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El pudor de Penélope

Ya he escrito antes sobre Penélope. De hecho lo hice dos veces seguidas, una el veintisiete de enero y la otra el tres de febrero de 2006. Pero da para más.

Penélope es la representación por excelencia de la fidelidad conyugal femenina. Pacientemente esperó veinte años el regreso de su esposo Odiseo (o Ulises), quien estuvo diez años en la Guerra de Troya y vagó diez más por mares e islas hasta regresar a su hogar en Ítaca.

También Penélope simboliza la astucia femenina. Ante el asedio de sus pretendientes que se instalaron abusivamente en su palacio, se comprometió a elegir uno cuando terminara de tejer un sudario o mortaja para Laertes, el padre de Odiseo.
Pero Penélope nunca terminaba el sudario porque cada noche destejía lo que había tejido durante el día. Y así pasó el tiempo hasta que por fin Odiseo regresó a casa.

Igualmente, aunque de esto se habla muy poco el mito de Penélope está vinculado con el pudor, virtud que los antiguos griegos tenían en mucha estima. Era una de sus divinidades alegóricas, Aidós, que vivía en la tierra durante la Edad de Oro pero se marchó cuando la maldad se apoderó de los humanos.

Se conoce que los antiguos griegos tenían cuatro clases de divinidades: los dioses principales, los dioses secundarios, los semidioses o héroes y los dioses alegóricos.

Dioses principales eran, por ejemplo, Zeus y Afrodita. Dioses secundarios: Pan, Flora, las Musas y las Ninfas, etc. Semidioses o héroes eran los hijos e hijas de dioses con humanos, como Aquiles, Hércules, Eneas y muchos otros. Y los dioses alegóricos eran las representaciones divinas de las virtudes y vicios, entre ellos la Justicia y la Verdad, la Fe y el Pudor, la Discordia y el Odio, la Maldad y la Venganza, y todos los demás.

A Penélope se le asocia con Aidós, el pudor, por lo siguiente. Ella era hija de Icario, un rey de Esparta y gran campeón de carreras quien decidió que su hija solo se casaría con un hombre que lo venciera en una competencia. Y fue Odiseo quien lo derrotó. Icario cumplió su palabra, aceptó el matrimonio de Penélope con Odiseo pero quería que se quedaran a vivir en Esparta. Incluso prometió a Odiseo heredarle el trono, si se quedaba a vivir allí con su esposa.

Pero Odiseo no aceptó y a Penélope se le planteó un gran dilema moral, porque amaba a su esposo y quería irse con él, pero debía a su padre obediencia filial.

Finalmente Penélope decidió marcharse con Odiseo. Icario los siguió por el camino, rogándoles que se quedaran. De repente ella se detuvo y volviendo el rostro hacia el padre se lo cubrió con un velo.

Icario entendió el gesto pudoroso de Penélope y se resignó a dejarla ir. Y en memoria de aquel hecho erigió en aquel mismo lugar una estatua de Aidós, el dios alegórico de la virtud divina y humana del pudor.

Opinión mitología griega Penélope archivo
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