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“Nicho” Marenco: la amistad que Daniel Ortega traicionó

Hábil negociador, buen alcalde y “ficha danielista” como él mismo se reconocía. Dionisio Marenco era una estrella política en ascenso y eso fue su perdición. Daniel Ortega no tolera sombras. Aunque sea, como en este caso, la de un amigo fiel desde hacía 45 años. Marenco murió este martes a los 73 años

A Jaime Morales Carazo le llamó la atención el muchacho alto que agitaba con verbo encendido al resto de estudiantes. Morales Carazo era profesor y vicedecano de la escuela de Negocios de la Universidad Centroamericana (UCA), y el agitador era Dionisio Marenco, un viejo conocido desde la vecindad de las dos familias en Granada. El grupo de estudiantes mantenía retenidos a los profesores desde hace unas tres horas en una de las tantas protestas que protagonizaron en aquellos años revoltosos de principios de la década del 60.

“Nicho era un gran agitador. Un líder estudiantil nato. Él encabezaba ese grupo que nos tuvo retenidos un buen tiempo”, dice Morales Carazo casi 60 años después.

Para esa época es que llegó por un corto tiempo a la UCA, un personaje que determinaría en gran medida su vida: Daniel Ortega. “Dudo mucho que haya 15 personas en el Frente (Sandinista) que hayan conocido a Daniel Ortega desde el 63”, dijo Marenco en una entrevista. “Durante el gobierno tenemos una relación, él era jefe de Estado y yo era ministro. Una relación un poco diferente a los otros (ministros) porque teníamos mucha más confianza”.

Dioniso Marenco en una foto del bachillerato. Cortesía

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En esa universidad nacería una amistad que duró 45 años, hasta que la política los distanció, más no los enfrentó como sí sucedió con otros viejos amigos de Ortega como Carlos Guadamuz y Herty Lewites, ambos fallecidos.

“Es como cuando tenés un hermano y se te muere”, dijo Marenco en 2008 cuando se rompió la amistad con Ortega por razones que explicaremos más adelante. “Yo tengo tres hermanos muertos. Uno recuerda con cariño a sus hermanos, pero bueno, se murieron… Si él no quiere ser amigo mío, pues, qué vamos a hacer”.

Opositor a Somoza

Dionisio Marenco Gutiérrez (17 de septiembre de 1946), conocido como “Nicho Marenco”, es el mayor de los siete hijos de don Dioniso Marenco Palacio, un alto funcionario del Grupo Pellas durante 35 años, y doña Berta Gutiérrez Otero.

Fue seminarista, dirigente estudiantil, cayó preso, fue golpeado en tantas protestas contra el régimen de Somoza, se graduó de ingeniero civil, organizó un grupo rebelde que bautizó como “Las Hormigas”, negoció la rendición de la Guardia Nacional en julio de 1979 y 20 años después estaría negociando también el pacto que acordaron los caudillos Arnoldo Alemán y Daniel Ortega. Fue tres veces ministro durante los años ochenta, jefe de la campaña electoral de Ortega en las elecciones de 1990, director de un canal de televisión, y alcalde de Managua. Tanto protagonismo, sin embargo, le terminó pasando la cuenta cuando la proyección de su figura amenazó el liderazgo de su viejo amigo, Daniel Ortega.

Foto familiar de los Marenco Gutiérrez. De izquierda a derecha, Berta María, doña Berta, en brazos Bernardo, don Dioniso, Luis (Wicho), y Auxiliadora (Chilo). De pie, entre los padres, Nicho Marenco. Faltan dos hermanos que aún no habían nacido al momento de la foto: María Felícitas y Mario José (muerto de cáncer a los 8 años). Foto cortesía.

