Hay seis viveros en diferentes playas de San Juan del Sur y Tola.

Ramón Villarreal Bello

En lo últimos tres años se ha logrado que más de un millón de tortuguillos de la especie paslama emprendan su viaje hacia el mar en el refugio de Vida Silvestre La Flor, ubicado a 23 kilómetros de San Juan del Sur.

Precisamente en este refugio, durante este mes, se producirán arribadas masivas de tortugas y se estima que en octubre aniden unas 50 mil paslamas en esta costa.

Luego de cada arribada, 45 días después, la vida se abrirá paso de entre la arena con la eclosión de miles de tortugillos que deberán sortear una serie de obstáculos, principalmente a los depredadores, antes de llegar al mar.

“Es un trabajo conjunto de trabajadores del Marena, miembros del Ejército de Nicaragua, guardaparques, estudiantes universitarios y hasta de turistas extranjeros que les gusta colaborar en ayudar a los tortuguillos nacidos para que no sean atrapados por depredadores”, comentó el delegado del Marena, Mario Rodríguez.

No hay cifras exactas de cuántos tortuguillos logran sobrevivir y llegar a adultos, pero se estima que al menos un diez por ciento de los que entran al mar logran vivir hasta la etapa reproductiva.

Pese a la vigilancia en el refugio, el saqueo de nidos es una realidad y los huevos son vendidos en diferentes mercados a nivel nacional.

Para evitar el saqueo se hacen retenes policiales en la carretera, además de la vigilancia permanente del Ejército en el lugar.

Sin embargo, cuando las tortugas comienzan a anidar en costas aledañas a La Flor, donde no hay mucha vigilancia, se da fuga de los huevos.

LOS VIVEROS 

Como alternativa a la preservación de la especie, también se han creado los viveros de tortugas.

Los huevos son sacados de sus nidos cuando hay arribadas masivas (pues de lo contrario son expulsados por las mismas tortugas que buscan hacer su nido) y se trasladan a los viveros.