Alina Lorío L.
Casi 600 kilómetros de un cansado y sinuoso camino desde Managua hasta la comunidad de El Tule, en el municipio de Santa María, “no tiene precio si tomamos en cuenta la alegría de los niños y la satisfacción de todos sus habitantes, que sabemos viven en extrema pobreza”, manifestó el capitalino José Manuel Bojorge Urtecho, propietario del Grupo de Empresas BB.
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Asimismo, agradeció la contribución de las hermanas Ana Cristina y Bertha Palacios, los ciudadanos Michell Moreno y Arial Meza (desde Costa Rica) y de un pequeño grupo de trabajadores de IBW. En total la ayuda trasladada a la comunidad de El Tule fue de 55 mil córdobas.
Los paquetes de alimentos llevaban maíz, frijoles, arroz, azúcar, jabón, avena, enlatados, sopas, pastas y cepillos de diente.
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Bojorge, con un grupo de trabajadores administrativos de Lounge BB Club, emprendió una campaña relámpago para recolectar ayuda para las familias necesitadas de El Tule. “Miré el artículo de portada de LA PRENSA del día 14 de agosto y me impactó ver tanta pobreza”, reconoció el empresario.
Alcancías en la discoteca y en el restaurante, invitación a los clientes y el llamado a través de redes sociales fue parte de la campaña para la recolección de ayuda, a la que sumó una fuerte contribución personal.
El empresario reveló que desde hace ocho años que formó su primera empresa, contribuye a obras sociales y espera siempre una noticia que lo conmueva “para retribuir sus ganancias como parte de mi responsabilidad social empresarial y ayudar al prójimo”.
VALIÓ LA PENA
Tres vehículos trasladaron la ayuda, de los cuales uno no logró vencer las dificultades del camino de Santa María a El Tule y otro —a pesar de que llegó hasta El Tule— sufrió daños materiales.
La ayuda cayó sorpresivamente a El Tule. “Nunca nos imaginamos que eso ocurriría hoy, pero lo que han hecho es sumamente humanitario, aquí da tristeza cómo vive la gente, de verdad la gente necesita de esa ayuda”, dijo la profesora de la comunidad, Rosa Bustamante.
“Yo estoy agradecida con Dios y con ellos porque nadie antes nos tomó en cuenta, a como estamos nos va a servir esa ayuda”, reflexionó Deysi González, madre de cuatro niños y sin empleo.
Luz Marina Rodríguez dijo que “la ayuda llegó en buen momento, porque aquí no tenemos de qué echar mano y días comemos y días no”.
Finalmente, Jairo Peña González, quien tuvo que quedarse en su casa, enfermo, mientras su esposa y sus dos pequeñas hijas salieron de la comunidad en busca de empleo, agradeció a estas personas “de buen corazón que hicieron posible que el alimento llegue a nuestras casas y calmar el hambre de nuestras familias”.
Para Sandra Duarte Hernández hubo buenas noticias. La diminuta y agraciada niña de 10 años, estudiante de segundo grado de primaria (cuya foto se publicó en LA PRENSA), “tiene la promesa de un colaborador anónimo de un apadrinamiento efectivo para su desarrollo integral”, anunció Bojorge. La niña pierde clases constantemente, pues la mamá no se arriesga a mandarla con hambre a la escuela.
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