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Paz represiva

“Con la paz no se juega, por favor escuchen, con la paz no se juega”, precedida de una palabra irrepetible, oímos sorprendidos en una alocución oficial del gobierno de Ortega.

Frente a ese mensaje de odio, el obispo Silvio Báez el fin de semana pasado en Miami dijo en una conferencia de prensa, y pese a estar fuera del país en contra de su voluntad, que no podemos seguir enfrentados entre “puchitos vandálicos y sapos”. La convivencia del futuro hay que construirla desde ahora, indicó. Obviamente, el obispo se refería a la polarización actual que se expresa retóricamente en el discurso de odio del gobierno de Ortega, el cual acompaña sus palabras con violentas acciones represivas, y la denominación peyorativa al orteguismo que desde la oposición hacemos.

Casi simultáneamente a la reflexión evangélica por la reconciliación del obispo Báez, en el periódico El País de España se publicó un artículo de Moisés Naím titulado “Alianzas Repugnantes”, en el cual señala, a propósito de la crisis de la democracia que observamos en varias partes del mundo, lo siguiente: “En el siglo XXI, aprender a hacer gobiernos con gentes que se odia puede llegar a ser un requisito para que las democracias prosperen”. Desde luego que nuestra crisis no es por desafección democrática como en otros países, sino por apego democrático del pueblo frente a la dictadura de Ortega.

Del mismo tenor es la reflexión del general Humberto Ortega Saavedra en LA PRENSA de esta semana, cuando urgió pasos “sabios y firmes”, como los calificó, para la liberación de los presos políticos, lo que “dará ánimo para la lucha cívica y electoral lejos de la violencia y destrucción”.

Finalmente, y en el mismo orden de cosas, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) presentaron su propuesta de reformas electorales, en un paso notable para la creación de una gran coalición opositora, totalmente inclusiva, como se enfatizó en la presentación de la propuesta.

Todos los sectores e instituciones, nacionales e internacionales, que están por una solución pacífica a la crisis, deben reconocer el paso dado por la ACJD y la UNAB al presentar su propuesta de reformas electorales, porque la vía pacífica para la solución a la crisis se resume en elecciones democráticas. Solamente así haremos el tránsito de la precaria paz represiva actual, a una estabilidad democrática.

La pelota, para decirlo coloquialmente, está en la cancha del gobierno, y así deben verlo todas las personas e instituciones que respaldan una solución pacífica.

El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

Opinión Crisis en Nicaragua paz Rosario Murillo archivo
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