de Rosa Sarmiento, fue doña Agatona Ruiz, según lo atestigua el doctor Rodolfo Espinosa, exvicepresidente de Nicaragua, en su escrito Ciudad Darío, fechado el 4 de octubre de 1939, copia del cual fue encontrada también en los archivos de J.R. Avilés. Aparentemente, Agatona Ruiz era familiar de doña Cornelia.

¿Quién fue la primera mujer que amamantó al príncipe de la poesía en español?  Continúa su relato doña Ester Mendoza: “Tía Cornelia me contó varias veces, que ella era la que le había dado la primera leche amamantada al niño Rubén. “Mi muchachito Rubén            —decía mi tía—, la primer leche que mamó fue la mía, y enseguida la de su mamá doña Rosa, de manera que cuando se lo llevaron para León iba bien gordito. Era blanco y feo pero hermoso”.  Cuando se lo llevaron para León, fue contratado para conducir al niño Rubén, en brazos, en una especie como de hamaquita colgada al cuello, el vecino de mi tía Cornelia, Justo Vásquez. Doña Rosa iba a caballo, acompañada por el emisario que de León había llegado expresamente a llevarla enviado por la familia de ella”.

Según el relato de Ester Mendoza, Rubén supo de la existencia de Cornelia Mendoza y del auxilio que brindó a su madre doña Rosa Sarmiento. “Me contó también tía Cornelia, continúa doña Ester, y no solo me lo dijo sino que me los mostró varias veces llena de orgullo, que Rubén, siendo todavía niño o jovencito, le había enviado de obsequio un corte de vestido de una tela muy bonita, aunque no de seda, y un rebozo salvadoreño, de “barbas”, de “media seda”, de los llamados “tramados”, fondo verde y rayas azules formando cuadros. Tía Cornelia usaba ese rebozo como prenda predilecta, y por último lo tiñó en otro color.  Parece que el niño Rubén, por su parte, le tenía cariño especial a mi tía Cornelia, pues ella recibió cartitas de Rubén cuando él estaba chiquillo y ella las mostraba con gran alegría a los vecinos, según oía sus pláticas. Ella decía: “Me escribió mi muchachito. Hablaba de él casi como si fuera madre, y no perdía ocasión de repetir que ella era la que le había dado la primera leche, pues justamente, contaba ella, estaba criando por entonces a un niño suyo, que por cierto se llamaba César y que murió siendo joven todavía”.

¿Quién era Cornelia Mendoza? Dejemos que nos los diga su propia sobrina Ester: “Tía Cornelia era aplanchadora y purera de oficio. Era muy hábil y ágil en la manufactura de puros de tabaco, y la gente acudía a comprárselos. Su casa de habitación en Metapa, en la cual nació Rubén Darío, era de paredes enjalbegadas. El techo creo que era de palmas, y más tarde de tejas, siendo siempre ella la dueña, y ahí murió. Cuando Rubén Darío vino de Europa a Managua en el año de 1907, ya tía Cornelia había muerto más o menos cuatro o cinco años antes. Si ella hubiese estado viva estoy segura de que mi tía habría venido a verlo”.  

¿Trataron las Mendoza de hacer contacto con Darío en alguna oportunidad? Doña Ester asegura que sí: “Considero oportuno apuntar lo siguiente: cuando Rubén Darío, ya muy enfermo, vino por última vez a Managua, yo estuve a visitarlo en casa de su esposa doña Rosario. En su lecho de enfermo me recibió, y al darse cuenta de que yo era una de las Mendoza, de Metapa, se reanimó y me dijo estas palabras: “No quiero morirme sin volver a ver aquellos ‘chiribitales’ de Metapa, según me cuentan que son esas tierras. Sueño con llegar a conocer el lugar donde nací. Así es que prepárate para que vayamos en cuanto yo tenga una mejoría”. Doña Rosario, su esposa que lo atendía, lo estimuló diciéndole: —¡Sí, hijo! Vamos a ir a Metapa en cuanto mejores. Pero Rubén ya no pudo cumplir ese deseo, pues Dios lo llamó.

Agrega doña Ester en su testimonio: “Como datos finales y complementarios, quiero hacer constar que mi tía, en segundo grado, doña Cornelia Mendoza, era también prima hermana de doña Yanuaria Mendoza y don Pantaleón, ambos Mendoza. La señora Yanuaria fue la madre de doña Fidelia Avilés (apellido de padre, y Mendoza por apellido materno), madre a su vez del señor Juan Ramón Avilés. Doña Fidelia fue trasladada a Masaya desde muy niña, y ya no volvió a Metapa”. Esto quizás explique por qué Ester Mendoza entregó su testimonio a Juan Ramón Avilés.

Finaliza doña Ester explicando el motivo que la llevó a redactarlo: “Con todo gusto he hecho la presente narración, por tratarse de la vinculación entre nuestro glorioso Rubén Darío y la familia Mendoza, de Metapa, a la cual correspondió la suerte de dar la primer leche y el primer modesto techo a quien después había de ser el más grande orgullo de Nicaragua”.

El autor es jurista, educador, académico y escritor.

Opinión Edelberto Torres Rubén Darío archivo
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