El 27 de octubre de 1966, Marenco junto a otros 30 estudiantes irrumpieron en el Estadio Nacional durante la inauguración de una liga de beisbol, con una gigantesca manta que decía: “NO MÁS SOMOZA”. Unas 15 mil almas quedaron en vilo al ver la acción temeraria de los jóvenes. La Guardia reaccionó violentamente. Capturó y golpeó a ocho de los estudiantes, entre ellos a Marenco, y cerró las puertas de estadio provocando una mortal estampida. Doce personas se calcula que murieron pisoteadas o asfixiadas en esa ocasión.

Nicho Marenco recuerda la protesta en el estadio en 1966, junto a Mayra Vega otra de las rebeldes. Foto La Prensa/Oscar Navarrete

 

“Yo estaba todo ensangrentado y tenía las manos como tamales”, recordó Marenco sobre esa golpiza años después.

Tiempo después Marenco volvería a aparecer ya en acciones más frontales de la lucha contra Somoza. “Nicho organiza un grupo que él mismo llama Las Hormigas y constaba de unos 10 a 15 de profesionales de alto nivel”, recuerda el general en retiro Joaquín Cuadra, exjefe del Ejército y quien para ese año de 1978 era uno de los jefes del Frente Interno del Frente Sandinista. “Era una estructura de colaboradores, que nos daba apoyo logístico, casas de seguridad y como no querían quedarse fuera de los combates, organizaron en septiembre uno de los ataques a la estación de la Policía en Carretera Sur”.

Para esos años, Marenco era un ingeniero con relativo éxito y una vida holgada. Vivía en una casa del Reparto Serranías con su entonces esposa, la poetisa Daisy Zamora. Esta casa de Serranías sirvió como cuartel para la planificación de asalto al Palacio Nacional, que protagonizaron en agosto de 1978 Edén Pastora, Dora María Téllez y Hugo Torres, entre otros. Detrás de los guerrilleros que integraron el comando, había una red de apoyo y coordinación casi invisible, que se reuniría a celebrar en la casa de Marenco, casi completa, un año después, cuando ya el Frente Sandinista había tomado el poder en Nicaragua.

“Cuando el Palacio, Nicho juega un papel importante, y a veces históricamente poco destacado, pero él es el quien dirige toda la estructura de apoyo.  Con Javier Pichardo, el papá de los Pichardo (Javier y Christian) que trabajaba en el Palacio, hace el croquis, baños, pasillos, toda la información para poder planificar la entrada del comando”, relata Joaquín Cuadra.

Hombre de confianza

Para mediados de julio del 79, el gobierno de Anastasio Somoza Debayle está a punto de caer ante una insurrección armada y generalizada que enfrenta. El 17 de julio, Somoza huye del país y deja la presidencia en manos de Francisco Urcuyo Maliaños.  La Guardia Nacional, golpeada por el empuje guerrillero, aún resiste. El 18, en el puesto de mando del Frente Sandinista en Costa Rica, conocido como Palo Alto, alguien, dice él que por casualidad, toma una comunicación por radio con un jefe militar que propone la rendición de la Guardia Nacional. En ese momento histórico reaparece Dionisio Marenco ya convertido en hombre de confianza de los poderosos hermanos Ortega Saavedra. Primero fue hombre de confianza de Humberto y, finalmente, hasta la ruptura en 2007, de Daniel.

La antigua guerrillera, Dora María Téllez, considera que más que por sus habilidades para negociar, Dionisio Marenco aparece como negociador por la confianza que los Ortega depositan en él. “Nicho es afable, es fácil comunicarse él, es bastante llano, pero la parte fundamental, más que su personalidad, es la confianza en ese tiempo con Daniel Ortega y, antes, con Humberto, en el caso de la conversación con los jefes de la guardia”, dice.

“Yo no era del Frente, en esa época (años 60). Después de eso, cuando él (Daniel Ortega) sale libre en el 74, después del asalto de Chema, yo no lo veo porque se fue para afuera, y nos volvemos a encontrar hasta el año 78, en Costa Rica, cuando yo llego exilado. Y ahí me quedé trabajando con él hasta julio del 79”, relató Marenco sobre el origen de esa cercanía que lo llevó por muchos años a identificarlo como “ficha danielista”, como él mismo reconoció.

