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Guillermo E. Miranda

Refundir al pacto y refundar la República

La resolución adoptada por las autoridades del Partido Liberal Independiente (PLI) el pasado viernes 2 de marzo, aceptando asistir a las próximas elecciones municipales siempre que se den los cambios necesarios que garanticen que el Consejo Supremo Electoral (CSE) respetará el voto ciudadano, es algo que no debe pasar desapercibido, ya que bien podría marcar un hito en el futuro político de Nicaragua.

La verdad es que no esperaba menos de un partido que ha dado tantos héroes nacionales a la patria, por lo que el reto histórico de honrarlos descansa hoy en los hombros del liderazgo de Eduardo Montealegre y de quienes lo acompañan en el esfuerzo por la recuperación de la democracia perdida.

Durante las últimas semanas hemos escuchado en los medios de comunicación a diferentes personeros del partido de gobierno, manifestando que únicamente esperaban a Montealegre para iniciar las pláticas que deberían generar los cambios necesarios que los nicaragüenses y los organismos internacionales que observaron las pasadas elecciones nos están demandando.

Aprovecho este escrito para dirigirme a la dirigencia del MRS, movimiento político por el que tengo mucho respeto y que manifestara recientemente tener algunas condiciones particulares para participar en las próximas elecciones. A ellos les recuerdo que fue precisamente ese celo con que hoy defienden la democracia, el que hizo que el Movimiento Vamos con Eduardo (MVE) los invitara a formar parte de la Alianza que el pasado 6 de noviembre llevó al triunfo a la fórmula Gadea-Jarquín, triunfo que fue descaradamente usurpado por el CSE.

Hecha esta aclaración, quisiera referirme al movimiento de notables que tratan de rescatar al PLC de las garras del pacto y de la debacle política a que lo ha llevado Arnoldo Alemán. Al respecto considero que todo aquel que se precie de ser demócrata está en la obligación de apoyar ese esfuerzo, ya que este podría llevarnos a la unidad no solo del liberalismo, sino que de la oposición en general. Quiero hacer énfasis que no me estoy refiriendo de ninguna manera a una unidad de grupúsculos con ínfulas de partidos políticos y mucho menos a falsos opositores, como los que quedaron al descubierto en las pasadas elecciones.

Solo cuando lo hayamos logrado, habremos refundido al pacto Alemán-Ortega y estaremos en posición de refundar la república que soñó Pedro Joaquín Chamorro. El que las circunstancias hayan puesto al frente de este esfuerzo a Eduardo Montealgre, de ninguna manera quiere decir que tengamos que condicionarlo o amonestarlo de antemano. Sino todo lo contrario, contribuir a fortalecer la posición que como opositores, él y otros habrán de defender para lograr el rescate de la democracia y el Estado de derecho. En cuanto a Daniel Ortega, le recuerdo que su presidencia es hoy tan ilegítima como lo fueron las de la dinastía de los Somoza y que Anastasio, el último de la estirpe, se empeñó en querer perpetuar desoyendo el clamor de nuestro pueblo y el de los organismos internacionales de la época. El resultado de ese empecinamiento nadie mejor que él lo conoce. Por eso jamás me cansaré de recordarle que seguimos siendo el mismo pueblo, con el mismo clamor, el mismo carácter y nunca renunciaremos al sueño de ser libres y de ser representados por gobernantes legítimos, producto de un sufragio transparente. Ortega tiene el poder de decidir el camino a seguir hoy, nuestro pueblo la tendrá mañana. El autor es excomandante de la Resistencia Nicaragüense y miembro del PLI.

Opinión

COMENTARIOS

  1. "El Franco Tirador"
    Hace 12 años

    El articulista es un pescador oportunista, un servil adulador, lanzó su anzuelo a la corriente política en busca de un cargo público resultante de lo que él llamó “refundar la república” y poder medrar durante cinco años de choña. Dice que Eduardo Montealegre preserva al glorioso PLI, que su historia descansa sobre sus hombros; es un ajeno al partido, carece de liderazgo, dignidad, principios, valores, credibilidad, honestidad, etc.

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