CONTENIDO EXCLUSIVO.
CONTENIDO EXCLUSIVO.Nadie es perfecto y todos sin excepción hemos hecho cosas de las que no estamos orgullosos, pero eso no justifica que tramposos sean honrados como miembros del Salón de la Fama del beisbol de las Grandes Ligas.
Y sin embargo, gente como Roger Clemens y Barry Bonds van a entrar en algún momento, porque esa es la tendencia en una sociedad en la que hemos dejado de atender los valores y relativizamos la deshonestidad.
Bonds, al igual que Clemens, tienen cifras espectaculares. No solo sobresalen entre su generación, sino que son figuras de tal magnitud que aguantan comparación con astros de cualquier época del beisbol.
No obstante, sus logros están contaminados por el consumo de esteroides y a pesar de múltiples investigaciones y evidencias, nunca tuvieron la humildad de reconocer que fallaron. Se encerraron en su arrogancia.
Y no salgan con el cuento de que investigaciones periodísticas no tienen el peso de las autoridades correspondientes, en decir, MLB. Recuerde, una investigación así tumbó al presidente Richard Nixon en 1974.
Los esteroides convierten a un buen atleta en una máquina. Desde luego, hay que tener el talento, la habilidad, pero las sustancias detienen el proceso de envejecimiento, avivan los reflejos y mejoran la vista. Eso es una trampa.
Trampa que desvirtúa la competencia, la deja en las manos de oportunistas y se genera un sistema perverso que perjudica al honrado, al que respeta las reglas. Eso no se puede ni se debe justificar y, sin embargo, se hace.
Bonds, el máximo bateador de jonrones (762) y máximo ganador de premios al Jugador Más Valioso (siete) en la historia, no necesitaba de ninguna ayuda adicional para dejar un legado ejemplar, pero pudo más su ego.
Lo mismo pasó con Clemens, quien tiene siete premios Cy Young en su casa y 354 victorias en su enorme historial, pero prefirió tomar un atajo que mantenerse en la senda correcta, que ya lo llevaba a la inmortalidad.
Y sin embargo, los van a meter a Cooperstown porque cada día habrá votantes más flexibles, que ponen por delante el negocio y todos sus beneficios, que cualquier aspecto ético que se interponga en el camino.
Distinto es el caso de Curt Schilling, quien opina de un modo agresivo y odioso, que no debería hacerlo, pero él está ejerciendo un derecho que está establecido en la primera enmienda de la Constitución de su país.
A lo que no hay derecho es a hacer trampa en el juego, al menos no por ahora, porque al paso que vamos, seguro van a ser permitidos los esteroides con todo y las afectaciones que tiene para el organismo del usuario.
Así que este año, no hay elegidos al Salón de la Fama y más allá de cualquier crítica, creo que los escritores se dieron a respetar. De igual modo muestran lo selectivo que el sitio de Cooperstown, donde se originó el beisbol.
Edgard Rodríguez está en Twitter: @EdgardR