Las tribus indígenas del Pacífico de Nicaragua se originan de migraciones mesoamericanas, chorotegas primero, nicaraos uto-azteca después, a partir del siglo 7 d.C. y en el sur Caribe, arriban chibchas suramericanos. Ya sedentarios doman plantas y animales, crece la población, fortalecen la estructura social y política al consolidar la tribu y la agricultura, gobierno, consejos de ancianos, voto, sabiduría, arte.
El trasfondo igualitario de aldeas desaparece con la división del trabajo y el excedente agrícola, la articulación de aldeas es base del cacicazgo y comercio, imponiéndose el poder que oprime a la mayoría, la jerarquía, el cacique, riqueza, la guerra, nobleza militar y religiosa, chamanes. Este modelo, al irrumpir los españoles, estaba disperso socialmente y fragmentado políticamente, muy rezagado del esplendor de los mayas en el norte del istmo, y colapsa con la conquista.
En 1522 arriban a Nicoya los españoles, Gil González Dávila escoge un sitio para organizar la base de operaciones estratégicas para la conquista de Costa Rica y Nicaragua, Villa Bruselas. Gil González, para continuar a Nicaragua, ocupa a seis chorotegas de lengua nahua para dialogar con Nicarao. Los chorotegas, tiempo antes, fueron desalojados sin piedad del istmo de Rivas por los nicaraos. Son los primeros exiliados políticos.
La genocida dominación española provoca la catástrofe demográfica de nuestros aborígenes, daño potenciado por las epidemias que traen europeos, que el sistema inmunológico de indígenas no defiende. El eje fundamental de la conquista es su poderío militar. Su organización política consolida poblaciones. Su empresa de voracidad económica monopólica es su primer motivo además de la civilización y cristiandad. En la escala social estratificada, los peninsulares acaparan todos los poderes, y el eclesiástico, dominan a los criollos, mestizos, indígenas, negros, mulatos. Gran aporte de la colonia fue introducir el hierro y la rueda, el ganado caballar, productos agrícolas, inventos chinos. En lo cultural el idioma castellano, la escritura con letras, nuevas estéticas. El mestizaje, fusión cultural, crea un nuevo carácter de ser social. En lo político el gobierno absoluto, militarismo, clericalismo, corrupción. En lo económico el latifundio, minería, sobreexplotación de indígenas, mercantilismo. En lo social la afluencia de religiosos y soldados, suntuosidad, el machismo. En lo religioso la fe, el catolicismo por encima de cualquier creencia.
Nuestra emancipación de España abre el gran desafío de forja del nicaragüense humanista. Proceso difícil y complejo para construir la nación, Estado, república, la democracia. Anarquía, guerras intestinas, conservadores, liberales, filibusteros, intervención militar de Estados Unidos, guerra de resistencia patriótica, dictadura militar, insurrección, revolución-contrarrevolución, guerra y paz, polarización y pobreza. Resalta el humanismo desde Rubén Darío a Ernesto Cardenal, valor que asumen Augusto César Sandino, Carlos Fonseca y Pedro Joaquín Chamorro.
Actualmente el mundo experimenta el choque de la globalización de competencia brutal, que desintegra y margina, atenta contra la naturaleza y la humanidad, con la globalización en integración y cooperación favorable para todos. Situación agravada por la pandemia Covid que profundiza la crisis económica-social.
El reto del presente exige nos integremos coherentemente con visión del rumbo histórico, todos los nicaragüenses, hoy extremadamente polarizados políticamente, para vencer la pobreza en plena libertad y democracia humanista, marchar en la espiral ascendente de la historia sin estancarnos en círculos viciosos.
Este imprescindible paso solamente es posible concertando un Acuerdo Nacional de cohabitación democrática, que convoque el poder que resulte de la nueva correlación de fuerzas de las elecciones libres en noviembre próximo, legitimadas nacionalmente, y reconocidas por la comunidad internacional. Con todos los sectores de nuestra sociedad, con beligerancia de los trabajadores del campo y la ciudad, hacer un balance desde 1990, recoger lo bueno y desechar lo malo, para lograr gobernabilidad superando la dañina polarización política, y así marcar el rumbo de libertad en democracia para vencer la miseria, pobreza, generando desarrollo económico-social, sostenido, ascendente, justo y equitativo.
Asumir en las distintas ideologías, los valores humanistas, guía de nuestra educación y cultura democrática, que destierren para siempre los graves vicios políticos-ideológicos arrastrados desde el remoto pasado, y que actualmente tienen a Nicaragua en un atolladero desgastante.
Sin este acuerdo el caos reinará.
El autor es general retirado del Ejército, miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.