El receptor Marlon Abea no tiene más remedio que quitarse la máscara y colgar los arreos tras una larga y exitosa carrera de 27 años en el beisbol superior nicaragüense. Una lesión en el talón de Aquiles podría dejarlo lisiado si insiste en jugar.
“El doctor me habló claro sobre los riesgos. Me dijo que si dejo el beisbol puedo llevar una vida completamente normal. Yo estoy con ‘rigio’ de seguir, porque tenía metas personales que alcanzar, pero me voy satisfecho con mi carrera y la consistencia que demostré por más de 20 años”, señala Abea, quien hizo su aparición en nuestro beisbol a los 16 años con los Dantos en 1986.
Es el único receptor de 1500 hits y único entre los “enmascarados”con 100 jonrones y más de mil imparables.
Campeón de bateo en 1999 con .403 y tres veces líder en dobles.
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Abea se rompió el talón de Aquiles persiguiendo un elevado de foul como primera base en la pasada Liga Profesional con el Chinandega. Fue una lesión igual la que lo sacó 10 meses del beisbol el año pasado.
QUIERE SER ENTRENADOR
“Creo que adquirí mucha sabiduría del juego y me gustaría pasar mis conocimientos a los chavalos. Nos estamos quedando sin receptores en el país y me gustaría darme a conocer como entrenador”, apunta Abea, quien se siente orgulloso de que su hijo, Marlon Jr. fue promovido a los Estados Unidos por la organización de los Astros de Houston. “Yo he trabajado con él y me he dado cuenta que puedo enseñar. Si un equipo me da la oportunidad yo me rifo”, insiste.
Abea no solo está empeñado en compartir los secretos de la receptoría, también desea motivar a los jugadores de la actualidad para que luchen por ser los mejores, tanto dentro como fuera del terreno.
“La mayoría de peloteros que conozco llevan una vida desordenada y como me decía mi padre, el beisbol no es para siempre. En esta época el Gobierno paga los salarios, pero los directivos no apoyan al jugador y las reglas van contra ellos”, apunta Abea.
“Los peloteros deben alejarse de los vicios y trabajar duro para ser mejor. Yo no me conformé con ser uno más. Caí muchas veces, pero también me levanté y tengo muchas personas a las que agradecer, como a Vicente Padilla por el apoyo que me brindó en el momento que más lo necesité. Estoy visitando la iglesia Hosanna y he encontrado mucha paz en mi corazón”.
LAS PESAS AYUDAN
Abea, quien está por cumplir 44 años, da mucho crédito a su durabilidad a las pesas.
“Demostré que es mentira el mito de que las pesas lastiman los brazos y el cuerpo. En Nicaragua la mayoría de jugadores no son grandes, entonces tenemos que ser fuertes”, agregó.
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