PROHIBIDO ENCUESTAR
14 de enero 2016. Hace apenas una semana, agentes de la Policía obligaron a un grupo de jóvenes a suspender una encuesta sobre las elecciones que realizaban en Nagarote, León. El argumento que dieron es que “no tenían permiso” para hacer eso. Por primera vez en Nicaragua sucedía un hecho así. A los jóvenes les da permiso la Constitución Política de la República para hacer eso y, en cambio, no hay ni una sola ley que autorice a los policías a detener una actividad como esa. ¿Quién hace ciudadanía y quién es el delincuente acá?
PROHIBIDO DAR
19 de octubre 2015. Siete patrullas de la Policía Nacional cercaron y retuvieron en Ocotal los camiones de varios productores de Nueva Guinea que se dirigían a las zonas más golpeadas por la sequía a repartir 800 quintales 800 quintales de granos básicos y otros alimentos como ayuda a unas mil familias que perdieron sus cosechas y están pasando hambre. También, primera vez que pasaba esto en Nicaragua. Nunca la caridad fue delito. El argumento, otra vez fue, la falta de permiso. Igualmente, de un lado estaban los derechos que establece la Constitución, y el más elemental sentido humano, y del otro la arbitrariedad.
PROHIBIDO CIRCULAR
15 de julio de 2015. Policías retuvieron buses y camiones procedentes del norte y occidente del país con ciudadanos que se dirigían a Managua para reclamar frente al Consejo Supremo Electoral elecciones limpias y libres. Esta es una de muchas veces que la Policía ha hecho lo mismo. Impedir marchas opositoras parece ya ser una función de la Policía a pesar que nada lo faculte a ella. Para impedir la libre circulación piden permisos de transporte que no existen, bajan de los buses a los ciudadanos que les parecen sospechosos de ser opositores, según denuncias hasta les han puesto púas para poncharles las llantas y tan claros están quienes realizan estas fechorías de su ilegalidad que cuando se les pregunta por qué lo hacen responden con silencios o con un “no pueden pasar por órdenes de arriba”.
PROHIBIDO HACER PERIODISMO
8 de julio de 2015. Un policía antimotín le quebró la cámara con la clava al fotoperiodista de LA PRENSA Jorge Torres mientras tomaba fotografías de un señor al que la Policía golpeaba y detenía. También le quebraron la cámara al fotoperiodista de Associated Press, Esteban Félix, y agredieron a los periodistas Larry Sevilla y Moisés Julián Castillo, de Radio Corporación, y el periodista de VosTV, Luis Mora Duarte. Esta vez fueron policías directamente agrediendo periodistas por el hecho de hacer su trabajo, pero ya se ha convertido en costumbre que paramilitares del gobierno golpeen, roben o destruyan el equipo de los periodistas ante la complicidad de la Policía, como aquella vez, en 16 de julio 2014, cuando un motorizado le quebró con un bate la cámara al camarógrafo de Canal 12, Javier Castro, sin que la Policía haya hecho algo contra el delincuente antes, durante y después de la fechoría.
PROHIBIDO MARCHAR
Está de más que les recuerde las tantas veces que la Policía se ha prestado a impedir marchas pacificas solo porque no le gustan al gobierno. Desde marchas feministas hasta mineras. Baste recordar la vergonzosa actuación policial el 27 de octubre de 2015, cuando miles de campesinos bajaron a Managua para manifestar su desacuerdo con la construcción de un canal interoceánico. Les pusieron miles de obstáculos en el camino. Sin justificación alguna les bloquearon, y ya al final, facilitaron a los grupos motorizados paramilitares que agredieran a su gusto a los marchistas que quedaron rezagados una vez concluyó la marcha.
PARADOJA
Son demasiadas prohibiciones por gusto. Cada vez más la Policía se mete en el terreno de lo delincuencial para servir a un grupo que reclama para sí, todavía, los derechos que tendría como grupo guerrillero o criminal, o sea no respetar ninguna ley para imponer sus propósitos, al tiempo que también es gobierno. Una paradoja. Podría mencionar muchos más ejemplos. El caso OcupaINSS que salpicará de vergüenza a la Policía por mucho tiempo, el nunca aclarado atentado de la Mochila Bomba, la complicidad entre policías y alcaldía para extorsionar a conductores con el cobro de una grúa fantasma, el uso descarado de paramilitares, y tantos otros casos más que nos hacen preguntarnos a dónde vamos en esta sociedad donde quienes deben perseguir a los delincuentes se comportan como tales y donde quienes se comportan como ciudadanos son perseguidos como delincuentes.