Sergio Ramírez Mercado fue vicepresidente de Nicaragua en los años 80, es uno de los más grandes escritores de Latinoamérica (premio Alfaguara 1998 y Carlos Fuentes 2014) y es también el presidente del festival literario Centroamérica Cuenta, que se celebrará muy pronto en Nicaragua.
Otrora miembro del Frente Sandinista, Ramírez analiza a veces la política criolla y es duro con la actual gestión de su excompañero Daniel Ortega —cuatro veces presidente de la República—, pero esta entrevista no es momento para eso. Aquí, el tema de conversación es el que más le gusta al entrevistado: la literatura.
¿La gente lee en 2017? ¿Escribe? ¿En Nicaragua hay buenos escritores jóvenes? ¿Podrá el papel aguantar el “ataque” de las pantallas? Ramírez responde a estas preguntas y habla, desde su experiencia y sus éxitos, sobre el difícil oficio de narrar. Desde luego, también toca el tema de Centroamérica Cuenta 2017, que entre el 22 y 26 de mayo próximos festejará las letras en honor a dos grandes autores franceses: Albert Camus y André Malraux.
Es el quinto año de Centroamérica Cuenta, ¿cuánto ha crecido esta fiesta literaria?
Centroamérica Cuenta ha mejorado en calidad, en número, en visión. Esta vez vamos a tener invitados de más países, autores de mucho prestigio. A Leonardo Padura, de Cuba, autor de la novela El hombre que amaba a los perros, muy distinguida; vamos a tener a Jorge Volpi, de México, que es premio Seix Barral; a Eduardo Sacheri, de Argentina, que es premio Alfaguara y autor de la novela El secreto de sus ojos, filmada por el cineasta Campanella y ganadora de un Óscar por Mejor Película Extranjera.
Considerando el incidente con Jules en 2015, el caricaturista colaborador de Charlie Hebdo que no dejaron entrar a Nicaragua para Centroamérica Cuenta, ¿hay peligro para algún invitado en 2017?
No, no. No hay previsión ni temor de eso.
¿Con qué festival internacional se puede comparar Centroamérica Cuenta?
Pues estamos a la altura de los Hay Festival que se desarrollan en España, Perú, Colombia y México. Estamos ranqueados como un festival de primera categoría en el mundo. La calidad de los escritores que traemos es de primer nivel. Combinamos escritores centroamericanos con autores de otros países. No solo de habla española sino que este año vamos a tener escritores alemanes, franceses, italianos. Vamos a tener periodistas culturales que vienen a cubrir el festival. De la BBC de Londres vamos a tener dos periodistas, de La Jornada de México, La Nación de Costa Rica, La Prensa Gráfica de El Salvador. Y todas las actividades de las mesas serán transmitidas por streaming en vivo y quedarán para quien quiera verlas de nuevo. Hacemos uso de todas las tecnologías.
Justamente hablando de la era digital y el mundo de las pantallas… ¿La gente lee en el siglo XXI, en el 2017?
Este asunto de la lectura es muy discutido y discutible. Cuando aparecieron las lecturas de pantalla, las tabletas y todos estos artefactos, hubo cierto declive de la lectura de libros de papel. Hoy la curva de la impresión de libros ha vuelto a subir. Me parece que el libro electrónico no dejó de ser una cierta sorpresa, una novedad, una moda, pero no suficiente para desterrar al papel. Según las estadísticas las ventas y las ediciones de libros han vuelto a subir. Yo creo que el gusto por leer en papel no se va a perder nunca.
¿Usted cómo lee, en digital o en papel?
Soy anfibio. Habemos lectores anfibios. Yo leo de las dos maneras. Yo tengo en mi tableta una enorme biblioteca. Cuando viajo prefiero la tableta porque es más cómodo. Aquí cuando estoy en mi casa leo en papel.
¿Qué le gusta más?
