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Managua, Nicaragua. 03/01/2020. Mas de 3 mil jovenes se presentaron la mañana de hoy para realizar el examen de admision en la UNiversidad de ingenieria UNI, mientras sus padres esperaban fuera del recinto. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

De la universidad al desempleo: la realidad a la que se enfrentan los jóvenes recién egresados

Tres casos y varios analistas. La situación es reiterada, los nuevos profesionales se enfrentan a un mercado laboral incierto.

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Ricardo Lanuza tiene 23 años y no ha podido encontrar trabajo como ingeniero industrial desde hace dos años que se graduó en la Universidad Centroamericana (UCA).

Ha llegado a varias empresas a dejar su hoja de vida, pero ninguna lo ha llamado para contratarlo. Lo mismo le pasa a Daniela Huete, egresada de la carrera de Mercadotecnia el año pasado. “Ya perdí la esperanza de encontrar algo”, dice, y planea ahorrar para irse a España y buscar empleo en el viejo continente.

A Huete sí le han ofrecido empleo, pero con remuneración salarial muy pobre y “eso no me alcanza ni para alquilar un cuarto en Managua”, dice la joven originaria de Rivas.

Por su parte, Abel López consiguió empleo en un call center y dice que le pagan “mucho mejor” que lo que ganaría como técnico en reparación de celulares. La ventaja de López es que pudo estudiar inglés, pero al igual que Huete tiene planes de ahorrar y migrar.

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Esta es la realidad de muchos jóvenes profesionales que salen de los centros de educación superior y se enfrentan al mundo del desempleo. Algunos logran encontrar trabajo en una rama laboral de la que no se profesionalizaron, otros encuentran una solución en los call centers y otros deciden irse del país.

No a todos les va mal

Cristiana Lucía Pérez egresó de la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) en 2014, y rápidamente se puso a buscar trabajo porque necesitaba aportar en los gastos de su hogar.

Las primeras ofertas laborales que encontró, al igual que muchos jóvenes, fueron como pasante en bancos o con puestos poco remunerados en empresas, así que optó por un call center.

Empezó desde abajo. Estuvo como agente en un call center durante un año, y recuerda que era “un trabajo muy monótono, un tanto aburrido y un poco esclavizante”, por la carga de trabajo diaria.

Luego aplicó para otro cargo en el Departamento de Calidad de la empresa y la seleccionaron para ser analista de calidad durante cuatro años, los cuales fueron de mucho aprendizaje y crecimiento personal.

Hoy, Pérez tiene 27 años y trabaja como Especialista de Recursos Humanos en ese departamento del mismo call center al que llegó hace seis años. Se encarga de facilitar los cursos de inducción al personal nuevo, atiende las dudas y consultas de los demás trabajadores, entre otras tareas que desempeña.

Bono demográfico desperdiciado

El sociólogo Sergio Cabrales explica que esta situación de los egresados universitarios no es fenómeno reciente. Desde antes de la crisis política y la pandemia, los jóvenes recién egresados de los centros de estudios superiores iban directo al desempleo, desaprovechándose así los años de bono demográfico que tiene el país.

El bono demográfico es cuando la mayoría de la población en un país es joven y apta laboralmente para el desarrollo de esa nación. A Nicaragua le quedan 14 años de bono demográfico, hasta 2035, pero este ya está prácticamente perdido, considera Cabrales porque “lo poco que se pudo haber retornado de esa inversión al bono demográfico en su momento, está saliendo del país”.

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El economista Maykell Marenco detalla que además de jóvenes profesionales saliendo del país, existe un fenómeno de migración interna. Los jóvenes dejan sus ciudades o comunidades de origen porque creen que en la capital les irá mejor, lo cual crea una mayor densidad poblacional en Managua y un pobre desarrollo local en las demás ciudades del país, comenta Marenco.

Esta migración a la capital no garantiza que podrán encontrar empleo en un mercado laboral con bajo nivel de competitividad, resalta Marenco. Es ahí donde los call centers se convierten en un refugio para este ejército de jóvenes profesionales desempleados.

