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Patente de corso

El Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela ratificó la condena contra el Diario El Nacional de Caracas. ¿Alguien esperaba alguna otra cosa?

Con esa decisión para el mayor enriquecimiento de Diosdado Cabello, investigado por narcotráfico y uno de los señalados por la ONU con nombre y apellido, junto a Nicolás Maduro, como presunto responsable de crímenes de lesa humanidad, el TSJ confirmó su ya sabida condición de institución espantapájaros.

Cabello, ofendido en su honor —se trata de un hombre muy “honoroso”— reclamó una reparación y los jueces de la dictadura sentenciaron que El Nacional debía pagarle, al día de hoy, 31,843,014,940.710 bolívares (ni sé cómo se dice). Redondearon primero en US$13.36 millones, que nuevamente redondeados a hoy son US$30.05 millones. Qué honor caro el de Diosdado. A Correa cuando demandó a El Universo de Guayaquil solo le dieron 3 millones de dólares. Se supone que Diosdado repartirá algo entre los amigos.

Además de tratarse de un descarado atropello a la libertad de expresión, reconfirma que lo de la separación de poderes independientes en Venezuela en una broma macabra. Parecido a esto solo lo de Ortega con La Prensa de Nicaragua, pero sin careta ni disimulo.

La ONU, la OEA, todas las organizaciones de DD. HH. han denunciado la dictadura venezolana y la han señalado como responsable de crímenes de lesa humanidad. Y tarde o temprano Maduro, Cabello, adlátares y generales serán condenados por el tribunal internacional.

¿Cómo es posible entonces que otra vez se haya instalado una mesa de diálogo con el régimen de Maduro? Estamos todos locos o hay mucho “inútil dañino” que busca algún elemento para disimular su cobardía, desvergüenza y complicidad. Maduro cuando está muy “rodeado” busca el diálogo para ganar tiempo y ese es su juego. El papa Francisco hace una década lo sacó de los pelos y sigue dando alguna manito. Después, en distintos momentos han colaborado para ello el PSOE —a varios niveles— algún que otro paisito europeo, Lula y el Frente Amplio uruguayo, el kirchnerismo y Alberto Fernández de Argentina, Cuba —of course—, Nicaragua y en cualquier momento, si se aguanta, Pedro Castillo de Perú.

Hoy el que se luce es López Obrador (AMLO) de México. Se aprovecha de que está Joe Biden más blandito y medio sin rumbo; en épocas del prepotente Trump marcaba el paso: hay que recordar el vergonzoso discurso de AMLO en Washington en que poco faltó que pidiera a los estadounidenses que votaran a Trump. AMLO cuando volvió a casa además, hizo todos los mandados, en particular con el tema “inmigrantes”. Y en el medio los noruegos, especies de Neville Chamberlain, quienes ya deberían de saber que lo que busca Maduro es seguir en el poder y ahora, particularmente que lo liberen de las sanciones. Esto es, que pueda hacerse de los dólares y el oro que tienen bloqueado (los generales deben estar exigiendo sus mesadas).

¿No saben los noruegos lo de las acusaciones de genocidio?

Hay una gran responsabilidad de los que dan vuelta la cara. La indiferencia también mata gente, tortura y viola los derechos humanos.

Asimismo cabe responsabilidad a la oposición venezolana que parece que nunca la acierta para suerte de Chávez y de Maduro. ¿Qué cree que van a conseguir? ¿Otra vez con el diálogo? ¿Otra vez reconocerle legitimidad al régimen? En los hechos, y así ha sido, lo único que hacen es renovarle a Maduro la patente de corso.

El autor es periodista uruguayo. Expresidente de la SIP.

 

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