Es que para mí viene siendo lo mismo. Yo no sé, la lectura digital tiene sus ventajas, porque uno puede escoger la tipografía, el brillo de la pantalla, si querés papel mate, el tamaño de la letra, tenés marcadores, podés hacer anotaciones en lo que vas leyendo… Tiene muchas ventajas. El libro de papel, para mí, la ventaja que tiene es que es un objeto. El libro siempre ha sido un objeto de arte que podés sopesar, que podés tener en las manos, que podés coleccionar. El libro electrónico no existe, es una ilusión. Cuando apagás la pantalla el libro vuelve a la nada. El otro lo podés tocar. El tipo de libro que sí me parece que está condenado a desaparecer son los libros de consulta: los diccionarios, las enciclopedias. Simplemente porque ya no es práctico editar enciclopedias. Estas se hacían con un sistema de que se iban agregando suplementos cada año, porque el conocimiento cambia pero el papel impreso no cambia. Hoy todo está al día en las pantallas. Lo mismo con los diccionarios. Yo antes hacía este pequeño viaje de la silla al rincón donde tengo los diccionarios (señala un recorrido de unos dos metros dentro de su oficina), pero ahora ya no lo hago porque tengo los diccionarios en línea. Me parece que la técnica digital se corresponde mejor con los cambios científicos.
¿En Nicaragua se lee por placer?
Es difícil contestar esa pregunta porque en primer lugar, en Nicaragua los libros son caros. Son caros porque el ingreso es bajo. En Panamá un profesor de primaria gana entre 800 y mil dólares. Lo mismo en Costa Rica. Entonces un profesor de primaria o secundaria, en su canasta básica, puede tener un libro. Aquí en Nicaragua el libro no entra en la canasta básica junto al arroz, los frijoles y el aceite. Un libro novedoso, que la gente quisiera leer, no está al acceso de todo el mundo. No porque valga más que en otros países, sino porque el nivel de ingreso es menor. Esa es una de las dificultades de la lectura, para mí fundamental: el poder adquisitivo. Ahora claro, un libro es más barato en la red. Si vale 20 dólares en papel, en la red vale siete dólares. Pero tampoco existe la cultura suficientemente diseminada en Nicaragua de la lectura en pantalla. Algún día vamos a llegar a eso y entonces se van a multiplicar las opciones de que la gente lea más. Aquí ya el 25 por ciento de las instalaciones móviles tienen acceso a internet. Eso me parece que ha sido un avance, pero no todo el mundo baja libros. Yo soy capaz de leer hasta en el teléfono.
¿Y se escribe menos en la actualidad?
No, al contrario, cada vez se escribe más. Lo que pasa es que en Estados Unidos y otros ejemplos, hay miles de escritores que no alcanzan a llegar a las grandes editoriales, medias o pequeñas, porque la oferta ha crecido muchísimo y ahora existen estas redes de libros que solo se publican en internet. Todo el mundo puede escribir un libro y colgarlo, pero la cosa es que lo lean.
¿Y en Nicaragua?
Yo creo que poco a poco nos hemos ido desplazando de la poesía a la narrativa. Se escriben más libros de instrucción narrativa: novelas, cuentos, que se publican dentro de Nicaragua o escritores nicaragüenses que publican en otras editoriales centroamericanas. Existen en Guatemala y Costa Rica, sobre todo. Hay otros que salen de las fronteras. En Centroamérica Cuenta vamos a presentar el libro de Erick Blandón, Vuelo de cuervos, que está publicado por Alfaguara. Es la primera vez que Alfaguara va a publicar a un nicaragüense que no soy yo. Entonces me parece que son ventanas que se van abriendo, y Centroamérica Cuenta sirve para eso. Es igual que en beisbol, aquí vienen los scouts a ver talentos.
“El que tiene la verdadera vocación de escritor y le dicen que si se dedica a eso se va a morir de hambre, pues acepta su destino, si es un verdadero escritor. La vocación se prueba contra viento y marea. En la adversidad”. Sergio Ramírez, escritor nicaragüense
¿Scouts de editoriales internacionales?
Sí. Viene Roberto Banchik, que es el director general de Random House México, viene María del Carmen de Ola, que es la directora regional para Centroamérica de Centroamérica Cuenta, viene el gerente general de Planeta para América Latina… Es decir, poco a poco vamos creando la atracción para las grandes editoriales, para que se interesen en qué es lo que está pasando en Centroamérica y qué se está contando aquí.
¿En Nicaragua existe un peso o una presión extra por la historia de la literatura nacional sobre los nuevos escritores?
