El cáncer que sufre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que lo tiene a estas alturas entre la vida y la muerte solo ha dejado una cosa clara en ese país: la llamada “república bolivariana” no es más que una colonia del régimen castrista cubano.
Es paradójico como estos regímenes que atacan al “imperio” terminan sometiéndose a otro poder a extremos impensables.
Cuando Chávez regresó a Venezuela el pasado siete de diciembre ya estaba claro de lo grave de su situación. Él mismo lo dijo en la conferencia de prensa del ocho de diciembre “los médicos querían que me operara hoy pero hemos corrido la fecha”, explicó en cadena nacional. Corrieron la fecha porque era necesario para Chávez tratar en lo posible de dejar la casa en orden, ya que las posibilidades de no regresar con vida eran muy altas.
El presidente llega a nombrar un heredero político, a nombrar a Nicolás Maduro como la persona que debe seguir al frente de “la revolución bolivariana”. O sea, que debía ser el candidato para las elecciones que deben convocarse 30 días después del fallecimiento de un presidente, como lo establece la Constitución venezolana.
¿Por qué Maduro? porque el canciller es probablemente el hombre más cercano a los Castro dentro del régimen chavista.
Maduro fue nombrado vicepresidente hará unos seis meses. Antes, el vicepresidente era Elías Jaua, quien dejó el puesto para ir a competir con Henrique Capriles por la gobernatura de Miranda y pierde ante el líder opositor. La movida es para colocar a Maduro en posición estratégica por si algo le sucedía a Chávez en cualquier momento.
En realidad uno pensaría que el sucesor lógico de Chávez debería ser Diosdado Cabello, un militar como Chávez, que siendo teniente participó junto con él en la intentona de golpe de Estado de 1992 y 10 años más tarde, siendo su vicepresidente, es quien le devuelve el poder luego del fallido golpe de Estado contra Chávez. Recordemos que es Cabello a quien los militares le entregan el poder como presidente interino y él es quien recibe a Chávez cuando regresa de donde lo tenían recluido los rebeldes en la isla La Orchila.
Sin embargo, Cabello es probablemente la persona dentro del círculo de hierro de Chávez que más lejos está de los Castro, a tal punto que hasta hace un par de semanas nunca había visitado Cuba.
La gran pregunta es ¿se mantendrá el chavismo unido si desaparece Chávez? En las actuales circunstancias parece que las diferencias entre al menos un grupo de los militares (cercanos a Cabello) y los socialistas (representados por el exsindicalista Maduro) son bastante grandes.
El pasado 15 de diciembre escribí en este espacio: De ocurrir (la desaparición de Chávez) es difícil prever cómo reaccionarán los distintos sectores que componen el chavismo, principalmente los dos bloques más importantes: los socialistas cercanos a Cuba que por el momento parecen tener la sartén por el mango, o los militares que sin duda tienen sus propias ambiciones y a quienes no les agrada estar sometidos a los designios de los “asesores” cubanos.
Poco más de 20 días después y con un Chávez que no da muestras de mejoría pero que sigue vivo, la previsión de los Castro parece no estar funcionando muy bien. El hado ha querido que la gravedad de Chávez ocurra precisamente en el momento más incómodo, cuando ya ha sido electo, pero a solo días de que tome posesión.
Esta situación ha permitido que cada bando salga con cualquier teoría jurídica, por descabellada que esta sea, con tal de asegurar sus intereses.
Apenas anoche Maduro aseguraba que el nuevo período de Chávez puede comenzar el 10 de enero aunque sea juramentado posteriormente. Esa afirmación es tan absurda como la que el mismo Maduro hizo hace unos días cuando dijo que Chávez estaba “dando órdenes y haciendo ejercicio”.
Si el nivel de gravedad de Chávez es una nebulosa, lo que pasará después del 10 de enero está más turbio aún. Lo único claro es que los que han estado tomando las decisiones en Venezuela en el último mes son los hermanos Castro. Una triste paradoja para un régimen que venera al Libertador.
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