Tampoco es que la de Daniel Ortega y Dionisio Marenco haya sido una amistad muy íntima, de esas de visitarse la familia en sus casas, porque, al decir de Marenco, “Daniel no tiene vida privada social normal”, generalmente pasa encerrado y es de muy pocas actividades sociales. “No hemos tenido relación personal porque yo pienso que no la tiene con nadie. Él es muy aislado. Muy aislado en su vida privada. Su grupo de amigos más fuerte fueron los que estuvieron presos con él de 67 al 74: el difunto Guadamuz, Manuel Rivas Vallecillo, Lenín Cerna, Jacinto (Suárez) estuvo preso pero no es tan cercano a él, Polito Rivas… Es un hombre de muy pocos amigos. Ni con su propio hermano Humberto tiene una relación familiar normal”, dijo Marenco en 2008.

Recordó en esa ocasión apenas haber tomado tragos de licor “unas dos o tres veces en la historia” con este extraño pero poderoso amigo. “Una vez en su cumpleaños, una vez en la vida que yo he visto que lo celebra, otra vez que comimos en un restaurante y otra vez que comimos en otro restaurante, y cuando coincidimos en algún viaje”, dijo Marenco.

Tan “ficha danielista” era que cuando Herty Lewites desafió el liderazgo de Ortega, Marenco fue contra Lewites.  “Sí, sí. Yo choqué con Lewites porque a mí no me gustó la forma en que él hizo eso”.

“Ahora hay un distanciamiento muy grande. Este año yo no he hablado ni una sola vez con Daniel Ortega”, reconoció entonces. “Yo ahorita estoy marginado completamente de la actividad del Frente, pero vos no encontrás una sola declaración mía atacando al Frente, yo no tengo interés en atacar al Frente”.

19 de julio de 2004, Daniel Ortega respalda a Dionisio Marenco como candidato sandinista a la alcadía de Managua. Foto La Prensa/ Oscar Navarrete

“Era muy cercano a Daniel”, valora Dora María Téllez. “Tanto que lo impulso como candidato a alcalde de Managua. Comenzó a tener diferencias con Daniel cuando Nicho se fue destacando como alcalde. ¿Te acordás de aquello de “zapatero a tus zapatos?”

Sucedió en marzo del 2007. Ortega tenía apenas 73 días de haber regresado al poder y despachaba desde su casa en El Carmen, cuando el entonces alcalde de Managua, Dionisio Marenco opinó que debería trasladarse al edificio bautizado como Olof Palme. “Zapatero a tus zapatos”, ripostó Ortega.

“Yo creo que a él lo molestó aquello que dije de la Casa Presidencial”, dijo luego Marenco para explicar el distanciamiento.

El paso por la alcaldía de Managua dejó a Marenco bien posicionado en las simpatías populares.  Era una estrella política en ascenso y se le veía incluso como el candidato natural para suceder a Ortega en las elecciones de 2011.Para agosto de 2008, la encuestadora Cid Gallup registraba así la opinión favorable entre las figuras sandinistas sólo Marenco consigue un 48% de opinión favorable en todo el país, y un 13% de opinión desfavorable. Ortega consigue un 35% de opinión favorable y un 51% desfavorable en todo el país. La encuestadora percibe que Dionisio Marenco “podría ser la única figura del FSLN que podría atraer votos más allá de su partido en el 2011.

Marenco en plena campaña electoral para conseguir la alcadía de Managua en noviembre de 2004. Foto La Prensa/ Oscar Navarrete.