No, yo creo que hoy tenemos una excelente generación de narradores. Competitiva. Mario Martz, José Adiak Montoya… Ya ellos participan en festivales internacionales. Ulises Juárez Polanco estuvo entre los 30 secretos mejor guardados de la feria de Guadalajara hace algunos años. Son escritores jóvenes que salen a circular. De repente van a ganar un buen premio. Yo no tengo ninguna duda de eso, porque creo que hay mucha seriedad en su trabajo. La narrativa es un asunto de disciplina, de trabajo, de seriedad, y yo encuentro que… No quiero seguir mencionando nombres, pero yo conozco a cinco, seis u ocho autores que yo sé que trabajan con dedicación, con profesionalismo, y eso es lo que te abre las puertas. Es decir, el trabajo artístico no es improvisado.
¿Qué tanto valor tiene la inspiración contra la costumbre de sentarse todos los días a escribir?
Es que el talento del escritor es como el del músico. Se tiene o no se tiene. Hay gente que tiene talento para ser cirujano, otros para ser arquitectos, músicos o escritores. Entonces una vez que vos disponés de ese talento, de esa necesidad imprescindible de contarle al otro lo que debe ser contado, eso se cultiva. Se cultiva por medio de la disciplina en el trabajo, la lectura intensa… La escritura es un entrenamiento. El mundo cada vez va a ser más de los escritores dedicados. Yo no digo que la poesía sea un asunto de improvisación; no. Se es poeta o no se es poeta. Vos podés escribir un buen poema en media hora. Un poema de cinco líneas puede ser una obra de arte. Pero una novela no. Una novela necesita mucho tiempo. Tenés que dedicarte. Una novela es una fabricación, una cosa con muchos bemoles.
¿Vale más la novela que la poesía?
No. Todos tienen el mismo valor en el arte.
¿Aunque una lleve un año y la otra pueda ocupar solo media hora?
Un buen cuento lo podés escribir en una hora, y sin embargo es una obra de arte. Yo no sé cuánto tiempo le tomó a Hemingway escribir Los Asesinos o a Juan Rulfo escribir Diles que no me maten. Pudo haber sido en una noche, pero es una obra de arte. Yo a lo que me refiero es que la novela tiene una arquitectura diferente. Una novela de 300 páginas tiene un grado de dificultad diferente. No mayor; diferente. Te tenés que dedicar, no perder el hilo de lo que estás escribiendo, no perder el control de los personajes. Eso en una buena novela, porque hay novelas muy malas que las podés escribir en cinco días.
En literatura se conoce más a Nicaragua que a Costa Rica internacionalmente, por ejemplo. ¿A qué se debe tal diferencia entre países vecinos?
Yo creo que en toda Centroamérica hay escritores muy valiosos entre los jóvenes. Las cosas han cambiado mucho en la región.
Eso en la actualidad, ¿pero a nivel histórico a qué puede deberse que un país sea mucho más conocido que otro en literatura?
Nosotros hemos sido un país de solistas, no de la orquesta completa. Hemos producido fenómenos literarios pero que no dependen de una infraestructura cultural. No podemos decir que un gran poeta sea el resultado de un país donde hay excelentes bibliotecas, casas editoriales, librerías bien surtidas, un sistema educativo que realmente funcione, museos, escuelas de arte, y que de ahí va a nacer un gran talento individual. No, no tiene que ser así. El fenómeno más ejemplar en ese sentido es Rubén Darío. Nació en un país oscuro, miserable, pobre, saliendo de una guerra civil, víctima de una peste, el cólera, y de esa oscuridad nació.
¿El hecho que un país atraviese una crisis no ayuda al quehacer artístico?
Yo creo que la literatura nace muchas veces del conflicto. Del conflicto social y tener una historia que retratar, pero no necesariamente. Un país civilizado, en paz, sin grandes conflictos, puede producir un gran escritor. Como ocurre en Noruega, Suecia o Dinamarca, que son países con un gran nivel educativo y tienen grandes poetas.
Cambiando el tema, ¿se puede vivir de la venta de libros, la escritura es una vida rentable?
