Fabio Gadea Mantilla
Querida Nicaragua: estoy seguro de que la enorme simpatía y cantidad de votos que tuvo la Alianza PLI, se debió a la sinceridad con que expresé en cada discurso la intención de inaugurar en el gobierno la revolución de la honestidad.
Algunos de mis compañeros no creían mucho en la mención de la honestidad como eje de campaña. Creían más en la consabida creación de empleos, combate a la pobreza, problemas de salud, educación, caminos de penetración, y en fin, tanto y tanto como hay que hacer en nuestro país. Sin embargo, mi insistencia en proclamar la revolución de la honestidad se debía y se debe, a que, cuando hay honestidad en un gobierno, se resuelven poco a poco, pero seguramente, todos los otros requerimientos que el pueblo necesita. Con funcionarios honestos, comenzando por el presidente, los ministros y demás funcionarios, estará garantizada la creación de empleos, el mejoramiento de la salud y la educación, los caminos de penetración para el fomento del agro y la industria, los programas sociales verdaderos que con seguridad saquen de la pobreza a nuestro pueblo.
La honestidad es la clave para conseguir abundante ayuda en donaciones de países democráticos, préstamos blandos, proyectos sociales como la cuenta Reto del Milenio, etc. La honestidad en el gobierno produce progreso, bienestar, trabajo, salud, educación, y combate realmente la pobreza.
Yo proclamaba en mis discursos el propósito de suprimir prebendas de diputados, libres introducciones, regulación de bonos de combustible, suprimir los 430 mil córdobas anuales, regular el asunto de las pensiones vitalicias, etc.
Prometí reducir el número de magistrados, tanto en la Corte Suprema como en el Consejo Electoral y la Contraloría, y sugerir nombres de reconocida trayectoria profesional y moral, desvinculados con partidos políticos.
Sobre estas promesas de campaña cabalgaron conmigo los candidatos a diputados. Hoy en día decenas de personas cuyos votos fueron robados, me dicen que soy el presidente del pueblo, y que esperan que los diputados de la Alianza PLI actúen de acuerdo a las promesas de campaña. Me piden que los diputados nuestros presenten las iniciativas del caso suprimiendo las libres introducciones, la cuota de los 430 mil córdobas anuales, las pensiones vitalicias, etc.
Pienso que de esta forma la bancada democrática de la Alianza PLI proyectará la honestidad administrativa que proclamó su candidato en la campaña presidencial, se pondrá una flor en el ojal y sus diputados destacarán como verdaderos padres de la patria. El pueblo reconocerá en ellos una nueva forma de trabajo y los apoyará y hará causa común con ellos.
Este tipo de iniciativas para suprimir prebendas que son ilegales, tal como lo afirma el especialista en leyes e impuestos Julio Francisco Báez, demostrarán al pueblo que tiene nuevos diputados honestos que legislan en beneficio de la nación y no a favor de sus intereses personales.
Y deben hacerlo cuanto antes. Antes de que la bancada orteguista demagógicamente lo haga para demostrar que son ellos los buenos, los diputados del pueblo, los que cuidan el dinero de la nación. El orteguismo es capaz de hacerlo, pues dispone de mil gavetas y tiene mil formas de enriquecer a sus diputados.
La bancada democrática debe cumplir con las promesas que hizo su candidato.
El autor es director general de Radio Corporación.
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