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Xavier Araquistain siempre se tomó su trabajo en serio

Xavier Araquistain fue ciertamente un cronista completo, capaz de narrar y comentar de todas los deportes y le gustaba compartir lo que sabía

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No tuve la oportunidad de compartir trabajo con Xavier Araquistain y probablemente no fuimos amigos. Y sin embargo, eso no impidió establecer una relación muy cercana, basada en el respeto y de la cual aprendí bastante.

Araquistain me regaló el primer libro de Grandes Ligas que llegó a mis manos y ese es un detalle que siempre he atesorado con gratitud. Eran los días anteriores a la aparición del Internet y tampoco existía Google.

En realidad, éramos más cercanos de lo que nosotros mismos y sus amigos podríamos pensar. Compartíamos la pasión por el beisbol de Ligas Mayores y el afán de hacernos mejores a pesar de cualquier factor que pudiera impedírnoslo.

Araquistain se convirtió en una permanente fuente de consulta para mí. Sus bastos conocimientos en todas las disciplinas, lo hacían un elemento a considerar cuando las dudas acechaban. Y siempre estuvo dispuesto a compartir lo que sabía.

A menudo me enviaba correos con observaciones sobre mis notas y recuerdo que un día que nos vimos le di las gracias por ese detalle. “Y yo pensé que te poníamos malo (enojado), aunque siempre me respondiste bien”, me indicó.

En realidad, no me molestaba. Siempre he creído que al molestarnos por una corrección, además de ignorantes, tenemos problemas de ego. Así que alenté a Xavier a que no me dejara pasar nada y en cierta etapa hasta extrañaba sus observaciones de rigor.

De Araquistain se pueden admirar muchas cosas, pero, sobre todo, su versatilidad y habilidad para desempeñarse con entusiasmo. Igual se apasionaba con un juego de beisbol, que con un partido de futbol, boxeo o ajedrez.

No sé si existe alguna disciplina de la cual Xavier no tuviera conocimientos. Y si no sabía, estudiaba y pronto estaba listo con la respuesta. Y respondía con respeto no solo a sus colegas, sino también a los fanáticos, que es lo más importante.

Dice su hijo Giampaolo, quien ha iniciado bien su carrera de cronista, que un día incluso muy enfermo en el hospital, estaba anotando un juego de Grandes Ligas. ¿Y para qué hacés eso?, le consultó… “Alguien me puede preguntar y debo estar listo”, le respondió.

Así era Xavier, no se tomó su trabajo a la ligera, ni respondía por salir del apuro. Siempre estaba listo para ofrecer lo mejor de él, aunque narrara un Mundial de Futbol o un juego en la liga del barrio. Esa fue su huella.

Descanse en paz el “Chele” Araquistain, ciertamente un cronista completo, al que le apasionaba además compartir lo que sabía y cuando hablaba no le dada vueltas al asunto. Fue siempre al grano, aunque a muchos les incomodara.

Edgard Rodríguez está en Twitter: @EdgardR 

Deportes exclusivo premium Xavier Araquistain archivo

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