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Facundo Cabral durante su concierto en el Teatro Nacional Rubén Darío el pasado domingo. LA PRENSA/GERMÁN MIRANDA

Un encuentro con el artista y el testimonio

“Me gusta estar aquí”, expresó Facundo Cabral al entrar al escenario mayor del Teatro Nacional Rubén Darío, donde la noche del pasado domingo ofreció un recital.

“Me gusta estar aquí”, expresó Facundo Cabral al entrar al escenario mayor del Teatro Nacional Rubén Darío, donde la noche del pasado domingo ofreció un recital.

Los que llegaron pensando que esa noche solamente cantaría, se equivocaron. Una noche con Cabral es como estar en una ceremonia espiritual. Todo el que asiste a escucharlo —no oirlo, sino escucharlo— se lleva consigo una lección de vida.

La noche inició con la interpretación de Gracias a la vida por Cristyana, acompañándola en la guitarra Eduardo Araica. Posteriormente entró el protagonista.

UN VIEJO SABIO

La primera impresión que se tiene de Facundo Cabral es de un tipo que ha vivido intensamente su vida. Ahora ya camina a paso lento, siempre acompañado por un bastón.

Usa lentes oscuros y las arrugas de su cara indican que pasó los 70 años. Lo único que no cambia es su sentido del humor y su forma positiva de ver la vida.

Ya el trovador argentino alcanzó los 74 años. Aunque dice haber nacido realmente a los 17, cuando luego de haber aprendido sobre las grandes obras de la literatura universal con la ayuda de un religioso, un vagabundo le habló sobre Dios.

Desde entonces Cabral no solo canta, da testimonio a través de su música. Es por eso que antes de iniciar a tocar contó sobre su renacimiento y al finalizar interpretó su conocida canción de cuna, Vuele bajo .

Su voz ya se escucha desgastada por el tiempo, pero sigue entregando todo de sí. Cabral es un completo personaje.

RISAS Y MÁS MÚSICA

“Somos hijos del amor. La felicidad no es un derecho es un deber porque si no sos feliz al menos estás jodiendo a la gente del barrio”, dijo Cabral, mientras las carcajadas fluían.

Mientras hablaba, no se escuchaba otra voz. Un completo silencio reinaba, que solo era cortado por las risas.

Dentro de su repertorio incluyó Guantanamera, Cielito lindo, entre otras canciones latinoamericanas.

Y así, la noche transcurrió entre risas, música y tragos de vino tinto que de vez en cuando Cabral tomaba para “refrescarse” la garganta. Brindis por Rubén Darío y por Ernesto Cardenal. “A su salud”, expresaba.

Para finalizar, con la compañía de la gente, interpretó No soy de aquí, ni soy de allá

Espectáculo Facundo Cabral testimonio archivo

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