Honduras celebra este domingo 28 de noviembre las elecciones generales y legislativas en las que sus ciudadanos elegirán al sucesor del presidente Juan Orlando Hernández, quien es señalado de fraude y de tener supuestos vínculos con el narcotráfico. El mandatario hondureño, tras el resultado electoral de Nicaragua en el que su homólogo Daniel Ortega consumó su cuarto periodo consecutivo, evitó referirse al tema alegando que “somos respetuosos de lo que ocurre en cada país”.
Hernández fue elegido presidente de Honduras en 2013 y reelecto en 2017, luego de que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de ese país levantó el veto a la reelección. El Partido Nacional, al cual representa Hernández, actualmente figura en las agrupaciones políticas que participaran en los comicios. El presidente hondureño a lo largo de la crisis sociopolítica de Nicaragua ha mantenido una postura pasiva de condena a la agudización de la represión y violación de derechos humanos en el territorio nicaragüense.
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El pasado 27 de octubre, Hernández arribó a Nicaragua y sostuvo un encuentro sorpresivo con Ortega en el que firmaron un “Tratado de Límites entre la República de Nicaragua y la República de Honduras en el mar Caribe y aguas afuera del Golfo de Fonseca“, con el que Nicaragua logró delimitar con Honduras un espacio para la salida del vecino país al océano Pacífico. Y recientemente, el 12 de noviembre, en la votación de la resolución en la que la Organización de Estados Americanos (OEA) declaró “ilegítimas” las elecciones celebradas en Nicaragua, el representante permanente de Honduras ante la OEA, Luis Fernando Cordero, se abstuvo de votar a favor o en contra.
Es por eso que ahora surgen varias interrogantes como ¿qué efectos podría generar el resultado electoral de Honduras sobre Nicaragua?, ¿un nuevo gobierno cambiará de postura frente a la crisis en Nicaragua? LA PRENSA consultó a analistas políticos y expertos en Relaciones y Derecho Internacional, quienes coinciden en señalar que cualquier nuevo gobierno mantendrá las mismas relaciones con el régimen de Ortega.
Partido Nacional y su vínculo con Hernández
Hoy, más de cinco millones de hondureños están llamados a las urnas. Deberán elegir, además del presidente del país para el período 2022-2026, a tres designados presidenciales (vicepresidentes), a los 128 diputados al Congreso, a los 20 diputados al Parlamento Centroamericano (Parlacen) y a 298 alcaldes.
En total son 15 los candidatos presidenciales inscritos. De ellos, según diferentes encuestas de opinión, solamente tres tienen mayores ventajas de llegar al poder: Xiomara Castro de Zelaya, por el Partido Libertad y Refundación (Libre), Nasry Asfura, por el Partido Nacional, y, con menor posibilidad, Yani Rosenthal, por el Partido Liberal.
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A lectura del experto en derecho internacional, temas de integración y catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carlos Murillo Zamora, el resultado electoral del país catracho no generará “ninguna diferencia”, y señala que “si gana el partido oficialista (Partido Nacional), se supone que hay un acuerdo entre Ortega y Hernández, que se plasmó en el tratado de límites”.
En esa misma línea, un experto nicaragüense en relaciones internacionales y analista político, que habló en condición de anonimato por temor a represalias, aclaró que esa postura “dependerá” del nuevo gobierno, no obstante consideró que si continúa gobernando el mismo partido que hasta ahora, “la situación se mantendrá igual de pasiva para la lucha por la democracia en el país, pero también se incrementarían los intercambios ilegales y el lavado de activos”.
Indicó que el Partido Nacional, de ideología de derecha, con el que el mandatario Hernández gobernó durante dos períodos consecutivos “lleva 12 años en el poder y es acusado de una corrupción galopante y de nexos directos con el narcotráfico, un hermano de Hernández (Tony) está preso en Honduras por eso, al igual que algunos exdiputados y alcaldes del mismo partido”.
De Zelaya y el Partido Libre
Una encuesta del Centro de Estudios para la Democracia (Cespad), publicada a finales de octubre pasado, coloca a la cabeza de las preferencias electorales a Xiomara Castro de Zelaya, esposa del expresidente Manuel Zelaya derrocado en 2009 por un golpe militar después de adherir a Honduras a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos, formada y liderada, en ese momento, por Fidel Castro y Hugo Chávez. Castro de Zelaya es candidata por el Partido Libre, de ideología de izquierda.
El especialista costarricense Murillo Zamora señala que “si gana la esposa de Manuel Zelaya, se supone que hay una relación más estrecha por ser ambos de lo que en el pasado de se llamó “socialismo del siglo 21″ (hoy no existe)”. Y añade que “gane quien gane en Honduras las relaciones con Ortega seguirán igual. No hay que olvidar que Honduras es un narcoestado y que la droga transita por Nicaragua hacia Honduras”.
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En esa misma línea, el especialista nicaragüense señala que si gana el Partido Libre “puede existir un cambio y ser más activo en defensa del régimen de Ortega, ya que existe cercanía ideológica pro izquierda y chavista de ambos”. Y rememoró que “cuando Zelaya fue sacado del Gobierno a Costa Rica, fue a Cuba y luego vivió acá (en Nicaragua). Entonces ese es un “favor político” y estratégico que deberán pagar a Ortega por medio de un apoyo más específico”.
Añade, que por lo tanto, que si los Zelaya llegan al poder, “la corrupción seguirá, porque los Zelaya son corruptos e incluso se sospecha tienen nexos con narcotraficantes, ganadería ilegal y ventas de maderas preciosas también ilegal. Además de ocupar su poder político y económico en su pueblo natal Olancho (que es uno de los más grandes de Honduras) para tener una posición privilegiada en los negocios ilícitos”.
El nicaraguense, desde el anonimato, prevé que de hecho, si el Partido Libre ostenta el poder “Hernández, y su gente estaría expuesta al perder la inmunidad como representantes del Estado hondureño a procesos judiciales, tanto por corrupción como por narcotráfico”.
Pobreza, zozobra y tensión
Honduras, uno de los tres miembros del llamado Triángulo Norte junto con El Salvador y Guatemala, celebra los comicios en un clima de zozobra ante el temor ciudadano de que tras el resultado electoral se desaten violentos disturbios, como los ocurridos en 2017 cuando el presidente Hernández se reeligió en medio de acusaciones de fraude.
El Banco Mundial coloca a Honduras como el segundo país más pobre del continente, después de Haití, e identifica que casi la mitad de la población vive con menos de 5.50 dólares al día y el 14.8 por ciento de los hondureños sobrevive con menos de 1.90 dólares por día.
Los comicios están marcados por al menos 29 asesinados vinculados a motivaciones políticas ocurridas durante el período de la campaña electoral en el país catracho, según datos de Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh).