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Francisco Jirón Laguna cumplirá seis años en octubre de este año. LA PRENSA/ARCHIVO

La historia del bebé Francisco Jirón, secuestrado en Siuna en 2017 y a quien su familia aún espera encontrar

El niño, entonces de 18 meses, fue secuestrado el 20 de abril de 2017 mientras dormía en una hamaca. Su mamá había salido a buscar leña y su papá no estaba. Cuando la familia escuchó del rapto y posterior encuentro de la niña de Matagalpa, deseó que hubiera sido igual con el bebé

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David Jirón Barrera sintió impotencia y envidia cuando se enteró de que la niña que había sido raptada en Matagalpa la semana pasada fue recuperada en menos de 24 horas. Dice que lloró mientras sentía cómo la familia de la menor celebraba. No era envidia de la mala, agrega, pero deseaba que fuera su hijo, Francisco Jirón Laguna, quien hubiera aparecido.

Francisco fue secuestrado hace cuatro años, exactamente el 20 de abril de 2017. En ese momento tenía 18 meses de edad y fue raptado de su vivienda ubicada en la comunidad San Martín Yaoya, en Siuna, mientras dormía en una hamaca. Hoy, su familia no tiene rastros de su paradero, pero vive con la esperanza de poder algún día encontrarlo.

Su papá dice que su hijo siempre está presente, que en su vida no ha desaparecido y que no se lo imagina grande, con los 6 años que está por cumplir en octubre. Lo recuerda risueño y dando sus primeros pasos, jugando con sus mascotas, una lora y un gato, en el piso de su casa. “Lo recuerdo tan así, como si fuera ahorita, en el patio había un palo de almendras entonces el niño se iba a recoger almendras y traía unas cuatro, unas cinco, y se las daba a la lora, pero siempre se dejaba una para él. También como cuando pedía agua, cuando él pedía comida, es una memoria completa lo que él vive en mí”, dice David, de 39 años.

Francisco Jirón Laguna es el cuarto hijo de la familia y David dice que siempre fue un niño deseado y mimado por todos. Era la alegría de la casa. Tenía un apego especial con una de sus hermanas mayores y cuando fue raptado todavía tomaba leche materna. Meses antes de su secuestro, el niño había estado enfermo de neumonía, un padecimiento que le habían detectado previamente y que lo mantuvo internado en el hospital de Siuna. La neumonía, dice su papá, lo complicaba cada vez que tenía un resfriado.

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David se dedicaba a cultivar la tierra de la finca que tenían y su esposa Ana María Laguna se dedicaba al cuidado de los hijos. El día del secuestro, David no se encontraba en la vivienda, ya que además de ser agricultor es “delegado de la palabra de Dios en la iglesia católica” y ese día viajó hasta una comunidad llamada El Algodón, ubicada entre Mulukukú y Río Blanco, para participar de un encuentro matrimonial con el ministerio de canto del que es integrante.

El secuestro

El secuestro ocurrió a eso de las 8:00 de la mañana, pero David se enteró hasta pasadas las 6:00 de la tarde. La razón, asegura, fue porque su celular se le había dañado y lo dejó en una tienda en Río Blanco para que se lo repararan. David no se imaginaba las múltiples llamadas perdidas que tenía y la tragedia que había ocurrido. Una amiga, dice, fue quien pudo contactarlo y darle la noticia.

El hombre ya iba de regreso a su casa, y una vez que supo que su hijo había desaparecido, apuró más el viaje, pero por la lejanía de la zona pudo abordar un bus que cubría la ruta Puerto Cabezas-Siuna a eso de las 11:00 de la noche del mismo día y llegó a Coperna, una comunidad cercana a su vivienda, a las 3:00 de la mañana del 21 de abril. “Era terrible, no puedo describir qué siente uno, qué piensa en ese momento. Yo llegué hasta las 12:00 del mediodía (a mi casa). San Martín de Yaoya es una comunidad en la que no había acceso, había que ir caminando en partes y llegué más tarde. Eso como le decía, no lo puedo describir, toda una pesadilla, (me preguntaba) quién se lo llevó, podría estar muerto cerca en alguna parte, es algo desesperante, sin descripción, sin frase”, relata.

Cuatro días después del secuestro, la vicepresidenta Rosario Murillo, en su comunicación diaria con medios oficialistas, dio parte del hecho y dijo: “Un bebé de 18 meses desaparecido, es el reporte del fin de semana; un bebé en Siuna, que se sigue buscando en el Triángulo Minero, comunidad San Martín Yaoya, a 45 kilómetros. Hay un equipo que envió la Dirección de la Policía Nacional hasta esa comunidad. El menor se llama Francisco Gadiel Jirón Laguna, hijo de Ana María Laguna Cano, de 32 años. Vamos a estar muy pendientes de los trabajos del equipo de investigadores de la Dirección de Auxilio Judicial de nuestra Policía, que están en la búsqueda y captura de los delincuentes”.

La familia de Francisco celebró su segundo cumpleaños, el 4 de octubre de 2017, seis meses después de su desaparición. LA PRENSA/ARCHIVO

Estaba en una hamaca

La familia del menor no tiene muchos detalles de cómo se lo robaron. David dice que aprovechando que Francisco se había quedado dormido tomando pecho, su mamá lo puso en una hamaca y se fue a recoger un puño de leña a unos 200 metros de la casa para preparar la comida. Solo estaban ellos dos en la casa, porque sus otros hijos andaban en la escuela. Cuando regresó, el niño ya no estaba. “Es lo único, no se sabe absolutamente nada, un vecino, un amigo, nadie vio, nadie supo, ese mismo relato se ha mantenido”. La distancia entre una y otra finca habría dificultado que los vecinos se percataran del robo del menor.

Los primeros en buscar a Francisco junto con la familia fue un maestro y los alumnos de una escuelita de la zona. Llegaron a la casa y empezaron a buscar por todos los rincones. La búsqueda continuó y a las 4:00 de la tarde se unieron más vecinos, tratando de hallarlo.

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“Algunos imaginaron que yo estaba ligado. Imaginaron de que yo era parte del secuestro, que el niño yo lo había mandado a secuestrar, empezaron a acusarme a mí, y entonces yo les hablé con mi carácter, y les dije: ‘¿Cómo yo voy a hacer eso, un caso así de esa naturaleza?, ¿yo voy a tener el corazón para hacerlo? Además no tengo motivos para secuestrarme y robarme a mi mismo hijo, sería algo ilógico. De hecho, creían sí de primera instancia que yo lo podía tener, porque no estaba en la comunidad, no contestaba el teléfono, y entonces empezaron a imaginar esas cosas, pero cuando yo llegué ya las cosas cambiaron”, relata.

La Policía llegó a la casa el 21 de abril, un día después del secuestro, y un oficial les dijo que iban a esperar 24 horas para empezar la búsqueda. “Yo hago un énfasis en todos los casos que se han dado con niños que han desaparecido, y la Policía rapidísimo les da seguimiento y logran el objetivo. Yo admiro esa posición, pero mi pregunta es por qué al mío le dieron 24 horas, ese oficial no informó a la delegación de Siuna qué pasó, en mí hay un montón de preguntas: por qué le dio 24 horas para empezar a buscar a un niño de 18 meses. Eso me deja a mí bien impotente, no sé qué pensar, qué decir, ante quién, quién me ayuda, por qué me le dieron tanto tiempo para un caso tan grave”, se cuestiona David, quien asegura que cuando inició el operativo su hijo seguramente ya iba lejos.

Mientras transcurría ese plazo, el papá del menor decidió caminar hasta la comunidad de Coperna para buscar a su hijo y a eso de las 4:00 de la mañana llegó al puesto policial para ver qué había pasado. Encontró al mismo oficial, acostado, y tras hacerle unas preguntas, este le pidió una recarga electrónica para poner la noticia del secuestro en los medios de comunicación. “Yo le di la recarga porque él supuestamente iba a denunciarlo por redes sociales, pero todo eso fue pura mentira, no le creo, el hombre estaba acostado, durmiendo tranquilo mientras pasaban las 24 horas. Es algo feo, no estoy discriminándolo, pero eso no se me olvida lo que pasó, por qué lo hizo”, agrega.

David Jirón y Ana María Laguna, padres de Francisco, junto a Juan Carlos Arce, del Cenidh. LA PRENSA/ARCHIVO

Un día después, la Policía empezó a buscar al niño y llegó una delegación desde Managua para apoyar con el operativo, pero no encontraron rastro. Detuvieron a al menos seis personas, todos miembros de una misma familia, sospechosas de la desaparición y entre ellas un hombre que les habría pedido 25 mil córdobas a cambio de entregarles al bebé, pero era solo una mentira.

David y su esposa fueron llevados hasta Managua y la Policía tuvo a Ana María Laguna durante un día en el Chipote bajo investigación y, según denunció ella misma en el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), la Policía pretendió responsabilizarla de la desaparición. “Me decían que dijera la verdad, si no, a punto de golpe me iban a sacar la verdad y que si era que había entregado el niño a alguien o se me había matado o si era que andaba con algún querido en el monte, que por andar con el querido había dejado abandonado a mi hijo”, dijo al Cenidh en 2018.

LA PRENSA intentó hablar con Ana María para este trabajo, pero se excusó asegurando que revivir el secuestro de su hijo la resiente.

La familia no tiene sospechas de quién pudo haberse robado al menor, pero tienen dudas de la familia que fue detenida, ya que según el relato de una de las personas a cargo de la investigación uno de los hombres le pidió a su hijo que ya entregaran al bebé porque ya estaban en problemas. El responsable aseguró que esa afirmación la hizo porque el hombre ya estaba “descachimbado de la cabeza” por los golpes que le estaban dando mientras era investigado, pero David no quedó convencido y sigue creyendo que son culpables. Tras su liberación, esa familia desapareció de la zona y “la información huyó con esas seis personas”.

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Afirma que no han desistido en la búsqueda de su hijo y en 2018 viajaron hasta Managua para encontrar más apoyo de parte de las autoridades policiales y seguir denunciando la desaparición de Francisco. “Nosotros hicimos una carta, la dirigimos a la jefatura de la Policía, en este caso de don Francisco Díaz y llevamos la carta. La recibió alguien no sé si fue su secretario, pero alguien la recibió, nos la firmaron y nos quedamos esperando respuesta, que nos iban a llamar por esa carta, al final no nos dijeron nada de esa carta”, cuenta.

En la carta, según explica, pedían una revisión exacta, exhaustiva, una investigación completa, sobre el caso de su niño, que los acompañaran y que no los dejaran solos. La familia solicitaba que aplicaran todas las técnicas que tienen para hallar a Francisco, porque confiaban en ellos.

Campaña quedó en el olvido en abril de 2018

David dice que la campaña que hicieron en Managua estaba logrando eco, pero eso fue en abril 2018, cuando iniciaron las protestas sociales en el país. “Eso vino como un balde de agua encima de mi caso, eso realmente borró todo, lo que habíamos hecho ahí se terminó, desgraciadamente eso tuvo sus consecuencias en el caso, ya no pudimos hacer nada”, asegura.

Cuatro años después del secuestro, David dice que pareciera que todo está en el olvido, “esperando la misericordia de Dios”, y solo cuando pasan casos de desaparición con el de la niña de Matagalpa, se revive el caso de su hijo. La investigación no está cerrada, asegura, pues en la delegación policial de Siuna le han dicho que siguen averiguando, pero no como una prioridad.

El hombre llega de vez en cuando a la estación policial a ver qué ha pasado y en al menos dos ocasiones se ha hecho pruebas de ADN con niños que tienen características similares a su hijo, pero sin éxito alguno. “Ha sido un encuentro tristísimo porque estar pensando que si ese niño al que uno le está haciendo un ADN es el de uno, ¿estaré frente a mi hijo y no me doy cuenta?, eso es realmente humillante, desesperante, y la Policía sí en eso nos ha ayudado, pero que va a ver algo o que le está dando seguimiento hasta ahora no. Si yo consigo una información, ellos la verifican”, sostiene.

Otra de las imágenes que ha compartido la familia de Francisco Jirón. LA PRENSA/ARCHIVO

Aún esperan encontrarlo

La pérdida de Francisco ha representado un golpe emocional para la familia, quien decidió vender la casa donde nació Francisco porque se convirtió en un doloroso recuerdo. “Fue una decisión incómoda, pero realmente seguir viviendo ahí era doloroso para nosotros, era una situación, como vivir en medio de un recuerdo que ya no va a volver. (Era) donde el niño caminaba, donde el niño jugaba, pensar en eso. Yo llegué a un momento y hasta ahora yo no quiero, si es posible, nunca volver. De hecho la finca la tuvimos cerca de tres años y ahí quedó abandonada, yo no iba, y cuando íbamos, íbamos para llorar, entonces nos despojamos y dejamos eso ahí”, dice David. Ahora viven en la comunidad Coperna, ubicada entre Siuna y Rosita.

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Durante este tiempo, David asegura que no han recibido terapia para lidiar con la pérdida y solo como familia han logrado mantener la unidad y darse el apoyo que necesitan. “Esperamos que Dios nos haga el milagro, la fe no la hemos perdido, y por ello luchamos y por ello vivimos. Seguimos en el mismo camino, pero solo apoyados por la misma familia, los miembros de la familia donde vivimos, porque para decirle a nosotros no nos hace acompañamiento absolutamente nadie, autoridad, alcalde, Iglesia, llámese políticos, la misma familia, no tenemos cercanía”. “Sabe, los niños (sus otros hijos) la desesperación que mantienen, es horrible y si hablaran con esos niños se dieran cuenta que ellos tienen trauma, que ellos también están traumados”, dice.

Para David y su familia, encontrar a su pequeño es su mayor sueño y anhelo. “No hay otra cosa más especial que encontrar a Francisco y esperamos celebrar todos y si eso fuera lo contrario, pues que ya sea la voluntad de Diosito”, dice.

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