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Así pensaba el doctor Chamorro Cardenal

Han pasado Navidad y Año  Nuevo, fechas de primordial importancia en el espíritu del ser nicaragüense, porque nos recuerda que ya nació Jesús, quien desde su humilde pesebre en Belén nos invita a reflexionar y proclama a los cuatro vientos  con su presencia: “Gloria a Dios en los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. También, porque al comenzar un nuevo año es momento propicio para analizar, desde la más amarga de nuestras frustraciones hasta nuestras más promisorias esperanzas, tanto para corregir en lo que hemos fallado como para impulsar, con renovados bríos, las más fecundas aspiraciones de una Nicaragua mejor para todos.

Dentro de éstas últimas consideraciones es imperativo recordar, que en este largo camino como nación que lleno de espinas y abrojos hemos recorrido, a la par de ominosas dictaduras que han llenado nuestros campos y ciudades de sangre, dolor y lágrimas, han surgido siempre hombres y mujeres que teniendo por norte la patria amada, no han escatimado ningún sacrificio hasta ofrendar sus propias vidas con elevadas miras. Uno de estos hombres es, sin duda alguna el doctor Pedro J. Chamorro Cardenal (1924-1978), ya consagrado para la posteridad  como el Mártir de las Libertades Públicas.

Con profunda tristeza estamos recordando que éste 10 de enero del 2022 se cumplen 44 largos años, en que aquella semilla que con su sangre él sembró, cayó en estéril tierra y que lejos de fructificar en la bienandanza nacional, como él hubiese querido, la han convertido en fuente de mayores males para su familia y para nuestra nacionalidad. El fantasma de la dictadura, ahora reencarnado en los Ortega-Murillo, sigue persiguiendo a Pedro Joaquín a través de sus familiares y principalmente a doña Violeta, que entre las dolencias que padece le han agregado muchas más a su atribulado corazón.

Los nicaragüenses conscientes que afortunadamente somos la gran mayoría, sabemos que Pedro Joaquín quería que sus conciudadanos y él mismo, viviésemos en democracia y libertad. Y para que estemos claros a qué me estoy refiriendo, veamos como pensaba políticamente Pedro Joaquín:

  • SOBRE LAS ELECCIIONES: No  puede haber respeto mutuo ni puede haber tranquilidad verdadera y por lo tanto, no habrá pleno desarrollo en Nicaragua, mientras no se establezca el sufragio libre y efectivo.
  • EL PAPEL DE LA JUVENTUD: centenares de jóvenes luchan en la actualidad por hacer que su patria  se encauce por el sendero de la democracia y asuma los caracteres de una República, perdidas por el fenómeno dinástico de las sucesión hereditaria del mando.
  • EL DIALOGO CON LA DICTADURA: No hay solución con la dictadura. Un país no se puede pacificar a sangre y fuego. 
  • LA CORRUPCIÓN: Los nicaragüenses estamos atravesando una etapa de enorme peligro por vivir en una sociedad, en donde no existe una autoridad para imponer el bien sino un mando arbitrario cuya finalidad es tapar el delito y la maldad, cuando no alentarlos.
  • LIBERTAD DE EXPRESION: Sin libertad de prensa, no hay libertad.

Por tener esas ideas peligrosas, que él defendió a  capa y espada, lo mataron. Pero ahora no pueden hacerlo porque está en brazos de la inmortalidad. No obstante, como el Cid Campeador, de la leyenda española, después de muerto siguió ganando batallas. Y seguirá haciéndolo, no lo duden.

En este año nuevo del 2022 los nicaragüenses no debemos ceder en nuestro empeño de seguir luchando hasta alcanzar la democratización de  nuestra patria. Es el compromiso ineludible que todos tenemos:  Por la sangre que derramó Pedro Joaquín aquel 10 de enero de 1978 en su lucha incesante por lograr un mejor destino para Nicaragua; por nuestros mártires de  abril del 2018 que nos dejaron un vacío imposible de llenar en nuestras mentes y en nuestros corazones; por nuestros presos políticos que sufren noche y día en las mazmorras de la dictadura; por las decenas de miles de exiliados que pululamos en tierras extrañas a veces sin pan ni techo que nos cobije. En fin: por todos los nicaragüenses de buena voluntad, que siendo inaccesibles al desaliento, mantenemos erguida la fe y la esperanza de que con la ayuda de Dios, la solidaridad internacional y nuestro propio esfuerzo: ¡Nicaragua volverá a ser Republica!

El autor es periodista y Secretario de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

Opinión Pedro J. Chamorro Cardenal archivo
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