WASHINGTON/AFP
China habría decidido no aceptar ya listas de prisioneros que gobiernos extranjeros entienden que deben ser liberados, indicó el viernes un destacado activista de derechos humanos.
John Kamm, un empresario estadounidense convertido en activista que ha ayudado a conseguir clemencia para numerosos prisioneros chinos, indicó que fue advertido de “que la decisión política de no aceptar más las listas de prisioneros al margen del diálogo bilateral de derechos se tomó a mediados de 2012”.
“Los días en que se enviaban largas listas de prisioneros probablemente se han acabado”, dijo Kamm, fundador de la Fundación Dui Hua, en el centro de análisis Center for Strategic and International Studies en Washington.
Kamm dijo que Pekín rechazó tomar una lista de prisioneros durante las conversaciones con la Unión Europea el pasado año y que un líder chino le dijo a un alto funcionario estadounidense: “nadie será liberado; ya no tenemos que hacer eso”.
Pero Kamm dijo que quizá puede haber “alguna flexibilidad” para hacer cumplir la norma y su propio grupo -que es una organización no gubernamental que prioriza el diálogo respetuoso- mantiene contacto con funcionarios chinos sobre prisioneros.
Kamm dijo que el cambio puede reflejar la creciente confianza de China en sí misma o simplemente ser producto de la decisión de algunos funcionarios en Pekín que consideran el tono del asunto “insultante”.
El activista pidió a China que libere a figuras políticas y religiosas, argumentando que la clemencia “no es una señal de debilidad, sino una señal de confianza y fortaleza”.
Kamm señaló que el gobierno del presidente Barack Obama ha logrado pocas concesiones de China en materia de derechos humanos.
Por el contrario, China liberó anteriormente prisioneros para cumplir con determinados objetivos como asegurarse la asistencia del expresidente George W. Bush y otros líderes en los Juegos Olímpicos de 2008 y normalizar las relaciones comerciales con Estados Unidos durante la presidencia de Bill Clinton.
En este sentido dijo que la liberación de prisioneros ha evitado sanciones económicas duraderas, tras la sangrienta represión de 1989 por las protestas pro-democracia en la plaza Tiananmen.