Tideo era uno de “los siete contra Tebas”, o se llamó a los siete grandes caudillos militares que protagonizaron uno de los más importantes episodios bélicos de la antigüedad.
Tideo era hijo de Eneo, rey de Calidonia, y por haber cometido un homicidio tuvo que exiliarse en Argos. Allí fue acogido por el rey Adrasto, quien además le dio una de sus hijas por esposa.
En Argos también vivía exiliado Polinice, hijo de Edipo, el desdichado rey de Tebas cuya tragedia dio origen al llamado Complejo de Edipo, base de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud.
Cuando Edipo se dio cuenta que sin saberlo había matado a su padre, Layo, y se había casado con su madre, Yocasta, con quien tuvo cuatro hijos, se castigó a sí mismo sacándose los ojos mientras que su madre y esposa se colgó por el cuello. Los dos hijos varones de Edipo y Yocasta, Polinice y Etéocles, arrojaron de Tebas a su padre, pero antes de marcharse como un pordiosero Edipo maldijo a sus dos hijos y les predijo que se matarían entre ellos luchando por el poder.
Para evadir la maldición de Edipo, Polinice y Etéocles decidieron no compartir el poder sino rotarlo entre ellos por períodos determinados. Lo echaron a suerte y Etéocles ganó el derecho de ser el primero en ocupar el trono de Tebas. Pero una vez en el poder Etéocles ya no quiso cumplir el compromiso con su hermano y más bien lo mandó al exilio.
Polinices fue a refugiarse en Argos donde se casó con una de las hijas del rey Adrasto. Y de esa manera Polinices y Tideo resultaron concuños entre ellos.
Adrasto quería restaurar a su yerno Polinices en el trono de Tebas. Para eso organizó un gran ejército que dividió en siete divisiones comandadas por siete capitanes, cada uno de los cuales debía atacar una de las siete puertas defensivas de Tebas. Tideo era uno de aquellos siete capitanes que marcharon contra Tebas, Polinices otro y Adrasto encabezó la columna principal.
Le tocó a Tideo atacar la puerta de Tebas que defendía un famoso general llamado Melanipo, héroe victorioso de muchas batallas. De manera que la lucha que se libró frente a la puerta defendida por Melanipo fue la más encarnizada. Tideo animaba a sus hombres con su propio ejemplo combativo, enfrentando a los mejores guerreros enemigos y matando e hiriendo a muchos de ellos.
Pero Melanipo, quien también era un guerrero valiente y feroz, en el momento cumbre del combate logró clavar una flecha en una parte vulnerable del cuerpo de Tideo. Mortalmente herido, Tideo sintió que el odio y el deseo de venganza eran más fuertes que el dolor de la herida causada por la flecha de Melanipo, y haciendo un esfuerzo sobrehumano se incorporó, arrojó su lanza contra Melanipo y lo hirió en el corazón matándolo en el acto.
Tideo pidió a sus hombres que lo trasladaran a lo alto de una colina cercana y que llevaran a su presencia el cadáver de Melanipo. Allí ordenó que decapitaran el cuerpo de su enemigo y que le pasaran su cabeza, la que mordió con terrible ferocidad hasta romperla. Y entonces Tideo sorbió los sesos de Melanipo.
Cuenta la leyenda que Atenea, quien era la divinidad protectora de Tideo, bajaba en ese momento del cielo para rescatarlo y curar sus heridas. Pero al ver la diosa de la sabiduría vio lo que hacía su protegido, sintió tanto horror ante aquella inhumanidad que decidió dejarlo morir sufriendo los terribles dolores de la herida que le había causado Melanipo.
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