Para Dora María Téllez, el rifirrafe de los zapatos solo fue la excusa para mostrar un problema mayor que acusaba Ortega: celos. “El distanciamiento tiene que ver con una razón bien simple:  Daniel Ortega no tolera a nadie que pueda pensar en ser un candidato alterno. Lo mismos le pasó con  Herty (Lewites).  Lo que sucede es que Herty lo desafió. Nicho lo que hizo fue más bien replegarse. Se estableció esa distancia. Esa es la forma de ser de Ortega, o sos incondicional conmigo, lo que quiere decir que ni siquiera vas a aspirar a lo que solo él puede aspirar”.

Desde entonces, Dionisio Marenco casi desapareció de la escena pública. Apenas se le veía recordando efemérides por Twitter, con una que otra opinión en los medios de comunicación en los primeros años del distanciamiento, y en una extraña aparición junto a la exjefa de la Policía, Aminta Granera, en julio de 2019, saludando la caravana de Daniel Ortega cuando participaba en El Repliegue. Este último hecho se tomó en los corrillos políticos como un espaldarazo a Daniel Ortega que en esos momentos estaba siendo acusado por crímenes de lesa humanidad por la masacre después de la rebelión de abril 2018, y como una señal de que los viejos amigos estaban haciendo las paces. Sin embargo, no se vio a Marenco regresar ni como asesor ni como funcionario. Y volvió a desaparecer de escena.

El pacto

La paradoja de siempre. Mal paga el diablo a quien bien le sirve. Si Daniel Ortega pudo regresar al poder y establecer otra dictadura se debe, en gran medida, a la gestión de Dionisio Marenco. “Dame crédito a mí”, reclamó riéndose cuando le pregunté si el pacto con Arnoldo Alemán, en donde él actuó como negociador, había propiciado el regreso al poder de Ortega. “Hicimos un buen trabajo”.

El pacto con Arnoldo Alemán, le permitió a Daniel Ortega superar el gran obstáculo que no podía saltar para regresar al poder: la barra del 45 por ciento de los votos que la Ley Electoral había colocado para poder ganar en primera vuelta. “En 1990, contra doña Violeta, Ortega consiguió el 40.82 por ciento de los votos; en 1996, contra Arnoldo Alemán, 37.83 por ciento, y en 2001, contra Enrique Bolaños, 42.28 por ciento. El pacto con Arnoldo Alemán, que comenzó en 1998, le bajó la barra hasta el 35 por ciento de los votos necesarios para ganar en primera vuelta, y así es como consigue regresar a la Presidencia en el 2007, cuando ganó con el 38.07 por ciento de los votos. Le hicieron llegar la montaña a él”, se detalla en el libro El Preso 198: un perfil de Daniel Ortega.

“Veníamos bajando de El Crucero, una madrugada, de la casa de Alemán cuando Daniel me pregunta: ¿Por qué habrá cedido El Gordo esto?”, relató Marenco. “Ni sigás preguntando nada, le digo, firmemos ya ese 35 por ciento, que esa es la fórmula que nosotros necesitamos”, relató.

Del otro lado de la mesa, como negociador de los liberales y representado al caudillo Arnoldo Alemán, estaba Jaime Morales Carazo. “Nicho fue la persona delegada por Daniel Ortega para que lo representara en esas conversaciones”, dice Morales Carazo. “Nicho es una persona muy inteligente y de una gran capacidad política y de análisis. ¡Cuando los ingenieros se meten a políticos hay que tenerles cuidado!”

Junio de 1999. El pacto entre los caudillos Daniel Ortega y Arnoldo Alemán ya estaba cocinado. Foto La Prensa/ Oscar Navarrete.

El general en retiro Joaquín Cuadra también reconoce habilidades negociadoras en Marenco. “Era una persona muy amable, no era confrontativo, no llegaba a imponerse, tenía un estilo muy suave para persuadir, para negociar, daba bromas, suavizaba el ambiente, escuchaba al otro.  Era muy hábil. Siempre inspiraba confianza a quienes estaban sentado frente a él. Campechano. No era un hombre engreído”.

