Aunque el descontento ciudadano contra el gobierno del presidente inconstitucional Daniel Ortega es palpable en quienes se oponen al proyecto del Canal Interoceánico, en quienes emigran para buscar un mejor futuro fuera del país, en el repudio a las acciones de la Policía y del sistema judicial, además de la demanda de transparencia electoral, aún no se ve que esos malestares se traduzcan en protestas masivas de la ciudadanía.
El exdiputado opositor José Pallais Arana cree que ha hecho falta una estrategia de movilización que una los diferentes descontentos de la ciudadanía en contra del gobierno de Ortega.
Pallais también cree que existe temor de caer en la violencia o en la guerra, por eso la gente tiene miedo de involucrarse en protestas y demandas en las calles. “Los ciudadanos tienen que empoderarse en que el cambio no violento es posible y que depende de ellos hacerlo y que el cambio no violento, si se mantiene en forma sostenida, en forma coordinada, tiene posibilidades de éxito”, dijo.
Luisa Molina, directiva de la Coordinadora Civil, cree que la gente se hartó de querer cambiar el país, mientras los políticos toman los cargos públicos para “repartirse el pastel” del erario. Según ella, la gente se pregunta: “¿Para qué voy a salir a las calles a protestar, si quienes quedan siempre (en el poder) no trabajan por el bienestar de la población?”
“La gente se hartó del sistema político-económico de Nicaragua y ve que a pesar de todas las luchas que han tenido históricamente, no han logrado cambiar el país”, dijo Molina.
La última marcha multitudinaria en el país fue el pasado 27 de octubre, en demanda de la derogación de la Ley del Canal, cuando miles de campesinos procedentes de la ruta del Canal (Nueva Guinea, El Tule, Puerto Príncipe, San Miguelito, Rivas, Ometepe, Tolesmaida) lograron llegar hasta Managua, pese a los obstáculos de la Policía a lo largo de su marcha.
No obstante, ya en la capital, se vieron obligados a retirarse para evitar la confrontación con policías y motorizados simpatizantes del gobernante FSLN, que esperaban con armas de fuego a los campesinos, detrás de un cordón policial.
FUE UNA LUCHA EN VANO
El diputado opositor Carlos Langrand considera que la gente está desilusionada de que las diferentes luchas armadas para cambiar el país no han rendido fruto.
“Después de tanta lucha, de tanto sufrimiento que ha pasado la familia nicaragüense, prácticamente fue un esfuerzo y una lucha en vano, al costo de nuestros muertos, de nuestras viudas, los huérfanos”, dijo Langrand, en alusión a la guerra de los años ochenta.
“TIENEN EL GOBIERNO QUE MERECEN”
Esta semana el obispo emérito Bernardo Hombach opinó que un país tiene el Gobierno que eligen los ciudadanos y solo el mismo pueblo puede cambiarlo.
“Seamos sinceros, el país merece el Gobierno que ellos eligen, así que el pueblo también tiene que moverse si quiere cambiarlo”, dijo el obispo emérito en comunicación telefónica con LA PRENSA.
Monseñor Hombach dijo que si el pueblo no se moviliza por un cambio, no se puede quejar ni hacerse la víctima, si no se pronuncia contra lo que le molesta del Gobierno.
Si no hay confianza en las elecciones, Hombach insistió en que los ciudadanos tienen que salir a demandar garantías en las calles.
“Yo creo que es importante exigir que las elecciones tengan garantías, hay que agotar todos los medios posibles sin violencia, pero también el pueblo tiene que moverse, porque no es la Iglesia la que tiene que actuar por ellos. A veces la gente cree que la Iglesia tiene que cambiar la situación, pero no es así”, agregó Hombach.