Los 115 cardenales electores, menores de 80 años, provenientes de 51 países, analizaron ayer la situación interna de la Iglesia antes de encerrarse el martes en la Capilla Sixtina para elegir en secreto al nuevo pontífice, quien deberá obtener 77 votos para convertirse en el líder de 1,200 millones de católicos.
La jornada iniciará con una gran misa concelebrada “pro eligendo romano pontifice” en la basílica de San Pedro, que será abierta al público, explicó ayer el padre Federico Lombardi. En la tarde, los electores se reunirán en la Capilla Paulina de donde desfilarán en procesión hacia la Capilla Sixtina cantando letanías y orando para que el Espíritu Santo los ilumine.
Tras haber jurado mantener el silencio so pena de excomunión, el maestro de ceremonias pronuncia el “extra omnes!” (“fuera todos”), ordenando que salgan aquellos que no tengan nada que ver con la elección. Si tras el primer escrutinio el candidato no obtiene 77 votos necesarios, la humareda negra podrá ser admirada por las miles de personas que suelen congregarse en la plaza de San Pedro para asistir al histórico evento.
“Pasan unos 45 minutos”, según Lombardi, entre el rito de aceptación del nuevo papa, la promesa de obediencia, medirse los hábitos, vestirse en la Sala de las lágrimas, donde todos los elegidos lloran ante la magnitud de la responsabilidad y asomarse al balcón donde se pronuncia la célebre frase “habemus papam”.
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En una charla con la prensa, el cardenal venezolano Jorge Urosa, uno de los 19 electores de América Latina, aseguró que el sucesor de Benedicto XVI, deberá ser ante todo un “hombre de diálogo, de consenso”. “La expectativa es que nosotros, en pocos días, podamos con la ayuda de Dios y el Espíritu Santo elegir al papa que Dios quiera”, aseguró.
“La actitud de los cardenales es esa, muy distinta de la que describe la prensa amarillista. Es una actitud de búsqueda de la inspiración de Dios, de apertura, de diálogo, de consensos”, explicó.
Al igual que otros purpurados, reconoce que en los seis días de reuniones preparatorias al cónclave se han tocado todos los problemas de la Iglesia, entre ellos los escándalos de Vatileaks, sobre una trama de abusos de poder y tráfico de influencias y hasta sexo en la curia romana. “Hemos hablado con franqueza, porque esas dificultades evidentemente existen y deben ser resueltas. Todos queremos resolverlas”, afirmó.
“La mayoría de los cardenales estamos muy satisfechos con la explicación que se ha dado y creo que esa imagen fantasmagórica de la curia es absolutamente falsa. Esa percepción un tanto tétrica es muy injusta para con esa gran cantidad de sacerdotes, religiosos, religiosas, obispos y cardenales que allí trabajan”, recalcó.
DOCE APÓSTOLES, DOCE PAPABLES
Doce candidatos figuran en la lista de papables, entre ellos el cardenal italiano, Angelo Scola, arzobispo de Milan, a cargo de la diócesis más grande y sobre todo la escuela donde se han formado la mayoría de los papas italianos. “Si en las primeras votaciones no aparece un candidato claro con más de 20 votos, los cardenales buscarán uno por fuera de las quinielas”, según el vaticanista estadounidense John Allen.
También figura el brasileño Odilio Scherer y el canadiense Marc Ouellet, con “alma de colombiano” por haber dirigido varios seminarios en ese país.
Sin un favorito, la lista incluye aquellos más citados por la prensa especializada o por los vaticanistas, que gozan de confidencias internas, mientras un ejército de periodistas de todo el mundo aglomera las dos salas de prensa del Vaticano para intentar informarse sobre lo que se dice en las reuniones secretas.
La constitución apostólica prevé cónclaves de hasta 34 días interrumpidos por una jornada de descanso, pero “en el siglo XX han sido bastante cortos: de dos, tres a cuatro días. El candidato que recibe más consenso aparece más o menos rápido”, explicó Lombardi.