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Vida Plena con Nadia Vado: Habituarnos a ser honestos

A veces no deseamos hacer algo pero por agradar a otros nos cuesta decir: “No puedo”. Esta falta de honestidad es un temor a no ser aceptado y sufrir rechazo, por tanto, hablar con la verdad requiere de mucha seguridad y valor

¿Te ha pasado que te invitan a algo y decís “sí, ahí llego”, y ya en tu mente sabés que no llegarás? O más comúnmente, te llaman por teléfono y decís “ya voy en camino por tal lado” y resulta que aún no has salido de la casa.

A veces vemos estas cosas como normales, pequeñas mentiritas blancas que la mayoría de las personas usan para autoprotegerse, quedar bien o simplemente por costumbre. Y vamos con este hábito por la vida, en el que los niños desde pequeños las escuchan y aprenden con mucha naturalidad. Y así, crecemos en una sociedad en donde mentir es lo más normal, tapar o engañar es parte de nuestra cultura.

De igual manera, en muchas ocasiones no somos honestos con nosotros mismos. A veces no deseamos hacer algo pero por agradar a otros nos cuesta decir: “No puedo”, “no te podré ayudar”, “no llegaré”. Esta falta de honestidad es un temor a no ser aceptado y sufrir rechazo, por tanto, hablar con la verdad requiere de mucha seguridad y valor.

Crear el hábito de ser honestos nos aporta muchas ventajas en la vida:

1- Nos permite confiar en los demás. Generalmente la persona que miente cree que todos mienten al igual que él o ella. Entonces se genera un círculo de desconfianza que finalmente afecta la calidad de las relaciones interpersonales, sobre todo entre parejas y colegas de trabajo.

2- Se gana la confianza, la credibilidad y el respeto de todos. Cuando una persona es correcta, íntegra y coherente brinda mucha confianza y se vuelve un referente a seguir. Cuando nadie te escucha mentir, sabe que a tu lado hay seguridad y lealtad, y que por tanto se puede confiar en tu palabra.

3- Se vive con paz y ligereza. Ser honestos hecha afuera todo sentido de culpa y remordimiento por mentir. La persona que miente mucho se enreda en su propia telaraña de mentiras ocasionándose a sí misma inseguridad, estrés y hasta paranoia. La persona se hace esclava de su propia mentira.

Hablar con la verdad tiene un precio que vale la pena pagarlo por nuestra propia paz y por la confianza que ganamos ante los demás. Te invito hoy a honrar tu palabra, no permitirte mentiras ni por más pequeñas que sean. A habituarte a ser honesto con tu ser siendo tu propia versión sin querer agradar a otros a costas de tu propia verdad. A ser un ejemplo de rectitud y honestidad para tus hijos.

Recuerda las palabras sabias de Jesús: “La verdad te hará libre” (Jn. 8:31).

Nadia Vado, autora y conferencista. www.nadiavado.com

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