- Ataque y destrucción de las culturas originarias y campesinas y de la riqueza genética nacional
“La gran amenaza que provocan los cultivos transgénicos genera una situación de guerra biológica contra nuestras semillas criollas y acriolladas, que desde los orígenes de la agricultura y durante miles de años han sido intercambiadas libremente entre familias y comunidades campesinas”, explica Harold Calvo, coordinador de la Alianza Semillas de Identidad (ASI).
Las grandes corporaciones transnacionales podrían apropiarse y privatizar las semillas criollas que son un patrimonio colectivo de los pueblos mesoamericanos y del mundo, obligando a productores y productoras a pagar para seguir usándolas en el futuro, violando su derecho a ser dueños de lo que producen.
Las empresas transnacionales productoras y distribuidoras de semillas transgénicas, así como las empresas nacionales que promueven la siembra de maíz transgénico, quieren violentar las leyes que impiden sembrarlo en Nicaragua.
“Estas empresas pueden contraer así una inmensa deuda histórica con un pueblo heredero de una gran riqueza genética y cultural formada por la biodiversidad agrícola local y sus conocimientos tradicionales asociados, integrada en sistemas productivos resilientes al cambio climático y a plagas y enfermedades, los que garantizan alimentación sana, nutritiva y estable para toda la población”, comenta Calvo.
Cuna del maíz
Nicaragua continúa siendo un país netamente agropecuario. Según el Censo Agropecuario del 2012, en el país existen más de 236,000 familias de agricultores de las cuales el 90% son pequeños y medianos productores que poseen el 67% de las tierras cultivables y producen el 91% de la producción de maíz y el 82% de la de frijol, contribuyendo de manera significativa con la alimentación de la nación.
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“Hoy este patrimonio se ve seriamente amenazado por las intenciones de las empresas privadas, nacionales y transnacionales, las que monopolizan el mercado mundial de agroquímicos y semillas transgénicas”, señala Carlos Vidal Tenorio, productor agroecológico de Rivas y coordinador de la Red de Bancos Comunitarios de Semillas Criollas del Pacífico Sur.
Para Vidal con la introducción de cultivos transgénicos el patrimonio nacional de semillas criollas y acriolladas se vería seriamente afectado por la contaminación transgénica, en especial de las variedades de maíz que pueden cruzarse con cultivos de maíz transgénico a través de la polinización por el viento, lo cual significaría su pérdida o erosión genética.
“Como los transgénicos son materiales patentados y propiedad de las grandes empresas transnacionales, los productores no seríamos dueños de las semillas que cosecháramos, no podríamos guardarlas y sembrarlas nuevamente, tendríamos que pagar una licencia cada año, encareciendo nuestros costos y haciéndonos dependientes. Esto es grave porque Nicaragua es también centro de origen del maíz”, puntualiza Vidal.