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Everth Cabrera jugó una pelota de alto nivel en el campo corto en las Grandes Ligas. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Everth Cabrera o Rigo Mena el mejor short stop en la historia de Nicaragua?

El campo corto es una de las posiciones más glamurosas del beisbol y Nicaragua cuenta con varios exponentes de primer orden.

Aunque hay un porcentaje muy pequeño de fanáticos vivos que vieron jugar a Rigo Mena, pareciera que todos lo conocen, como reflejo de lo grande que fue. Sin embargo, un chavalo nandaimeño emergió de la nada, sin que muchos ojos estuvieran sobre él, saltó a niveles que nadie ha llegado, para ponerse adelante de la leyenda, en medio de una opinión dividida y que siempre genera polémica.

Lo más grande que se recuerda de Mena fue que eclipsó a tres short stops de calibre de las Grandes Ligas en la Serie Interamericana de 1964 en nuestro país y que además edificó una carrera de respeto en la Liga Mexicana y la vieja Liga Profesional de Nicaragua.

Cabrera por su lado, tuvo sus momentos de brillo en el mejor beisbol del mundo y en 2013 fue más que Jimmy Rollins, Andrelton Simmons, Hanley Ramírez, Didi Gregorius y Brandon Crawford, al ser invitado al Juego de las Estrellas por encima de ellos, un año después de ganar el liderato de robos de la Liga Nacional, demostrando su capacidad en un nivel superior al que se movió Mena.

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Por eso, el nandaimeño encabeza nuestro ranking de los mejores campo corto en la historia del beisbol nicaragüense.

  1. Everth Cabrera

Cabrera supera a Mena no solo por llegar a las Grandes Ligas, sino porque lo hizo ahí. Fue un campo corto de todos los días en el mejor beisbol del mundo, con una gran rapidez de piernas y mucho atleticismo, que lo llevó a ejecutar jugadas de fantasía que eran complementadas con un poderoso brazo, el cual después de su velocidad, era su mejor herramienta. Mena un guante más seguro y probablemente mejor sentido de la ubicación, pero las habilidades naturales de Cabrera lo llevaron a otro nivel.

Como bateador, Cabrera tiene la distinción que es el único nica en ganar un liderato ofensivo en las Grandes Ligas, cuando en 2012 encabezó el viejo circuito con 44 robos. El siguiente año, estaba al frente con 37 estafas con 50 juegos pendientes de la temporada, en el que estaba llamado a ser su mejor año al atacar los 300 puntos y las 100 anotadas, pero una suspensión por el uso de sustancias prohibidas, lo sacó de circulación y a partir de ahí ya no fue el mismo. Tuvo promedio de por vida de .246 en la MLB, con 450 hits, 228 carreras anotadas y 138 robos de bases en 510 encuentros. Es el único bateador pinolero que ha sido invitado al Juego de las Estrellas del Big Show.

En Triple A bateó para .272 en 100 partidos, y en ligas invernales y la Liga Mexicana de Verano, que fue por donde Mena se movió principalmente, registró promedio de .299 en 187 juegos.

Tiene 33 años de edad y sigue batallando con sus demonios, lo que es una pena porque debería seguir jugando en un nivel como la Liga Mexicana, en la cual lució en gran forma en 2018.

César Jarquín a la izquierda y Rigo Mena a la derecha, acompañando a Pedro Torres. LA PRENSA/GERALD HERNÁNDEZ
  1. Rigo Mena

Mena fue un jugador estelar de la vieja Liga Profesional de Nicaragua, en la cual pocos peloteros nacionales eran parte de ella porque estaba cargada de jugadores extranjeros, principalmente prospectos que iban camino a las Grandes Ligas, y en la Serie Interamericana de 1964, el talentoso pinolero no solo superó a torpederos como Dagoberto Campaneris, Gil Garrido y José Pagán, sino que fue encima de todos y capturó el título de jugador más valioso, aun con la presencia en el torneo de Roberto Clemente y Orlando Cepeda, que vinieron con los Senadores de San Juan.

Ese fue el punto más alto en la carrera de Mena, quien pasó la mayor parte en la Liga Mexicana, con 1,777 hits y promedio de .300 en 13 temporadas con Monterrey, Tampico y Saltillo.

