¿Quiere saborear cajetas, tamalitos, atoles, buñuelos, refrescos y otras delicias de la cocina tradicional nicaragüense? Le doy una seña: dese una vuelta por Diriomo, fresca y hospitalaria ciudad de la Meseta de los Pueblos (la indígena Manquesa), la cual a finales de enero e inicios de febrero de cada año celebra su fiesta patronal en honor a la Virgen de la Candelaria. Y podrá disfrutarlos gratuitamente, brindados con espíritu cristiano por los hogares que reciben la imagen, uno cada noche, los nueves días previos al 2 de febrero y otro ciclo igual en la octava posterior. Y como si no fuera motivo suficiente, ese regalo al paladar también se deleitará con numerosos bailes y sones nicaragüenses interpretados con maestría y vistosidad por grupos de niños, jóvenes y adultos, en una múltiple puesta en escena, al punto que pareciera que las calles de Diriomo se convierten en un grande y democrático teatro al aire libre.
Ubicado en el corazón de la región indígena chorotega, en Diriomo uno percibe en rica simbiosis la pervivencia de tradiciones indígenas, así como tradiciones de raigambre hispánicas. Las festividades de Candelaria son buena muestra de ello.
La advocación a la Virgen Morena de la Candelaria tiene su origen en las Islas Canarias, de donde pasó a América, siendo su culto fervorosamente adoptado entre las culturas amerindias, particularmente entre los pueblos de la región andina; en Oruro, ciudad minera de Bolivia, se le celebra con un complejo festival de danzas y trajes interculturales, quizá el más rico en su género en América Latina, circunstancia que lo ha llevado a ser declarado por la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
En Diriomo, cuenta el profesor don Francisco Campos Carcache, de pura cepa diriomeña, la celebración a Candelaria se remonta hacia el siglo XVIII. Se veneraba una pequeña imagen, aun conservada, que se conoce como la “Virgen Chiquita”, la devoción fue en aumento y en 1896 se encargó al escultor dirialeño Nazario Franco la actual imagen de tamaño natural; el altar fue construido por Jorge Navas, también autor del león doliente que adorna la tumba de Darío. En Nicaragua, la Virgen de la Candelaria es junto a la Virgen del Trono, en El Viejo, una de las que ha recibido mayores cantidades de joyas de sus devotos. Se dice que los filibusteros de Walker llegaron hasta Diriomo buscando robar la corona de oro y joyas de la Virgen, las que fueron ocultadas por los vecinos.
La primera patrona de Diriomo fue la Virgen de la Concepción, una hipótesis es que los aborígenes prefirieron la celebración de Candelaria por ser de piel morena. Este hecho me lleva a relacionar el fenómeno del cambio de santos patrones en varios pueblos de orígenes indígenas, me refiero a Santiago sustituido por Santo Domingo en Managua, la Asunción por San Jerónimo en Masaya y la Virgen de la Concepción por Nuestra Señora de Montserrat en La Concha. María de Montserrat y María Candelaria son imágenes morenas, las de Santo Domingo y de San Jerónimo presentan de compañeros un perrito y un felino, animales sagrados para nuestros ancestros amerindios. Parecería que las devociones a estas imágenes están relacionadas a símbolos significativos para las culturas indígenas y que sus popularidades se incrementaron en el periodo posindependencia, que coincidió también con una disminución de la influencia española en el clero local.
Hoy, la Candelaria presentando a su hijo en el templo es festejada con un derroche de tradiciones nicaragüenses por los diriomeños. Si quiere adentrarse en la Nicaragua original, dese su vuelta por Diriomo. El autor es sociólogo.
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