Mabel Calero
Aunque trata de levantarse de la cama, debe al final pedir ayuda a la enfermera para que la pase a la silla de ruedas. Doña Francisca Velásquez conocida como “Chica” es parte de los 34 abuelitos que están en el Hogar de Ancianos Dr. Agustín Vigil, en la ciudad de Jinotepe.
El próximo 4 de octubre doña Francisca cumplirá 104 años y a pesar de su edad su mente está lúcida, aunque los males de la vejez la mantienen casi siempre acostada.
La doctora Fátima Solís, quien atiende a los abuelitos tres veces a la semana, afirma que los pacientes urgen de medicamentos, pues la mayoría tiene enfermedades crónicas como Parkinson, Alzheimer, hipertensión, diabetes, úlceras, entre otras.
“Los familiares solo los vienen a dejar, se comprometen con dar una cuota mínima, dependiendo la capacidad que tenga y al final se olvidan de ellos y de la cuota, ellos necesitan de pamper, leche, papel higiénico, productos de limpieza como cloro, detergente”, dijo Solís.
Los abuelitos que están en el hogar necesitan de medicamentos caros. “A veces los pedimos al centro de salud pero no nos dan los medicamentos caros, los tenemos que comprar nosotros”, dijo Raquel Estrada, una de las 13 trabajadoras del Hogar de Ancianos.
ROSTROS DE TRISTEZA
En los pasillos del Hogar de Ancianos se percibe soledad y tristeza, el rostro de los abuelos se ve apagado, con una mirada vacía.
Ángel Porras, conocido como “Tamaris”, aún recuerda cuando jugó en el equipo Diriangén, ahora sus recuerdos los cuenta en una silla abuelita, donde en varias ocasiones le ha dado ataques de epilepsia.
De los 34 ancianitos que están en este centro solo dos o tres son visitados por sus familiares, el resto han sido olvidados.
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