Se dice que los equipos mexicanos no quisieron vender al nica a las organizaciones de Grandes Ligas que estaban interesadas en él y en su única campaña en Triple A, justo después de la Serie Interamericana, con 22 años de edad, bateó para .204 en 18 juegos con Jacksonville. Entonces fue enviado fue enviado a los Sultanes de Monterrey y ya no salió de México, dejando la incertidumbre de que tan lejos hubiera podido llegar.

Defensivamente, era seguro y espectacular.

  1. Edgard López

Estrictamente a nivel casero, Bayardo Dávila y César Jarquín son dos nombres de mucho respeto por la seguridad y espectacularidad en el campo corto, sin embargo tan bueno fue Edgard López, quien además superó a ambos como un bateador más completo. Bateó encima de .300 con bate de aluminio y con madera, es el único torpedero de 1,500 hits en los campeonatos nacionales de beisbol y fue un jugador sobresaliente tanto en la Liga Profesional, como en la Selección Nacional. Jugó en Ligas Menores con los Bravos de Atlanta y luego fue firmado por los Yanquis de Nueva York. Se retiró con promedio .327 en su carrera, con 245 robos de bases, a solamente dos de Arnoldo Muñoz, el segundo en el ranking histórico. Tenía manos seguras, potente brazo, rapidez que le daba mucho alcance y poseía buenos instintos.

Bayardo Dávila fue un short stop de manos seguras y grandiosa ubicación. LA PRENSA/ARCHIVO
  1. Bayardo Dávila

El Ministro de Defensa tenía un guante que no fallaba, un sexto sentido de la ubicación y no paraba de asombrar con cada ejecutoria. Además, es el único campo corto de la historia de nuestro beisbol con más de 100 cuadrangulares, que aunque dio 112 de sus 115 batazos a las gradas con aluminio, fue el único de su posición en hacerlo. Con la Selección Nacional también solía conectar batazos en momentos oportunos, sin descuidar su especialidad, la defensa. Su gran sentido de la ubicación, que fue puliendo con el estudio de los lanzadores y bateadores, más la experiencia, le ayudó a compensar que era un corredor lento y por naturaleza su rango de cobertura era el menor de todos en esta lista.

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  1. César Jarquín

Jarquín no necesitó una varita para hacer magia, sino de un guante que lo llevó a dejar su nombre bien grabado en la historia de nuestro beisbol, por su espectacularidad y garantía. Fue parte de la mítica Selección de 1972 y precisamente se encargó del cierre del juego ante Cuba, convirtiendo una peligrosa línea de Urbano González, en un doble play que selló la blanqueada 2-0 de Julio Juárez. Le llamaban la “maravilla” por todo lo que era capaz de hacer en el campo corto y aunque no se le recuerda como un bateador de gran reputación, cerró su carrera con promedio de .279, que es tremendo, sobre todo tomando en cuenta que lo construyó en la era del picheo. Tiene una de las mejores frecuencias de robos de bases, con 149 en 185 intentos, y sin mucho ruido siempre estaba en los momentos importantes, jugando en nueve series finales consecutivas de 1970 a 1978, una racha que fue interrumpida por la guerra.

Menciones especiales

Gersán Jarquín era la sombra de César en los años setenta, incluso con mejor contacto con la pelota y más rapidez de piernas. Logró una firma profesional con los Orioles y llegó hasta la categoría Triple A.

Alfonso Mairena y Tony Vargas también intentaron abrirse paso en las Ligas Menores con los Cardenales y los Dodgers, respectivamente, y tuvieron acción en la vieja Liga Profesional.

Iván Marín ha seguido la línea de Jarquín y Dávila, con gran fineza y espectacularidad en las paradas cortas, y con 31 años de edad, tiene tiempo para hacer crecer más su legado.

Arnoldo Muñoz solía hacer con más facilidad las jugadas difíciles que las cómodas y aprovechando que era un destacado bateador nadie lo movió del campo corto por mucho tiempo en León y la Selección.

Actualmente hay torpederos que llevan una gran proyección y que merecen seguirle la pista como Benjamín Alegría y Brandon Leytón, quien está firmado por Arizona y no sabemos hasta donde llegará.

Deportes Everth Cabrera archivo

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