También Marenco era un hombre de sombras. Para el asesinato de Carlos Guadamuz, otro de los amigos íntimos de Ortega, en febrero de 2004, el nombre de Marenco apareció entre los posibles autores junto a los de Daniel Ortega y Lenín Cerna.

“El reverendo evangélico Miguel Ángel Casco, militante del Frente Sandinista e, incluso, miembro de su Dirección Nacional por un corto período, y que, en ese tiempo, expulsado de las filas rojinegras hacía equipo con Carlos Guadamuz, recordó unas amenazas de muerte que supuestamente habría expresado Dionisio Marenco el 30 de diciembre de 1999”, señala el libro El Preso 198.

“Estábamos reunidos a las 7:30 de la noche seis miembros de la Dirección Nacional en una de las casas del comandante (Tomás) Borge, en Bello Horizonte”, relató Casco. “Además de ver mi caso íbamos a analizar el despojo de la Radio Ya, cuando en eso entró Nicho Marenco y se dirigió a mí, diciendo: ‘Quiero que sepás que me siento orgulloso de ser mafia y voy a actuar como mafia’, esto en relación con mis declaraciones. Luego dijo: ‘Quiero que sepan que haré todo lo posible para evitar que la Radio Ya vuelva a las manos de ese hijo de puta’, refiriéndose a Carlos Guadamuz. Finalmente, me dijo: ‘Juro que quien mata a Carlos Guadamuz soy yo, quien mata a ese hijo de puta soy yo. Díganle eso a ese hijo de puta’”.

Guadamuz y Casco denunciaron ante los tribunales la amenaza de Marenco. El caso quedó abierto, pero durmiendo el sueño de los justos durante cuatro años. Sin embargo, dos días después de la muerte de Guadamuz, Marenco solicitó por escrito que el juez declarara extinta la causa por haber prescrito el delito. Dos semanas más tarde el juez Séptimo Local del Crimen, Tomás Cortez, declaró caduco el caso de “amenazas de muerte”.

Nicho con sus hermanas Berta María y Auxiliadora Marenco Gutiérrez. Foto cortesía.

Hospitalizado

La desaparición de Marenco de los escenarios públicos también tuvo que ver con su salud. Ya para 2007, Dionisio Marenco había sufrido cinco operaciones a corazón abierto y el año pasado tuvo una seria recaída que le mermó su capacidad motora y neurológica.

Hace una semana fue ingresado de emergencia con pronóstico reservado al Hospital Militar. Presentaba problemas para respirar, una condición que despertó la alarma en su familia por la pandemia de Covid-19 que azota a Nicaragua. En las redes sociales, incluso, lo daban por muerto. La prueba dio negativo, aunque lo aislaron. “Hasta el momento no es por el virus, pero tiene problemas con el oxígeno por su deficiencia con la B12”, dijo Auxiliadora Marenco. “Es triste que este aislado pues es paciente de riesgo por su edad, condición cardiaca y fragilidad física. Estamos en cadena amorosa de rezos y energía para que todo se supere”.

Este martes, 19 de mayo, a las seis de la tarde, el exalcalde de Managua, negociador y amigo de 45 años de un Ortega que le cortó las alas, falleció. Deja a dos hijas, María Denisse, de su primer matrimonio con la poetisa Daysi Zamora y Ione María, hija  con su ahiora viuda, Mercedes Bautista.

La psicóloga Auxiliadora Marenco, dice que su hermano fue un hombre fiel a la causa sandinista, “al costo de cinco bypasses en el corazón producto de trabajar sin horario, sin intereses, la vida entera invertida en riesgos, desvelos y cansancios, ejemplo y bandera de la lucha social”.

Y lo describe como un “militante enemigo de los protagonismos, del figureo.  Respetuoso del pensar de los demás y hábil para hablar con amigos y enemigos políticos, a la búsqueda del bienestar de los olvidados”.

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