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La perversidad del poder

Siempre tuve repulsión por la palabra masa, expresión peyorativa que ahora entiendo mejor su significado y sus consecuencias en esa relación perversa entre sádicos y masoquistas.

Las masas son esas personas cuya capacidad de pensar ha sido atrofiada ideológicamente, dispuestas a matar como lo demostraron en abril y a sacrificarse por sus líderes. Ahora los seguidores de Ortega y Murillo asumen sin cuestionar la orientación de contagiar masivamente a la población y a sus madres y abuelos.

Ortega y Murillo han sometido al pueblo de Nicaragua a una feroz represión, utilizan el coronavirus para seguir sembrando el pánico, pero también para dimensionar hasta dónde sus masas están dispuestas a mostrar fidelidad incondicional haciendo uso de ellas para el relevo del poder una vez muerto Ortega.

Ortega y Murillo juegan a la táctica y estrategia, creyendo que la suma de la primera garantizará el éxito de la segunda. No se dan cuenta que si los medios son malos, los fines también y al final todo se revertirá contra ellos. Y es en ese juego de táctica y estrategia cuyo fin es la permanencia en el poder de Ortega y la de su sucesión, que el fenómeno del coronavirus se vuelve su “mejor” herramienta.

Murillo fue maltratada por la dirigencia del Frente Sandinista en los 80 del siglo pasado, siempre la vieron como un cero a la izquierda y la venganza de ella vino después cuando Ortega se hizo del gobierno. Murillo fue sacando uno a uno a aquellos que la humillaron, mientras paralelamente fue organizando con sus incondicionales los comités de poder ciudadano y sustituyendo a los militantes históricos del Frente Sandinista en las estructuras territoriales.

Ahora Ortega se enfrenta a un dilema: blindar la transmisión de poder a su familia o terminar de enterrar al partido que lo llevó y lo mantiene en la Presidencia. Y parece que se está decantando por esto último, tomando en cuenta que el coronavirus como un arma de destrucción masiva tiene más capacidad de causarle la muerte a los mayores y, peor aún, si tienen enfermedades crónicas, como es el caso de muchos militantes históricos del Frente Sandinista, que son el último eslabón de lo que queda de ese partido, que a la hora de la muerte de Ortega serán los primeros en cuestionar el traslado de mando.

Ortega y Murillo creen que con esta acción “garantizarán” la sucesión familiar, con el corona matarán a infinidad de militantes históricos que les fueron fieles, enterrarán al Frente Sandinista junto con Ortega, pero su familia tampoco saldrá incólume. Estas mismas masas que ahora les obedecen ciegamente se volverán contra ellos. Y si no fuese el caso la justicia les espera por perversos.

El autor es sociólogo.

Opinión Daniel Ortega Nicaragua Rosario Murillo archivo
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