Pero Marenco también critica esta vía de escape. “Un salario de 500 o 600 dólares no es tan competitivo. Te permite sobrevivir, pero no es competitivo. Representa al final del día un incentivo más para la fuga de talento humano”

Pierde Nicaragua

Para el sociólogo Cirilo Otero, este es un problema que genera pérdidas al país. “Pierde en dos ambientes. Pierde la inversión que hace en esa persona los aproximadamente 15 años que estudió, y pierde la posibilidad de tener gente que produzca nuevas y mejores ideas para el desarrollo del país”.

Además, cuando un joven profesional le cuesta encontrar empleo, usualmente le “causa decepción y ansiedad”, por lo que prefiere migrar y probar suerte en el extranjero, explica Otero.

Por otro lado, la migración de jóvenes profesionales contribuye a la merma del Producto Interno Bruto de Nicaragua, porque esa capacidad de producción que se está fugando a otros países, se está desaprovechando.

Pero Cabrales no coincide del todo con el criterio de Otero, pues expone que los jóvenes profesionales que migran, una vez que logran establecerse en el exterior empiezan a enviar remesas y genera ingresos al país.

Lo que sí es cuestionable para Cabrales es que “a mediano o corto plazo esa inversión el país no la pueda ver. Es muy decepcionante que el país no pueda potenciar esa inversión” que hace en la formación de jóvenes profesionales. Para saber cuánto se recupera de esa inversión a partir de las remesas, habría que calcularlo con cifras reales, advierte el sociólogo.

De igual manera el economista Maykell Marenco expone que una parte de esa inversión se recupera desde las remesas, pero no es todo, porque hay jóvenes que llegan a establecer su vida en el exterior, se llevan a sus familiares y Nicaragua queda en el olvido.

No existen análisis ni datos de cuántos jóvenes profesionales migran porque no encuentran empleo en Nicaragua, pero lo cierto es que es una problemática que está pasando y que perjudica negativamente al país.

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Las cifras más actualizadas del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide) indican que el desempleo abierto en el país durante el primer trimestre se ubicó en 4.9 por ciento, registrando un incremento del 0.1 por ciento con relación al último trimestre del 2020.

Mientras tanto, el subempleo se ubicó en un 44.6 por ciento. Esto significa que al menos cuatro de cada 10 nicaragüenses obtienen bajos ingresos por su trabajo, incluso por debajo del salario mínimo.

Emprender, la otra opción

Otra opción que toman los jóvenes es emprender. Ya sea con una tienda de ropa en línea, con recetas de cocina atractivas, manualidades, entre otras opciones. Pero Otero considera que Nicaragua no ofrece las condiciones para que los emprendedores puedan salir adelante.

“De cinco emprendimientos, dos sobreviven. Con el tiempo, uno muere y solo queda uno”, valora, y respalda su hipótesis en un seguimiento personal que le ha dado al tema de los emprendedores jóvenes.

Además, no todos los emprendedores tienen las mismas condiciones. Otero critica que mientras Camila Ortega Murillo, hija de la pareja presidencial, promueve eventos que supuestamente son emprendimientos personales, muchos jóvenes de escasos recursos con grandes ideas no tienen el financiamiento para echarlas a andar.

Inestabilidad política

La actual crisis sociopolítica es el otro factor para que los jóvenes profesionales decidan migrar y también uno de los principales factores de la falta de empleo.

La joven Daniela Huete así lo cree. “Si esto no se compone, mucho menos que encuentre trabajo. Prefiero salir (del país) y probar opciones por allá”, comenta.

A Ricardo Lanuza le preocupa el contexto político y electoral. “Daniel no se va a ir en noviembre. Va a costar todavía más conseguir trabajo el próximo año”, dice el joven preocupado. Él no tiene la capacidad para irse del país por su cuenta, por eso está buscando una beca extranjera que le permita continuar formándose y, de paso, salir de Nicaragua.

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