Vivir de los derechos de autor es muy difícil. Por un libro en edición normal lo que te pagan es el 10 por ciento por cada ejemplar vendido, un libro de bolsillo te pagan el 15 por ciento y si es un libro electrónico te pagan siete por ciento. Encontrar un escritor que solo viva de vender libros es difícil. Se cuentan con los dedos de la mano en América. Para hacerte un ingreso de cuatro o cinco mil dólares, que te permita vivir con decencia, tendrías que vender mil libros diarios, y eso ya sería un bestseller. Yo creo que vivir de la escritura es un compuesto. Si sos un escritor profesional están los derechos de autor, los derechos por traducciones a otras lenguas, lo que cobrás por ir a dar una charla, lo que te pagan por un artículo, una colaboración, una conferencia que vas a dar a un lugar… Todo eso te va sumando y te hace un ingreso. Podés vivir de la escritura en general, pero no de la venta de los libros. Menos un poeta, porque la poesía se vende menos.
¿Usted de qué vive?
De la literatura. En la forma que te estoy explicando. Yo voy a dar un curso, me pagan por eso; voy a dar una charla, me pagan por eso; si escribo un artículo para una revista también me pagan por eso, si escribo un reportaje que me encargan o los adelantos por mis libros, por las traducciones, todo eso va sumando.
O sea que si alguien piensa que Sergio Ramírez vive exclusivamente de los libros que vende, ¿está equivocado?
Yo creo que en América Latina es muy difícil… Te diría…
¿Paulo Coelho?
Bueno, pero yo no quisiera ser Paulo Coelho. Muy pocos… Son muy pocos los que pueden decir que viven solo de la venta. Arturo Pérez-Reverte vende muchísimo. Mario Vargas Llosa es otro ejemplo, pero ni siquiera Mario creo que pueda él vivir de la venta de sus libros nada más.
¿Qué se puede decir cuando un hijo nicaragüense quiere dedicarse a la escritura pero sus papás le dicen que se va a morir de hambre?
El que tiene la verdadera vocación de escritor y le dicen que si se dedica a eso se va a morir de hambre, pues acepta su destino, si es un verdadero escritor. Ahora, si le dicen “hombré, te vas a morir de hambre, mejor hacete ingeniero”, y se hace ingeniero, quiere decir que no tenía ninguna vocación por la escritura. Es como alguien que quiere ser cura y le dicen que no se va a poder casar y entonces dice “ah, es cierto, entonces no”. Quiere decir que no tenía vocación religiosa. La vocación se prueba contra viento y marea. En la adversidad. Yo creo que alguien que se meta a la literatura porque piensa que se va a hacer rico está equivocado. La literatura es un oficio muy riguroso, muy difícil de llevar adelante, y además la literatura puede hacerse sin convertirla en un oficio exclusivo. Le podés dedicar horas a la escritura y podés hacer otras cosas. Yo me siento contento porque hoy día solo escribo. Paso el día aquí escribiendo y hablando de literatura. Yo soy un escritor de tiempo completo.
Pero no siempre lo fue. Antes fue vicepresidente de Nicaragua.
Yo fui burócrata, académico, político… Yo terminé de escribir Castigo divino en 1987. Eso te demuestra que vos podés ser escritor en cualquier circunstancia. Por muy difícil que sea la situación, si vos sos escritor vos vas a escribir.
¿A qué hora escribía Castigo divino cuando era vicepresidente?
En la madrugada. Me levantaba a las 4:00 de la mañana. Escribía de 4:00 a 8:00.
¿Y esa costumbre la mantiene, no, de escribir temprano?
¡A las 4:00 de la mañana no! (ríe) Pero sí, de las 8:00 a la 1:00 de la tarde aquí estoy religiosamente sentado, escribiendo o haciendo rumbo.
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Plano personal
Sergio Ramírez Mercado, 74 años, está casado con Gertrudis Guerrero desde el 26 de julio de 1964, y tiene tres hijos y ocho nietos.
Una de sus bebidas favoritas es el whisky en las rocas, pero no desprecia un buen vaso de fresco de granadilla.
Es difícil dar con él por las mañanas, porque escribe todos los días de 8:00 a.m. a 1:00 p.m. y raras veces interrumpe ese hábito.
Es hábil con las nuevas tecnologías. Usa mucho Facebook y Twitter, pasó a escuchar música en Spotify y lee libros en su teléfono, aunque prefiere la tableta o el papel.